—¿Estás seguro de que puedes manejarlo? —Sí —graciosamente me grita desde la cocina. —Porque si no puedes, puedo preparar algo muy rápido. —La imagen que acabas de traer a la mente de ti con un látigo, zapatos de tacón alto y nada más puesto, es exactamente lo que evita que prepare el desayuno. —Su risa vuela hasta la terraza donde estoy sentada. —Está bien, voy a quedarme aquí tranquilamente, disfrutando del sol, y te dejaré con las imágenes mientras espero mi comida. Puedo oír la nota despreocupada mientras se ríe de nuevo, y aligera mi corazón. Él parece tener escondida la pesadilla y el posterior al incidente, pero sé que está persistente debajo de la superficie, siempre esperando pacientemente para recordarle una vez más las atrocidades que tuvo que pasar cuando niño. Pesadillas. Vergüenza. La necesidad imperiosa de lo físico con las mujeres. Recuerdos tan horribles que vomita con la reaparición de ellas. Sólo puedo esperar que las causas que parpadean por mi mente de mi trabajo con niños pequeños con síntomas similares de estrés post traumático, no se apliquen a Justin.
Me obligo a suspirar y a alejar la tristeza y a disfrutar del agradable calor del sol de las primeras horas de la mañana; de disfrutar del hecho de que superamos la catástrofe que se había cernido sobre nosotros esta madrugada. Sólo puedo esperar que tal vez, con el tiempo, Justin confíe en mí lo suficiente como para abrirse y sentirse cómodo hablando conmigo. Por otra parte, ¿quién soy para pensar que seré especial y haré una diferencia con un hombre que ha estado aislado emocionalmente de todo el mundo durante tanto tiempo? Los parlantes en la terraza cobran vida a mi alrededor, y Baxter levanta la cabeza momentáneamente alerta antes de volver a echarse. Tendida en el diván, observo a los primeros madrugadores haciendo ejercicios en la playa. Supongo 31 que no es tan temprano ahora, después de nuestra diversión en la bañera. Juro que no sé qué se apoderó de mí y me llevó a actuar de esa manera. Esa no era yo, pero me divertí haciendo a Justin masilla en mis manos. Y cuando todo estuvo dicho y hecho, con el agua de la bañera enfriándose, se aseguró de que todo mi cuerpo terminara tan relajado como el suyo Y luego está el lado negativo de nuestro momento en la bañera. Su reconocimiento de que su promedio de vida útil con una mujer era cuatro o cinco meses. Mierda. Tawny podría estar en lo cierto. Él se aburrirá de mí y de mi falta de destreza en el dormitorio. Me encojo ante la noción de tiempo que se acaba para mí. El pensamiento hace que mi respiración se me quede atrapada y que el pánico llene cada uno de mis nervios. No puedo perderlo. No puedo perder lo que siento cuando estoy con él. Él significa mucho para mí ya, y soy yo la que está tratando de ser reservada con mis emociones. Jared Leto canta sobre estar más cerca del borde. Cierro los ojos pensando en que ya tengo ambos pies más allá de ese borde, y cómo Justin ha explicado explícitamente que no quiere balancearse delante de eso. Pero, ¿cómo no voy a caer en picada por él cuando me hace sentir muy bien? Trato de racionalizar que es sólo el increíble —y sorprende— sexo lo que está haciendo que sienta estos locos sentimientos después de sólo conocernos por tres semanas. Sé que el sexo no equivale al amor. Tengo que recordarme a mí misma eso. Una y otra y otra vez para evitar caer. Sin embargo, sus palabras, sus acciones, me dicen que soy más que sólo un rato para él. Todas desfilan por mi cabeza —diferentes cosas durante las últimas tres semanas—, y no puedo verlo pensar en que no hay una verdadera posibilidad entre nosotros. Si lo hace, entonces él me engañó. La voz de Matt Nathanson llena el aire a mi alrededor, y tarareo. Come on Get High, mis pensamientos se dispersan y desarticulan, pero estoy curiosamente contenta. —¡Voila! Abro los ojos para ver Justin bajar un plato sobre la mesa junto a mí y, cuando veo su contenido, me río en voz alta. —Es perfecto, señor, y aprecio más profundamente tus finas habilidades de gastronomía. —Me estiro y tomo un bocado de mi bagel tostado con queso crema gimiendo dramáticamente con apreciación—. ¡Delicioso! 32 Él hace una reverencia teatral, obviamente satisfecho de sí mismo, y se deja caer a mi lado. —Gracias. Gracias. —Se ríe, tomando una mitad del plato y dando un gran bocado. Se inclina volviéndose sobre un codo, con sus definidos abdominales al descubierto y pantalones cortos bajos en sus caderas. La visión de él basta como una comida en sí misma. Comemos, haciéndonos bromas uno al otro, y en silencio me pregunta qué vendrá a continuación. Por mucho que no lo quiera, creo que tengo que llegar a casa y poner un poco de distancia entre los dos antes de que la noche que pasamos juntos y los sentimientos se solidifiquen y vengan tropezando accidentalmente fuera de mi boca. * * * —Te dije que los dejaras —dice Justin detrás de mí mientras lavo el plato. —Grace los tomará o limpiará después. —No es gran cosa. —Sí lo es —susurra en mi cuello, enviando un impulso eléctrico directamente a mi sexo mientras desliza sus brazos alrededor de mi cintura y tira de mí hacia atrás contra él. Dios, podría acostumbrarme a esto. Estoy agradecida de que no pueda ver la expresión de mi cara que debe ser uno de completa satisfacción. De adoración. De contenta. —Gracias, _____. —Su voz es tan tranquila que casi me pierdo las palabras por encima del ruido del agua. —Es un plato y un cuchillo, Justin. En serio. —No, _____. Gracias. —Sus palabras están inundadas de sentimientos de un hombre que se ahoga en emociones desconocidas. Bajo el plato y cierro el agua, para poder oírlo. Así que le puedo permitir ese momento de expresar lo que sea que tiene que decir. Puede ser que no sea muy experimentada en lo que respecta a los hombres, pero sé lo suficiente para reconocer en qué en casos raros en que quisieran hablar sobre sus sentimientos o emociones, era el momento de estar en silencio y escuchar. 33 —¿Por qué? —pregunto a la ligera. —Por esta mañana. Por dejarme sacar toda mi mierda mientras te necesitaba. Por dejarme usarte a falta de un término mejor. —Mueve mi cola de caballo hacia la parte de atrás de mi cuello y me da un suave beso allí—. Por dejarme tenerte y por no quejarte cuando no te di lo que necesitabas. Sus palabras, la reflexión detrás de ellas, me hacen morderme el labio para impedir caer en la trampa verbal que me preocupaba antes. Me tomo un segundo para pensar en mis siguientes palabras, para no equivocarme —Bueno, me compensaste más que bien en la bañera. —¿En serio? —Acaricia ese punto sensible justo debajo de mi oído que me vuelve loca—. Es bueno saberlo, pero sigo pensando que podría necesitar corregir aún más la inestable situación de antes. —¿En serio? —Mmm -hmm. —Eres insaciable, Justin. —.Me río, girando en sus brazos para que mis labios capturen los suyos en un tentador beso que canaliza chispas por todo mi cuerpo hasta la punta de mis dedos. Sus manos se aferran por mi torso y sobre mi espalda, apretándome contra él. —Ahora hablemos de esa imagen que no puedo quitarme de la cabeza de ti con un látigo y el uso de sólo tacones de color rojo brillante. —La sonrisa maliciosa en sus labios hace que el calor fluya de mis dedos del pie hacia arriba. —¡Ejem! —El sorpresivo carraspeo me hace saltar detrás de Justin como si me hubieran chamuscado con fuego. Levanto la cabeza en alto, el calor quemando a través de mis mejillas cuando oigo gritar a Justin: —¡Hola, viejo! —Y luego abrazar a quien sea en un enorme abrazo de oso. Se voltean, abrazados con tanta fuerza que sólo puedo ver la cara de Justin, el gusto evidente en su expresión. Capto palabras murmuradas en voz brusca, mientras se aferran uno al otro, palmeando cada uno en la espalda del otro y, cuando creo que sé quién es mi rubor se profundiza con el conocimiento de que oyó lo que Justin me dijo. Mi corazonada se confirma cuando los dos se separan y el visitante pone una mano 34 al lado de la cara de Justin y lo mira fijamente, la preocupación grabada en su cara por lo que sea que ve en los ojos de su hijo. —¿Estás bien, hijo? Justin sostiene la mirada de su padre por un momento, el músculo de su mandíbula pulsando mientras le da rienda suelta a las emociones jugando en su rostro. Después de un sutil asentimiento, una suave sonrisa sube a la comisura de sus labios. —Sí... Estoy bien, papá —vacila antes de mirar hacia mí y luego de vuelta a su padre. Se atraen uno al otro en otro rápido abrazo del machos golpeándose fuerte la espalda antes de separarse, y los ojos claros y grises de Andy Westin se vuelvan como dardos hacia mí y luego de vuelta a Justin, el amor y creo sorpresa en un shock reflejado en ellos. —Papá, quiero que conozcas a _____. —Justin se aclara la garganta—. _____ Thomas. La mujer a la que siempre relacionarás con un látigo y zapatos de tacón rojo. Qué dulce. ¿Puedo morir ahora? Andy refleja mi paso al frente y extiende una mano hacia mí. Trato de actuar con calma, pretendiendo como si no estuviera frente a una leyenda de Hollywood que me atrapó en una situación comprometedora, y cuando veo la vergüenza mezclada con la incredulidad de sus ojos, me relajo un poco. —Encantado de conocerte, _____. Sonrío suavemente, mirándolo a los ojos mientras sacudo su mano. —Igualmente, Sr. Westin. No es grande en estatura como esperaba, pero hay algo en él que le hace parecer más grande que la vida. Es la sonrisa lo que me cautiva. Una sonrisa que podría hacer que la más dura de las personas se suavice. —Bah, no seas tonta —me reprende, soltando mi mano y quitando su cano cabello de la frente—. Me llamo Andy. —Le sonrío en aceptación mientras dirige su rostro hacia Justin, con una mirada perpleja en sus ojos y una sonrisa de satisfacción en su boca—. No quería interrumpir nada. —No lo hiciste —dejo escapar. Justin se vuelve hacia mí, con una ceja arqueada por mi firme rechazo y agradezco cuando no me corregirme. 35 —Tonterías, _____. Mis disculpas. —Andy mira a Justin de nuevo y le da una mirada indiscernible—. He estado trabajando en Indonesia durante por los últimos dos meses. Llegué a última hora anoche y quería ver a mi hijo aquí. Acaricia a Justin en la espalda, y su evidente amor por su hijo me agrada mucho más. Y aún más dulce que la adoración de Andy por su hijo es la reciprocidad de Justin. El rostro de Justin se ilumina con reverencia completa mientras mira a su padre. —De todos modos, siento haber irrumpido. Justin nunca ha... —Se aclara la garganta—. Justin está por lo general está fuera, recuperándose del caos de la noche anterior. —Se ríe. —Ustedes dos, obviamente, no se han visto en mucho tiempo, así que no me meteré en su camino. Iré a tomar mi bolso y me pondré en mi camino. —sonrío educadamente y luego frunzo el ceño cuando me doy cuenta de que no tengo mi coche para conducirlo. Justin me sonríe, al darse cuenta de mi descuido. —Papá, tengo que llevar a _____ a casa. ¿Quieres quedarte aquí o puedo pasar por tu casa más tarde? —Tómate tu tiempo. Tengo algunas cosas que hacer. Pasa si tienes oportunidad, hijo. —Andy se vuelve hacia mí, con una sonrisa cálida de invitación en sus labios—. Fue un placer conocerte, _____. Espero volver a verte. El regreso a la casa de Malibu es hermoso como es de esperarse, pero la capa de nubes empieza a moverse y a sofocar la costa cuanto más nos acercamos a Santa Mónica. Hablamos de esto y de aquello, de nada serio, pero al mismo tiempo tengo la sensación de que Justin se distancia un poco de mí. No es nada de lo que dice en sí, sino es más por lo que no dice. No es grosero, sólo se queda en silencio, pero es notable. Esos pequeños detalles están ausentes. Las miradas de conocimiento y las sonrisas suaves se fueron. Las bromas lúdicas y silenciosas. Supongo que está tomando el impulso de pensar en su sueño, así que lo dejo con sus pensamientos y miro por la ventana viendo la costa volar. La radio está baja y la canción, Just Give Me a Reason por Pink se oye suavemente en el fondo, mientras salimos de la autopista y nos dirigimos hacia mi casa. Canto en voz baja, las palabras haciéndome pensar en esta mañana y, mientras sigo el coro, me doy cuenta de que Justin mira por encima de mí a mi periferia. Sé cuando escucha las letras porque niega y la más pequeña de las sonrisas llega a sus labios, y es su 36 reconocimiento en silencio de mi don para encontrar la canción perfecta para expresar mis sentimientos. Nos quedamos en un silencio contemplativo por un tiempo más hasta que finalmente Justin habla. —Entonces, um, tengo una agenda muy ocupada y loca las próximas dos semanas. —Mira por encima de mí momentáneamente, y asiento antes de que mire de nuevo al semáforo frente a nosotros—. Tengo un anuncio que filmar un comercial para Merit, una entrevista con Playboy, um... Una entrevista en vivo con Kimmel y una porción entera de otra mierda —dice cuando la luz cambia a verde—. Y eso no incluye la totalidad de la muestra de perros y ponies que viene con el patrocinio con ustedes. No tomo ninguna ofensa del comentario porque no estoy demasiado entusiasmada con que el espectáculo de perros y del ponies tampoco. —Bien, eso es bueno, ¿verdad? La publicidad siempre es buena. —Sí. —Puedo decir que está irritado con el pensamiento mientras se desliza sus gafas de sol—. Tawn está haciendo un gran trabajo obteniendo prensa este año. Es bueno y todo... y estoy agradecido de que haya atención, pero entre más mierda hay, menor es el tiempo que tengo en la pista. Y ahí es donde tengo que concentrar mi tiempo con la maldita temporada a la vuelta de la esquina. —Es comprensible —le digo, sin saber qué más decir mientras entramos en mi calle, incapaz de evitar la sonrisa de suficiencia que tira de las esquinas de mi boca. Han sido unas profundas veinticuatro horas con Justin. Me dejó entrar en su mundo personal, y eso cuenta para algo. Nuestra química sexual sigue siendo fuera de serie, y creo que realmente se intensificó después de nuestra noche juntos. Le hablé de Max, y él escuchó con compasión y sin juzgar. Luego tuvimos esa mañana. Una hora llena de palabras venenosas y de abrumadoras emociones. Y ni una sola vez mencionó su estúpido arreglo conmigo. Cómo si sólo aceptara menos cuando yo sólo aceptara más; nos encontramos en un callejón sin salida proverbial a pesar de que sus acciones expresan exactamente lo contrario. 37 Tal vez mi sonrisa refleja mi optimismo sobre las posibilidades entre nosotros. Que las palabras de Justin no dichas hablan tanto para mí como sus palabras lo hacen. Suspiro mientras vamos a la entrada, y Justin abre la puerta para mí. Me ofrece una apretada sonrisa antes de colocar su mano en la parte baja de mi espalda y nos dirige a mi camino de entrada. Lucho para averiguar lo que su silencio está diciendo, no leyendo demasiado en él. —Gracias por una gran noche —le digo mientras me dirijo hacia él en el porche, con una sonrisa tímida en mis labios—, y... —Dejo la palabra a la deriva mientras busco la forma de abordarlo hoy. —¿Por una increíble follada matutina? —Termina por mí, con el pesar pesando en su voz y la vergüenza nadando en sus ojos. —Sí, eso también —admito suavemente mientras Justin gira su atención a un ausente jugueteo con el manojo en las llaves en su mano—. Pero lo superaremos... Su mirada se queda clavada con sus llaves, sus ojos nunca se levantándose a los míos cuando habla. —Mira, lo siento. —Suspira, pasándose la mano por su cabello—. No sé cómo... —Justin, está bien —le digo, levantando la mano para apretar su bíceps reconfortablemente, algún tipo de contacto para hacerle saber que ya dije mi parte esta mañana y mi falta de tolerancia de que ocurra de nuevo. —No, no está bien. —Por fin levanta la cabeza, y puedo ver las emociones en conflicto en sus ojos. Puedo sentir la indecisión de sus pensamientos—. No mereces tener que lidiar con esto... con todas mis cosas —murmura en voz baja, casi como si estuviera tratando de convencerse a sí mismo de sus propias palabras. Y me doy cuenta de que su lucha interna tiene que ver con mucho más que esta mañana. Sus ojos nadan con pesar, y se estira para meter un mechón de pelo suelto detrás de mi oreja mientras busco en su cara para tratar de entender sus palabras no dichas. —Justin, ¿qué estás...? 38 —Mira lo te que hice esta mañana. Las cosas que te dije. ¿Te lastimé y te empujé? Ese soy yo. Eso es lo que hago. No sé cómo... ¡Mierda! —Se espeta a sí mismo antes de girarse y mirar hacia la calle, donde un adolescente está haciendo su camino por la acera. Me centro en el sonido de sus ruedas al chocar con las líneas de los paneles de la acera mientras proceso lo que Justin está diciendo. Él se da la vuelta y las líneas grabadas en sus rasgos son más llamativas porque cierra los ojos un momento y toma una respiración profunda para prepararse para lo que viene después. Por lo que veo su expresión resignada. —Me importas, _____. Me importas. —Sacude la cabeza, el músculo en su mandíbula pulsando mientras la aprieta, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. No sé cómo ser... —Tropieza con las palabras tratando de sacar lo que quiere decir—. Lo menos que te mereces es alguien que trate de ser eso para ti. —¿Qué trate de ser qué para mí, Justin? —Doy un paso más cerca mientras él da un paso atrás, dispuesto a permitir que se rompa nuestra conexión. Mi desconcierto en cuanto a sus confusas declaraciones no hace nada para aplastar la inquietud que se apodera de la boca de mi estómago y se arrastra hasta exprimir mi corazón. Abro los labios y respiro profundamente. Su malestar es evidente y sólo quiero alcanzarlo y envolver mis brazos a su alrededor. Tranquilizarlo con la conexión física que parece necesitar más que nada. Él mira hacia abajo de nuevo y suelta un suspiro de frustración mientras jala otro. —Lo menos que te mereces es a alguien que trate de ser lo que necesitas. Que te dé lo que quieres... y no creo poder hacer eso. —Sacude la cabeza, con los ojos fijos en sus malditas llaves. La cruda honestidad en sus palabras hace que mi corazón se me suba a la garganta. —Gracias por haber... por haber vuelto esta mañana. Por fin dice algo a lo que pueda aferrarme, un trampolín del que tenga que saltar. —¡Eso exactamente, es correcto! —le digo. Utilizando uno de sus movimientos, me acerco y levanto su barbilla por lo que está obligado a mirarme a los ojos, por lo que se ve obligado a ver que no le tengo miedo a la forma en que 39 es. Que puedo ser suficientemente fuerte por nosotros dos, mientras arregla la mierda en su cabeza—. Volví. Por ti. Por mí. Por lo que somos cuando estamos juntos. Por las posibilidades de lo que podemos ser si sólo me dejas entrar... Paso la mano por el lado de su mejilla y por la base allí. Él cierra los ojos con mi toque. —Es demasiado, demasiado rápido, _____. —Respira y abre los ojos para encontrarse con los míos. Su temor es desgarrador—. Durante mucho tiempo he... tu generosidad lo consume todo... —lucha, estirándose para tomar la mano que enmarca su rostro—. No te puedo dar lo necesario porque no sé vivir, sentir, respirar, si no estoy roto. ¿Y estar contigo? Te mereces a alguien que esté completo. Yo sólo no puedo... La letra de la canción del coche pasa con un flash por mi mente, y están fuera antes de que pueda evitarlo. —No, Justin. No. —.Le digo, asegurándome de que sus ojos están en los míos—. No estás roto, Justin. No estás más que doblado1. A pesar de que lo digo con intención seria, Justin deja escapar una risa autocrítica por mi cursilería con la letra de una canción por tratar de expresarme. Niega hacia mí. —¿En serio, _____? ¿La letra de la canción? —pregunta, y me encojo de hombros hacia él, dispuesta a intentar cualquier cosa para sacarlo de este atolladero al que se mantiene volviendo. Veo que su sonrisa se desvanece y la preocupación vuelve a sus ojos—. Sólo necesito tiempo para procesar esto... que... es demasiado... Puedo sentir su dolor y en lugar de sólo estar allí y verlo manifestarse en sus ojos, opto por darle lo que necesita para confirmar nuestra conexión. Doy un paso hacia él y presiono mis labios contra los suyos. Una vez. Dos veces. Y luego deslizo mi lengua entre sus labios y conecto con los suyos. Él no escuchará las palabras, así que tengo que enseñárselas con esto Con la punta de mis dedos recorro su mandíbula y su pelo. Con mi cuerpo presiono firmemente contra él. Con mi lengua bailando la de él en un perezoso, beso decadente. Poco a poco él suelta la tensión en su cuerpo mientras acepta y se entrega a la sensación entre nosotros. Al deseo. A la necesidad. A la verdad. Sus manos se 1 Just Give Me a Reason: En el coro de la canción dice "No estamos rotos, sólo doblados" 40 deslizan hacia arriba para tomar los lados de mi cara, sus pulgares acarician con ternura mis mejillas. Suave aspereza, como nosotros dos. Él planta un último, largo beso en mis labios y luego apoya su frente en la mía. Nos sentamos allí por un momento, con los ojos cerrados, con la respiración calada sobre el otro, y buscando en las almas. Me siento congelada. Contenida. Conectada. —Una parada en los pits —susurra contra mis labios. Las palabras salen de la nada, y me sacuden con su sonido. ¿Me lo repites? Trato de tirar hacia atrás para mirarlo, pero él mantiene un firme control sobre mi cabeza y me sostiene en su contra, frente a frente. No estoy segura de cómo responder. Mi corazón es incapaz de seguir el camino que acaba de elegir mientras mi cabeza ya está cinco pasos delante de él. —¿Una parada en los pits? —Digo lentamente mientras mis primeros pensamientos corren a trescientos kilómetros por hora. Él suelta su agarre en mi cuello, y me inclino hacia atrás para poder mirarlo, pero se niega a encontrarse con mis ojos. —O hay una parada o le diré a Sammy que deje un juego de llaves de la casa de Palisades y nos reuniremos allí de aquí en adelante —Poco a poco levanta sus ojos a los míos —. Para evitar que las líneas se vuelvan difusas. Lo oigo decir las palabras, pero no creo que en realidad las escuche. No puedo comprenderlas. ¿Acaba de decirme que después de anoche, después de esta mañana, seguirá con esto adelante y seguirá con esta mierda? ¿Que me empujará de nuevo a esa categoría en su vida? ¿Así que esta es la forma en que seguirá? Joder, Bieber. Doy un paso atrás, necesitando la distancia de su toque, y en silencio nos quedamos mirándonos el uno al otro. Miro al hombre que se rompió frente a mí antes y que está tratando de distanciarse de mí, tratando de recuperar su estado aislado de autopreservación. Su solicitud pica, pero me niego a creer en ella, me niego a creer que no siente nada por mí. Tal vez todo esto lo asustó, alguien acercándose demasiado cuando está acostumbrado a estar solo. Tal vez está usando su reserva y tratando de hacerme daño, de ponerme en mi lugar, así no le podría hacer daño en el largo plazo. Quiero desesperadamente creer que se trata de eso, pero es tan duro para no dejo que la persistente duda tuerza su camino a mi psique. 41 Espero que pueda ver la incredulidad en mis ojos. El shock en mi cara. La temeridad de mi postura. Empiezo a procesar el dolor que está emergiendo, el sentimiento de rechazo persistente en la franja, cuando lo entiendo. Está intentándolo. Puede ser que me diga que necesita un descanso, pero también me dice que tengo una opción. O le doy el espacio que necesita para procesar lo que está pasando en su cabeza o puedo elegir la ruta del arreglo. Me dice que me quiere aquí como parte de su vida —por ahora—, pero que está abrumado por todo. Lo está intentando. En lugar de alejarme y deliberadamente lastimarme para hacer esto, me lo está pidiendo, utilizando un término que le dije que usara si necesitaba un poco de espacio para poder entender lo que le está pasando. Empujo el dolor y el abatimiento que brota, porque a pesar de entenderlo aún duele la proverbial bofetada. Tomo una respiración profunda, esperando que la parada en los pits que me está pidiendo sea el resultado de un pinchazo y no porque la carrera esté por terminar. —Está bien —. Dejo la palabra rodar sobre mi lengua. — Una parada en los pits será entonces. —Le ofrezco, resistiendo el impulso de envolver mis brazos alrededor de él y utilizar el aspecto físico para tranquilizarme. Él se acerca y pasa su pulgar por mi labio inferior, sus ojos tienen una profundidad tácita por las emociones. —Gracias —me susurra, y por un segundo, lo veo en sus ojos parpadear. Alivio. Y me pregunto si es porque se siente aliviado de que elegí una parada en vez del arreglo o porque se irá caminando en estos momentos sin ser empujado más lejos. —Mmm -hmm —es todo lo que puedo decir mientras las lágrimas atascan mi garganta. Justin se inclina hacia adelante y cierro los ojos un momento mientras da un beso reverente en mi nariz. —Gracias por lo de anoche. Por esta mañana. Por esto. —Acabo por asentir, sin confiar en hablar cuando pasa la mano a lo largo de mi brazo y me aprieta la mano. Retrocede una fracción, con los ojos en los míos—. Te llamaré, ¿de acuerdo? 42 Acabo por asentir de nuevo hacia él. ¿Me llamará? ¿Cuándo? ¿En un par de días? ¿En un par de semanas? ¿Nunca? Se inclina hacia delante y roza mi mejilla con un beso. —Adiós, _____. —Adiós —le digo, apenas un susurro. Él me aprieta la mano una vez más antes de darme mi espalda y caminar por la pasarela. El orgullo por el pequeño paso que dio hoy teñido con un destello de miedo, me llena cuando lo veo a subirse a su Range Rover y salir de la calzada, hasta que da la vuelta a la esquina saliendo de mi vista. Niego y suspiro. Taylor Swift sin duda está en lo correcto. Amar a Justin es como conducir un Maserati en una calle sin salida. Y con lo que acaba de decirme, me siento como si me hubiera golpeado en la cabeza primero.
ESTÁS LEYENDO
Driven #2.
Teen Fiction"¿Donde estas Ace? Te necesito." Gracias a la gran @mariquiwis por la portada tan hermosa.