Capitulo Tres

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_____ iba sentada a su lado, en silencio, pero a Justin le llegaba su perfume. Y de vez en cuando la oía suspirar.
—¿Estás enfadada conmigo o con Tim?
—¿Qué? —murmuró ella, distraída—. Con ninguno de los dos. Le agradezco mucho su ayuda, señor Bieber. Y Tim también se lo agradecerá algún día, estoy segura.
Él no estaba de acuerdo, pero se había equivocado antes. Tal vez la clínica de rehabilitación era lo que Tim McCoy necesitaba. Y si no, tarde o temprano acabaría en la cárcel.
—Le he estado llamando toda la semana —admitió _____ —. Intentando explicárselo, pero no lo había visto hasta hoy. Y está tan enfadado…
—Tú sabes que te ataca porque es lo más seguro, ¿no? No es capaz de admitir que tiene un problema, así que culpa a todo el mundo menos a sí mismo.
—Lo sé, pero no es fácil escuchar ciertas cosas.
Tim era muy afortunado por tener una hermana como ella, pensó Justin. Aunque tampoco lo reconocería.
—Intenta animarte.
—Sí, claro no se preocupe, haré mi trabajo como habíamos quedado —_____ se mordió los labios—. De todas formas, a mí estas cosas no se me dan bien.
Mal momento para reconocer eso, pensó Justin, divertido por su sinceridad.
—¿Ir a fiestas? No hay mucho que hacer, estar guapa y mirarme con gesto embelesado. Tú has estado en la universidad, no creo que esto te resulte difícil.
—Es algo más. ¿O es que no se espera que hable con nadie?
—Tampoco creo que tengas ningún problema para hablar con nadie.
—Sí, bueno, usted da menos miedo que un salón lleno de gente, señor Bieber.
—Por cierto, deberías empezar a llamarme Justin y no señor Bieber.
_____ suspiró de nuevo y el sonido le gustó. Era sexy. La clase de suspiro que una mujer podría dejar escapar mientras…
Justin interrumpió tales pensamientos. _____ McCoy era muchas cosas, ¿pero sexy?
Entonces miró sus muslos bajo la falda corta. En fin, el adjetivo se le podía aplicar perfectamente, pero eso no era lo importante. La había contratado para hacer un papel, nada más. Además, no era su tipo.
—Justin —repitió ella.
Él giró la cabeza y sus ojos se encontraron. Los de ella azules, grandes, rodeados de largas pestañas. Llevaba el pelo diferente, pensó, recordando sus rizos. Aquella noche caía en suaves ondas por debajo de los hombros. Muy elegante. Aunque él prefería los rizos. El vestido era apropiado y destacaba sus curvas… por no hablar de los muslos.
—Estás muy guapa.
_____ tiró del bajo del vestido.
—Fue idea de Cameron. Es estupendo, por cierto. Muy divertido y lo sabe todo sobre moda. Hizo una lista para que supiera con qué zapatos iba cada vestido.
—Cameron sabe mucho de estas cosas.
—Me dijo que habíais sido compañeros en la universidad.
Justin rió.
—Eso fue hace mucho tiempo. Admito que fue el primer homosexual que había conocido y que al principio no me hizo mucha gracia tenerlo como compañero de habitación.
—¿Demasiado macho para entenderlo? —preguntó ______.
—En parte, supongo. Pensaba que me atacaría cuando estuviera dormido, lo cual fue una estupidez por mi parte. Tardamos algún tiempo, pero nos hicimos amigos. Luego, cuando regresó a Los Ángeles para abrir su negocio, volvió a ponerse en contacto conmigo y me convirtió en su cliente.
—Es un chico muy amable. Mis primas y Kami también lo pasaron estupendamente yendo de compras.
—¿Fueron contigo?
—Sí, claro. Dijiste que podría quedarme con la ropa, pero no creo que yo vaya a ponerme estos vestidos nunca más. No es algo que pueda usar para ir al colegio —sonrió _____—. Así que fueron conmigo para dar su opinión. Como todas tenemos más o menos la misma talla…
—¿Vas a regalarles la ropa?
—Si no te importa, sí. Dijiste que no tenía que devolverla.
—No, yo no la quiero. Es tuya.
—Gracias.
Justin se quedó pensativo. No imaginaba a ninguna otra mujer regalando un vestuario tan caro. Era lógico que no quisiera ponerse esos vestidos para ir a trabajar… ¿pero no salía con nadie? ¿No quería quedarse con la ropa por si acaso la necesitaba en alguna ocasión? Eso no tenía sentido para él y quería entenderla porque para ganar había que entender al contrario y explotar sus debilidades. Había comprado el tiempo de ____, pero no confiaba en ella. Claro que era normal porque él no confiaba en nadie. Nunca.
* * *
____ pasó las manos por la lujosa piel del asiento. El coche, un deportivo alemán, olía a nuevo. El motor era silencioso, el salpicadero lleno de botones y mandos. Daba la impresión de que para poner la radio habría que tener un título en ingeniería.
—Es un coche precioso.
—Gracias.
—La radio de mi coche hace un ruido rarísimo. El mecánico dice que no le pasa nada, pero suena fatal.
—¿No la puedes arreglar?
____ lo miró por el rabillo del ojo.
—Podría y lo haré en algún momento, cuando me toque la lotería. Pero antes necesito cambiar las ruedas. Con los coches viejos siempre pasa algo, ¿verdad? Pero no importa, tenemos un trato: él arranca todas las mañanas y yo no me compro otro.
____ sonrió.
—¿Hablas con tu coche?
—Sí, claro. Aunque seguramente tú no lo harías.
—Tu coche y yo no nos conocemos.
—Puedo presentaros, si quieres —rió _____.
—No, gracias —dijo él, girando a la izquierda después de un semáforo.
—He estado pensando… voy a conocer a mucha gente y me preguntarán cuándo nos conocimos.
—Hace tres meses.
—Ah, muy bien. ¿Qué tal si decimos que fue un fin de semana? Tú ibas a la playa, me viste parada a un lado de la carretera porque había pinchado y te detuviste para ayudarme.
—Nadie se creería eso.
—¿No pararías para ayudar a alguien?
—No lo creo.
—Pues deberías hacerlo. Es buen karma

Seducida por un millonario(Justin y tu) (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora