MARATON 6/6
Cuando Sammy empuja la puerta para abrirla para mí, el aire frío de la noche me golpea como una explosión refrescante después de haber estado dentro del club mal ventilado y lleno de humo. Él me lleva afuera del estacionamiento donde la solitaria limusina está separada del resto de los autos en el aparcamiento. A medida que nos acercamos, veo que Justin está dado vuelta, con las manos extendidas en el muro de contención que bordea el borde del garaje, su peso se apoya en él, y su cabeza cuelga entre sus hombros.
Puedo sentir la furia irradiar de él en oleadas mientras nos acercamos. Beckett, quien está apoyado en la puerta abierta del coche, encuentra mis ojos cuando nos acercamos, con evidente incertidumbre en los suyos antes de asentir hacia mí y deslizarse en el coche junto a Haddie. Sammy se detiene, pero sigo adelante hacia Justin. El sonido de mis tacones en el hormigón alerta a Justin de que estoy cerca, pero él sigue manteniendo su cara lejos de mí. Recorro las líneas de la silueta de su cuerpo contra el brillo expansivo de las luces de las Vegas, su imponente figura pinta un fuerte contraste con el brillo de las luces más allá. Me detengo unos pocos metros de él y veo sus hombros subir y bajar en rápida sucesión mientras su tensión lentamente amaina. Cuando por fin se vuelve hacia mí, con los hombros cuadrados, sus ojos bailan con fuego, y su mandíbula está rígida por la tensión, me doy cuenta de que estoy equivocada al pensar que su ira se ha ido. —¿Qué demonios pensabas que estabas haciendo? —Su voz es fría. Sus palabras me golpean como latigazo cervical, tomándome por sorpresa con una fuerza increíble. Yo pensaba que estaba enojado con el hombre al que le dio un puñetazo, no conmigo. ¿De dónde venía el infierno de que estuviera enojado conmigo? Si hubiera estado prestándole atención a su cita, sabría la respuesta. —¿Qué crees que estaba haciendo, Justin? Que estaba... —Te hice una pregunta, _______ —dijo él. 108 —Y estaba tratando como la mierda de contestarte antes de que tan groseramente me interrumpieras —escupo hacia él, sin tener ningún problema en ponerme mano a mano con él esta noche. Tal vez mi consumo de alcohol se fue un poco más allá del borde, así que no estoy intimidada por su intensidad. Sus ojos perforan la oscuridad y en los míos. Por otra parte, tal vez no—. Iba a comprar una bebida, Justin. Un trago. ¡Eso es todo! —Muevo mis manos en alto mientras le grito, mi voz se hace eco en las paredes de hormigón. Él me mira, el músculo de su mandíbula pulsa mientras me mira. —¿Comprando una bebida, _______? O coqueteando para conseguir que alguien compre una bebida para ti —acusa, dando un paso más cerca de mí. A pesar de la falta de luz, puedo ver el fuego que arde en sus ojos y la rabia alimentando la tensión en su cuello. ¿De dónde proviene todo eso? ¿Qué Demonios? ¿Cómo se atreve a acusarme de prestarle atención a otros chicos cuando él estaba allí preocupado por la Srta. Conejita del Mes? Estaba siendo buena onda, no me enojaría sobre cuán sensiblera Cassandra era con él, tratando de renunciar a las emociones juveniles que quería sentir por ella. Pero a la mierda. Si se iba a enojar por el chico ofreciéndome comprar una bebida y tocándome, aunque le dije que no, entonces estoy segura de que enojaré de que ella descaradamente mostrara su atracción hacia él. Atracción que sin duda no rechazó. Ya terminé con esta conversación. El alcohol y la ira sólo pueden resultar en palabras que no pueda regresar en la mañana. Y ambos hemos tenido demasiado para ser racionales. —Lo que sea. Terminamos aquí. —Me enfado mientras doy vuelta sobre mis tacones, con la intención de regresar a la limusina. —Respóndeme —ordena y me agarra del brazo, deteniéndome en seco. Veo a Beckett dar un paso atrás de la limusina, con una mirada cautelosa en su cara mientras mira fijamente hacia Justin sobre mi hombro. La silenciosa advertencia es obvia, pero el mensaje detrás no está claro. —¿Y tú? —Estoy esperando —dice, manteniendo su mano en mi brazo, pero sorteando para bloquear mi camino hacia el coche. 109 —Iba a comprar un trago. Eso es todo. ¡Gran cosa! —Tiro de mi brazo de su agarre, la fatiga de los acontecimientos de la noche de pronto me golpean como un murciélago en la parte posterior de la cabeza. Los ojos de Justin se clavan en los míos como si estuviera buscando mi traición o la confesión de mi fechoría. —Había un montón de alcohol arriba. ¿No era suficientemente bueno para ti? —se burla—. ¿Tenías que ir a arrastrarte para que un hombre te comprara un trago? Sus palabras me abofetean, quitando el viento de mis velas. ¿Cuál diablos es su problema? No puedo creer que incluso crea eso en primer lugar, pero en segundo, y sorprendentemente, estoy tan sorprendida por el temblor de su voz que alude a un toque de inseguridad. Como si pudiera querer algo más después de él. Doy un paso hacia él, con la voz baja pero implacable. —No necesito un hombre o una botella para hacerme feliz, Justin. Él arquea una ceja. —Uh huh —resopla burlonamente, claramente eligiendo no creerme. Obviamente ha salido con algunas mujeres muy especiales. Suspiro, frustrada ya de nuestra conversación. —Ya gastaste suficiente dinero esta noche. En mí. En todo. —Me enfado—. Tu tal vez estás acostumbrado a que todas tus mujeres necesiten eso para ser satisfechas. Pero yo no. —Por supuesto que no. —Resopla con sarcasmo. —Soy una niña grande. —Sigo haciendo caso omiso de su frívolo comentario—. Puedo comprarme mis malditas propias bebidas y pagar mi propia cuenta, sobre todo si cuando pagas, significa que tienes algún tipo de propiedad sobre mí. Sus ojos se abren ante mis palabras. —No seas ridícula. ¿Acaso no se da cuenta de que hace eso? ¿Qué lo que da tan caritativamente es a cambio de gustarle a la gente y de amor? 110 —Mira, eres un hombre muy generoso. Más que la mayoría de las personas que conozco, pero ¿por qué? —Pongo mi mano sobre su brazo y se lo aprieto—. A diferencia de la mayoría de las personas allí, no espero que pagues mi cuenta. —Ninguna nov... nadie con la que esté, pagará su cuenta cuando esté conmigo. —Eso es muy caballeroso de tu parte. —Paso la mano por su brazo y la pongo sobre su mejilla, mi voz se ablanda, aliviada de que parece que rodeamos este argumento—. Pero no necesito nada de esa pompa y circunstancia para querer estar contigo. —Él sólo se me queda mirando, sus iris esmeraldas tratan de comprender la honestidad en mis palabras—. Tienes mucho más para darle a alguien que exceso de cosas materiales. Creo que mis palabras dan en el blanco debido a que Justin se queda en silencio, una guerra de emociones fluye por sus ojos antes de romper con los míos, y ver hacia la ciudad del pecado. El músculo de su mandíbula tiene un tic mientras empuja hacia abajo los demonios con los que está luchando internamente. Me doy cuenta de su postura tensa mientras quita mi mano de su cara, y puedo sentir su malestar por la dirección que nuestra conversación ha tomado. —Dejaste que un hombre pusiera sus manos sobre ti —dice en una peligrosa y tranquila voz. Al principio me siento herida por su acusación, pero cuando miro sus ojos, lo veo. Veo la verdad tras revelaciones de Beckett sobre sus sentimientos hacia mí. Veo que tiene miedo de eso y no está seguro de cómo manejar la situación. Veo que está buscando una razón para pelear como una forma de negar sus sentimientos. ¿Quiere una pelea? Le daré una pelea porque justo debajo de la superficie está el temor de que tal vez yo sólo soy lo que necesita y que nunca podría reconocerlo. Eso es exactamente lo que necesita y alguien como Cassandra sólo podría quitar ese riesgo de mí. Mi mente parpadea de nuevo con la idea de ponerle las manos encima. —¿Y tú punto es? —respondo con más confianza de la que siento—. No voy a pedirte disculpas porque alguien me encuentra atractiva. —Me encojo de hombros—. Tú seguro no estabas prestándome atención. 111 Ignora mi comentario como sólo él sabe hacerlo, encogiéndose de hombros como si fuera la de la falta aquí. —Lo dije antes, Ry, no comparto. Cruzo los brazos sobre mi pecho. —Bueno, yo tampoco. —¿Qué se supone que significa eso? —La mirada perpleja en su cara me dice que en realidad no tiene idea de lo que estoy hablando. Típico, hombre despistado. —Oh vamos, Justin. La mayoría de las mujeres en este país te desean, y tú estaba más que dispuesto a ser un sentimental para ellas. —Muevo mis manos con frustración cuando me mira como si me hubiera vuelto loca, así que me imagino que tendré que darle un ejemplo específico—. Parece que no tenías problema de que Cassandra tuviera sus manos en ti —lo acuso, acomodándome el pelo como ella y colocando mi mano en su pecho, moviendo las pestañas. —¿Cassie? —tartamudea con incredulidad—. Oh, por favor. —¿En serio? Era obvio para todas las personas allí que ella te desea. Rueda los ojos todo lo que quieras y pretende que no te diste cuenta, pero sabes que te encantó cada minuto de eso, ser el centro de atención, Justin. El alma de la fiesta, Justin. El Playboy, Justin —lo acuso, dándole la espalda, rodando los hombros y sacudiendo la cabeza. Cierro los ojos brevemente hacia Beckett quien todavía está de pie contra la limusina, con los brazos cruzados sobre el pecho y la cara estoica carente de juicio. Me vuelvo para enfrentar a Justin—. ¿Por qué eso está bien para ti? ¿No es un juego limpio? Por lo menos le dije al tipo que quitara sus manos de encima. Yo no te vi pidiéndole a Cassie que dejara de... Justin da un paso hacia mí, las luces juegan contra de las sombras en su cara. El diablo ha salido a la superficie una vez más y de hecho está tratando de tirar de mí a la oscuridad. —Creí que fuiste tú a la que follé allí esta noche. No a ninguna de ellas. —Su voz es implacable y sostiene un toque de borde mientras observa mi reacción. Me estremezco sabiendo que Beckett acaba de oír eso. —Sí, tienes razón. Estabas conmigo, ¡pero me hace gracia que minutos más tarde estuvieras con ella! —grito hacia él—. Golpeaste a un chico porque me tocó esta noche y tú estuviste allí y dejaste que ella se frotara contra ti sin siquiera un 112 pensamiento para empujarla lejos. Bueno, yo no comparto tampoco. Qué ironía, ¿no? Justin dobla la mandíbula antes de levantar las cejas, un fantasma de sonrisa adorna sus labios. —No te tomé por el tipo celoso. —Y yo no te tomé por mi tipo en absoluto —respondo, mi voz helada con desprecio. —Cuidado —advierte. —¿O qué? —lo toreo, respirando fuerte—. Como te dije, puedo cuidar de mí misma. El chico se ofreció a invitarme a una copa. Estaba en el proceso de decirle que no, gracias, en pocas palabras cuando irrumpiste para salvar el día. No estoy segura de por qué siento la necesidad de mentir acerca de eso. Tal vez estoy tratando de demostrarle a Justin que puedo, de hecho, cuidar de mí misma. Que no necesito la tontería del macho. No estoy segura, pero lo saqué ahí, que bien podría seguir adelante con eso. Él no tiene por qué saber que estaba un poco nerviosa por la situación. —El hombre no merecía ser golpeado. La cabeza de Justin se mueve bruscamente, como si acabara de golpearlo. —¿Ahora lo defiendes? —Se lleva las manos a la nuca y tira hacia abajo con frustración—. ¡Eres tan malditamente increíble! —grita hacia el garaje vacío. —¡Y tú estás borracho, irracional y fuera de control! —grito detrás. —Nadie toca lo que es mío sin consecuencias —grita. —Tienes que tenerme primero, Justin —digo con una sacudida de cabeza—. ¡Y tú has dejado muy claro que todo lo que quieres de mí es un polvo rápido cuando es conveniente para ti! —Mi voz es firme pero me traiciona cuando vacila en mis últimas palabras. —Sabes que eso no es cierto. —Su voz es tranquila, con un matiz de desesperación. —¿Lo sé? ¿Cómo es eso? —Muevo mis manos en exasperación—. Cada vez que estoy demasiado cerca o las cosas van más allá de tus estúpidas reglas, te aseguras de ponerme en mi lugar. 113 —Dulce. Jodido. Jesús. _______. —Sisea entre dientes y pasa los dedos por su cabello y gira hacia mí para caminar unos pocos pasos lejos. —Una parada en los pits no te salvará esta vez —declaro con calma, queriendo que supiera que no puede escurrir el bulto ahora para evitar el resto de esta discusión. Necesito respuestas y merezco saber cuál es mi posición. Él susurra una fuerte maldición, sus manos se abren y se cierran a los costados. Permanecemos en silencio por unos momentos y miro su espalda, y veo la ciudad más allá. Después de un momento se da la vuelta y mueve los brazos, sus ojos están llenos de una emoción sin nombre que no puedo descifrar. —¡Este soy yo, _______! —grita—. ¡Todo yo en mí jodida gloria! No soy Max, perfecto en todos sentidos, sin cometer un maldito error. No puedo vivir de acuerdo con el incomparable estándar que él estableció, ¡con el pedestal en el que lo colocaste! Doy un suspiro, sus palabras golpean en el blanco. Cómo se atreve a lanzar lo que Max y teníamos en mi cara. Los pensamientos no se procesan. Las palabras no se forman. Las lágrimas van a mis ojos cuando pienso en Max y en quién era y en Justin y lo que es para mí. La confusión me atrapa. Me arrastra hacia abajo. Me ahoga. —¿Cómo te atreves? —gruño hacia él, herida y entregándome a la ira antes de sucumbir a la pena. Justin no ha terminado sin embargo. Da un paso hacia mí, señalando con el dedo su pecho. —Pero yo estoy vivo, _______ ¡Y él no! —Sus palabras me parten. Una lágrima se desliza por mi mejilla, y le doy la espalda, escondiéndome de sus palabras, pensando que si no puedo ver el motivo y el dolor en sus ojos, no tendré que aceptar la verdad en su declaración—. Soy el que está frente a ti, de carne y sangre y necesidad, así que acepta que eres tú a quien deseo. A nadie más — diatriba, su voz se hace eco en el concreto que nos rodea y vuelve a mí dos veces, como para reforzar sus palabras—. Tienes que aceptarme por lo que soy, con faltas y todo... —Su voz se quiebra—. O sal como la mierda de mi vida... porque en este momento, ahora mismo, ¡esto es todo lo que puedo darte! Todo lo que puedo ofrecerte. 114 Puedo escuchar el dolor en su voz, puedo sentir la agonía en sus palabras y, me rompen hasta que un sollozo escapa de mi boca. Levanto mi mano para cubrirlo mientras llevo mi otra mano alrededor de mi abdomen. —¡Es suficiente, Justin! —perfora la voz de Beckett a través de la hora de la mañana cuando ve mi angustia—. ¡Es suficiente! En mi periferia, veo a Justin girar hacia él, con los puños apretados, con la emoción abrumándolo. Beckett no se inmuta por la está imponente mirada de Justin sino que da un paso hacia él, burlándose de él con los ojos. —Pruébame, Wood —lo desafía, con voz dura como el acero—. Ven a mí y te golpearé en ese borracho trasero de niño bonito tuyo en un latido. Mis ojos se encuentran con Beckett por un segundo fugaz, el hielo en sus ojos me sorprende antes de encontrarme con la mirada de Justin. Los rasgos de su cara están muy ajustados, y su pelo oscuro ha caído sobre su frente. La angustia en sus ojos es tan increíblemente cruda. Lo estudio mientras él mira a Beckett. Sus ojos parpadean hacia los míos y la que sea que es la expresión de mi cara sostiene su mirada. Puedo ver su dolor y miedo e incertidumbre en ellos, y me doy cuenta de que por mucho que sus palabras me piquen, tanto como me duela escucharla, hay mucho de verdad en ellas. Max está muerto y no va a volver. Justin está aquí y muy vivo, y me quiere en su vida de una forma u otra a pesar de su incapacidad para reconocerlo o aceptarlo. Veo el motivo en sus ojos para que lo elija a él, para que lo acepte. No al fantasma de mis recuerdos. Sólo a él. Todo de él. Incluso las piezas que se rompieron. Y la elección es tan fácil, ni siquiera tengo que hacer una. Doy un paso adelante hacia los ojos que revolotean frenéticamente adelante y atrás como un niño perdido. Miro a Beckett y dándole una sonrisa insegura. —Está bien, Becks. Él tiene razón —susurro, volviéndome a Justin—. Tienes razón. No puedo seguir esperando que seas como Max o comparar lo que tenía con él. —Doy un paso tímido hacia él. — Y yo no quiero que pienses que tienes que ser como Cassandra —dice, tomándome por sorpresa de que su inferencia sobre mi inseguridad es su lugar. Estiro la mano hacia él, una ofrenda de paz en nuestra discusión, y él la toma, tirando de mí hacia él. Aterrizo contra la firmeza de su cuerpo mientras me recoge en su pecho, sus fuertes brazos van alrededor de mí con consuelo después 115 de los crueles e insensibles insultos que acabamos de lanzarnos el uno al otro. Presiono mi cara en su cuello, el ritmo de su pulso bajo mis labios. Él pasa la mano por mi espalda, haciendo un túnel en mis rizos y apenas sosteniendo mi cabeza. Besa la parte superior de mi pelo mientras yo inhalo su olor. —Tú. Esto —murmura en una exhalación entrecortada—. Me asusta como la mierda. —Y mi corazón se para y mi aliento se atora cuando él calla, sus latidos golpean la banda sonora de mis pensamientos. —No sé cómo... No sé qué hacer... Y si no lo hubiera sabido ya, la cruda emoción en su voz me hubiera empujado sobre el borde. Mi corazón empieza de nuevo, cae dentro de mí, y cae gloriosamente. Sólo espero que él lo atrape. Hago puño mi mano en la espalda de su camisa, su confesión me balancea con esperanza y posibilidad. Nos ofrece una oportunidad. Cierro los ojos, tomándome un minuto para anotar en mi memoria este momento. —Yo también, Justin—murmuro en la piel de su cuello—. Yo también tengo miedo. —Te mereces mucho más de lo que yo soy capaz de darte. No sé cómo ni qué hacer para darte lo que necesitas. Yo solo... Cierro mi puño apretado en su camisa, el miedo tan transparente en su tono tuerce mi corazón y tira de mi alma. —Está bien, cariño —le digo, dándole otro beso en el cuello—. No tenemos que saber todas las respuestas en este momento. —Es sólo que... —Se ahoga en sus propias palabras, sus brazos se aprietan alrededor de mí mientras los sonidos de las Vegas son como un remolino en el aire que nos rodea. En esta ciudad del pecado y de la rampante inmoralidad, encuentro tal la belleza y esperanza en el hombre que me sostiene apretada—. ...Entonces... no sé cómo... —No tenemos que correr con esto. Sólo podemos tomarnos nuestro tiempo y ver a dónde nos lleva. La desesperación cuelga de mis palabras. —No quiero darte falsas esperanzas si no puedo... —Sacude la cabeza suavemente con una exhalación para terminar su declaración. 116 Me inclino hacia atrás y veo hacia el rostro del hombre que sé ha capturado mi corazón. Al corazón pensé nunca curar o amar de nuevo. —Sólo inténtalo, Justin —declaro—. Por favor, dime que lo intentarás... Las emociones entran en guerra en las facciones de Justin, su resistencia a la necesidad. Tanto sin hablar nada en sus ojos. Se inclina y da un suave suspiro reverente de beso en mis labios antes de enterrar su cara en el hueco de mi cuello y sólo se aferra. Le tengo allí en las profundidades de un garaje de hormigón. Dando tanto como estoy tomando del hombre que consume cada parte de mí. Y no se me escapa que él nunca respondió a mi pregunta. El horizonte está empezando a clarear por el este a medida que nos arrastramos fuera del avión y subimos a la limusina esperando en Santa Mónica. Todos estamos cansados del torbellino de la noche. Echo un vistazo al perfil de Justin mientras esperamos a Sammy para que termine lo que está haciendo. Su cabeza está inclinada hacia atrás contra el respaldo y sus ojos están cerrados. Mis ojos siguen la silueta desde su nariz a su barbilla, por su cuello y por su manzana de Adán. Mi corazón se llena de la vista de él y lo que ha venido a significar para mí en un corto período de tiempo. Está ayudándome a superar algunos de mis temores, y sólo puedo esperar que con el tiempo que confíe en mí lo suficiente como para dejarme entrar en los suyos. Beckett tenía razón sobre Justin. Él evoca emociones tan extremas. Es fácil amarlo y odiarlo al mismo tiempo. Esta noche fue un gran avance de algún tipo, que admitiera que lo asusta, pero sé que de ninguna manera o forma significa que está enamorado de mí. O que no va a hacerme daño al final. Su falta de respuesta me dice que sus palabras y su corazón aún se encuentran en conflicto. Y no estoy segura de sí puede ponerlos en la misma página. Quiere hacerlo. Puedo verlo en sus ojos, en su postura, y en la ternura de su beso. Pero también veo el miedo, la sensación de temor e incapacidad para confiar en que no lo voy a abandonar. Que amar no consiste en renunciar al control. Parece que cada vez que se acerca demasiado, me quiere empujar más lejos. Sostenerme con los brazos extendidos mientras mantiene sus temores a raya por un tiempo. Ayudarlo a empujarlos hacia abajo. Bueno, ¿y si no me acobardo con 117 los comentarios? ¿Si me preocupo por su distancia silenciosa? ¿Y si en vez de dejarlo llegar a mí me encojo de hombros y sigo adelante como si nada se hubiera dicho? ¿Qué hará entonces? Justin mueve la cabeza hacia atrás y me mira con una dulzura en sus ojos que me hace querer curvarme hacia él. ¿Cómo iba a alejarme de esa cara? Nada menos que él engañándome me haría renunciar a él. Se lo ve somnoliento y contenido, y todavía un poco zumbado. Haddie tararea la canción que se está reproduciendo suavemente en los altavoces del coche. Me esfuerzo por escuchar y mirarla a los ojos cuando reconozco Glitter in the Air. De todas las canciones, por supuesto, tenía que ser esa. —Maldita Pink —resopla Justin con voz sexy, soñolienta que ensancha mi sonrisa. Haddie ríe perezosamente en el asiento frente a nosotros. —Podría dormir durante horas —dice con la cabeza apoyada en el hombro de Beckett. —Mmm hmm —murmura Justin, moviéndose para acostarse en el asiento y poner su cabeza en mi regazo—. Y voy a empezar ahora. —Se ríe. —Necesitas todo el sueño de belleza que puedas conseguir. —Vete a la mierda, Becks. —Justin bosteza. Su voz se arrastra con la mezcla de ambos alcohol y agotamiento—. ¿Debemos terminar lo que empezamos antes? —Se ríe suavemente mientras intenta abrir los ojos. Está tan exhausto que sólo los abre una fracción. Beckett suelta una carcajada que resuena en el silencio del coche. —No sería un concurso. Nosotros los muchachos del sur sabemos cómo lanzar un puñetazo. —No has tenido nada como los algunos de los puños que han sido lanzados en mi dirección. —Justin acaricia la parte posterior de su cabeza en mi abdomen. —¿En serio? Ser putamente abofeteado por una chica enojada al descubrir que es de una sola noche no cuenta —responde Beckett, mirándome a los ojos y moviendo la cabeza para decirme que está inventándolo sólo para incitar a Justin. Tengo la sensación de que podría estar mintiendo. 118 —Mmm-hmm —murmura Justin y luego calla. Todos asumimos que está dormido, su respiración es velada, cuando habla de nuevo de una manera casi juvenil, de ensueño. —Trata tener a tu mamá persiguiéndote con un bate... —respira —... O que desprendan tu hueso a través de tu puto brazo —gruñe. Mis ojos miran a Beckett, con la misma cara de sorpresa que siento reflejada en la suya. —¿Ahora qué? Eso es mejor que un maldito golpe que te dé antes de que pateara tu trasero. —Emite una astilla de risa. —Es definitivamente mejor que tu puño cualquier día, hijo de puta —repite antes de que un suave ronquido salga de él. Mi mente inmediatamente parpadea a la cicatriz en su brazo, la que noté la semana pasada. Ahora sé por qué había cambiado de tema cuando se lo pregunté. Pienso en un pequeño niño huyendo de miedo, con los ojos verdes llenos de lágrimas mientras su madre la toma contra él. El dolor en mi corazón, que momentos antes era a causa de mis sentimientos por Justin ahora ha cambiado y se ha intensificado a algo que no puedo ni siquiera empezar a entender o comprender. La mirada en el rostro de Beckett me dice que esto es nuevo para él. Eso a pesar de que conoce a Justin durante todos estos años, no ha tenido una idea sobre el horror que su amigo sufrió cuando era un niño pequeño. —Como dije —susurra Beckett—. Línea de vida. —Mis ojos se disparan a él y sólo asiente con tranquila intensidad—. Creo que eres su línea de vida. Intercambiamos un asentimiento silencioso y de aceptación antes de mirar al hombre que amamos roncar suavemente en mi regazo.
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Driven #2.
Teen Fiction"¿Donde estas Ace? Te necesito." Gracias a la gran @mariquiwis por la portada tan hermosa.