Capitulo 1.

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Mientras los sollozos que atormentan mi cuerpo se calman lentamente, el ardor en mis rodillas me trae de regreso hasta el presente. Me doy cuenta de que estoy de rodillas en el grueso empedrado en la entrada principal de Justin con nada excepto su camiseta. Sin zapatos. Sin pantalones. Sin coche.

Y mi celular todavía está en el interior de la repisa del baño.

Niego, mientras el dolor y la humillación dan paso a la ira. Estoy por encima de la conmoción inicial de sus palabras, y ahora quiero darle mi granito de arena. No está bien tratarme o hablar conmigo de esa manera. Con una súbita oleada de adrenalina, me empujo hacia arriba desde el suelo y empujo la puerta de atrás abriéndola. Golpea contra la pared con un ruido sordo.

Él puede haber terminado conmigo, pero yo no he hablado con mi voz todavía. Demasiadas cosas que nunca podría tener la oportunidad de decir una vez más se embrollan en torno a mi cabeza. Y el lamento no es una emoción que necesite añadir a mi lista de cosas terminadas.

Tomo las escaleras de dos a la vez, nunca más consciente de lo poco que llevo mientras el frío aire de la mañana se cuela debajo de la camisa y se pega en mi carne desnuda. Mi carne está ligeramente hinchada y dolorida por la más que completa atención de Justin y de la experta habilidad de las numerosas veces que habíamos tenido sexo ayer por la noche.

El malestar se suma a una tranquila tristeza en mi infierno rugiente de ira. Baxter me saluda con un meneo de su cola cuando entro en la habitación y escucho el agua de la ducha. Mis venas fluyen con fuego ahora mientras sus comentarios pasan en mi cabeza, cada uno capitalizando al siguiente. Cada uno haciendo una transición del dolor a la humillación a la ira. En una misión, lanzo mi bolsa descuidadamente sobre la mesa junto a donde mi celular está.

Paso grandemente enojada a la ducha, lista para escupir mi veneno hacia él. Para decirle que no importa quién sea en la escala social, y que los pendejos

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autoproclamados como él no se merecen a buenas chicas como yo. Me vuelvo más allá de la alcoba a la ducha y me detengo en seco, con mis últimas palabras en mis labios.

Justin está de pie en la ducha con las manos apoyadas contra la pared. Las corrientes de agua caen sobre sus hombros, flácidos y hundidos. Su cabeza cuelga hacia delante, sin vida y como derrotado. Tiene los ojos fuertemente cerrados. La línea distinta y siempre fuerte de su postura que he llegado a reconocer, falta. El hombre fuerte y seguro que conozco no se encuentra.

Está completamente ausente.

El primer pensamiento que parpadea a través de mi mente es que se lo merece por ser un completo idiota. Debe estar molesto y tener remordimientos por la forma en que me trató y por las abominables cosas que me dijo. Ninguna cantidad de servilismo recuperará el daño que me causó con sus palabras o para alejarme.

Empuño mis manos a mi lado en guerra pensando en cómo proceder, porque ahora que estoy aquí, estoy perdida. Me toma un momento, pero decido irme desapercibida; llamar a un taxi e irme sin decir una palabra. Pero mientras doy un paso hacia atrás en retirada, un sollozo ahogado sale de la boca de Justin y todo su cuerpo se estremece. Es un gemido gutural que es tan salvaje en su naturaleza que parece como si estuviera tomándole cada gramo de fuerza mantener la compostura.

Me congelo con el sonido. Ver a este hombre fuerte y viril deshacerse, me hace darme cuenta de que la angustia que rasga a través de él es por algo mucho más grande que nuestro intercambio. Y es en este momento, siendo testigo de su agonía, que me doy cuenta de que hay tantas maneras diferentes en que una persona puede sentir dolor. Tantas definiciones que nunca me di cuenta que eran contenidas dentro de una palabra tan simple.

Driven #2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora