Capitulo 12 Ausencia

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Mi padre no ha vuelto desde ese día, lo he estado buscando con la vista, por todas partes, pero el mundo es realmente un lugar bastante grande como para abarcarlo por completo.

Mi abuela y yo practicamos hasta que los insectos nos empiezan a fastidiar, antes bajábamos cuando mi padre llegaba, siempre tenía que gritar para avisarnos e ir a cenar con él.

Pero ya no ocurre eso, ahora sólo lo espero y lo busco hasta que amanece y es otro día...he llegado a pensar...que tal vez nos abandonó...tal vez sólo se fue de aquí...aunque eso no me lo quiero creer, no me ha dejado todo éste tiempo, ¿por qué lo haría ahora?

Sólo estoy preocupada, no quiero estar triste, porque no creo, mejor dicho, me niego a creer que él nos ha dejado.

Ya han pasado varios días y él no llega, ¿qué le pasó?

Mi abuela está muy seria, nunca la había visto así, ya no ha sonreído tanto como antes, a veces es notable que su sonrisa es fingida, pero entiendo que no hay muchos motivos para sonreír ahora, o más bien, ahora hay un buen motivo para estar triste.

Una tarde tuvimos una visita inesperada...Miguel, mi profesor y tío de mi muy extrañado amigo Cody había viajado de la ciudad a aquí para informarle a mi abuela de algo, ella no me permitió estar ahí, supuse que porque no quería que mi gesto se pusiera peor, así que tuve que salir, pero aún así cerré los ojos e intenté leer los labios de Miguel, lo cual no fue nada sencillo.

La expresión de mi abuela me ayudó a notar que hablaban de mi padre, mostraba preocupación.

Abrí los ojos sin poder evitar reflejar lo mismo en mi rostro.

-"Mi papá está en problemas"- fue lo primero que pensé, ahora quería saber qué tipo de problemas.

No sabía cómo iba a hacerlo, pero tenía que ayudarlo. Así que me encerré temprano en el cuarto secreto y aproveché el tiempo para hacer una maleta. Ya siendo de noche y teniendo un plan, cerré los ojos para comprobar que todo iba a salir bien. Mi abuela le había dado la habitación en la que dormía mi tía cuando venía de visita a Miguel y se había ido al suyo a dormir, así que era una gran oportunidad para actuar.

Antes de salir de mi guarida coloqué las almohadas y las cubrí con mi sabana de modo que parecieran como si yo estuviera acostada allí, y para darme un poco más de tiempo aseguré la puerta del cuarto de mi padre. Abrí la ventana, respiré profundamente, lo cual  más que para tomar aire, lo hice para tomar valor, ya que nunca había hecho algo así antes, y salí sin pensarlo de nuevo.

Bajé trepando por el árbol que había enfrente de la ventana, mientras me preguntaba si mi papá había hecho eso alguna vez en su juventud, no pensé mucho tiempo en eso, porque bajar me tomó menos tiempo del pensado, ya segura en el suelo cerré los ojos de nuevo para comprobar que seguían todos dormidos.

Corrí lo más rápido que pude hacía el camino, fue un poco doloroso pasar por el pasto, ya que me pegaba con cada paso que daba, pero logré salir y seguí corriendo, para cuando me cansé de correr llevaba unos tres minutos en el camino, no sabía dónde estaba mi padre, pero sabía que él iba a buscarme en cuanto se diera cuenta de que no estaba ya en la cabaña, fue entonces que me llegó a la mente la idea de..."¿y si no puede buscarme?".

Dejé de caminar y me quedé parada en la oscuridad, siendo la luna la única cosa que me proporcionara luz.

-"Yo..."- esto no lo había pensado hasta ahora, así que supuse que mi mente estaba tratando de convencerme de volver- "tengo que encontrarlo".

No podía permitir que el miedo me dominara.

Me había enterado de que no había vuelto porque no quisiera, era un buen padre, me había protegido, ahora yo tenía que protegerlo.

Seguí caminando con paso decidido lo más lejos que pude, hasta que mis piernas no resistían, me acosté al lado del camino, escondida entre las plantas.

Decidí seguir en la mañana, con el estomago vacío y un poco de dolor de espalda por haber pasado la noche en el suelo, pero nada podía detenerme, estaba decidida a encontrar a mi padre y ayudarlo.

A medio camino me puse a pensar en que tal vez ya se habían dado cuenta de que no estaba en la cabaña, o tal vez pensaran que estoy molesta...no, mi abuela ya habrá abierto la puerta con su llave, seguramente el desayuno se le cayó al suelo al darse cuenta de que no eran más que almohadas las que estaban en la cama, espero que esté bien sin mí y que no salga a buscarme.

Tal vez debí preguntarle a Miguel dónde estaba, pero luego recordé a Cody.

-"Si encuentro a Cody él me ayudará a buscar a mi padre"- sonreí ante la idea de volver a verlo, realmente lo extrañaba y me emocionaba pensar en reencontrarme con él, pero me calmé rápido, porque mi padre era lo más importante en ese momento.

Estuve caminando por días sin comer, en las noches, cuando mis piernas estaban agotadas, revisaba mi parche, para ver qué cosas podía hacer, me enteré así de que podía proporcionarme más que loxar en la sangre, podría anestesiar heridas profundas, también hacerme entrar en hibernación o algo así y por suerte era capaz de transformar ciertos elementos en suero y eso fue lo que me mantuvo con vida.

Cuando logré llegar a la ciudad, ésta se hallaba amurallada, era muy extraño, me alegré de que mi padre me hubiera podido sacar a tiempo, supuse que no sería sencillo entrar.

La ciudad era demasiado grande como para rodearla y buscar otro modo de entrar, de pronto comenzó a llover, me tuve que refugiar entre los árboles que había lejos de la ciudad, por donde yo había venido, fue una suerte, porque minutos después llegó un vehículo lleno de soldados eugenésicos, si hubiera seguido haciendo la tonta junto a la ciudad seguramente ya estaría encerrada o algo peor.

Me quedé escondida en posición fetal en el interior de un arbusto muy espeso con los ojos cerrados.

Los miré con atención, eran siete, llegaron a la puerta de la ciudad y hablaron con el soldado vigía, los dejaron pasar sin problemas y me frustré cuando vi la puerta abierta, sin embargo me quedé en el arbusto oculta y me concentré en buscar otro modo de pasar.

No hallé nada que sirviera de entrada,  y obviamente, por ser una muralla, no podría saltarla.
Observé por un largo rato, sin encontrar manera de pasar.

Decidí mirar al interior.

Todo estaba en calma al principio, me alejé un poco de la muralla y pude observar que las personas iban hacia un lugar en específico, la mayoría del gentío estaba compuesta por civiles, aunque había uno que otro soldado entre ellos para mantener la calma.

Seguí a la multitud que cada vez se hacía más grande, llegué a un punto en el que se amontonaban y se detenían al ver que no podían avanzar más, algunos atravesaban a la gente con sus habilidades, otros volaban como podían, y sólo algunos pocos hacían levitar sillas con ellos. Pero todos estaban realmente serios y querían prestar atención a un solo punto, en el cual habían soldados eugenésicos.

Los soldados tenían a un hombre con ellos, estaba en malas condiciones, se veía algo delgado y pálido, también tenía unos cuantos signos de violencia física. Pude reconocerlo al instante, ese hombre era mi padre.

Katherine, la ladrona [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora