Capitulo 3 La risa de Cody

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La segunda prueba es mucho más larga y es como si ya fuéramos estudiantes, quieren que veamos cómo son las cosas por aquí, Miguel nos ha explicado de nuestro lugar, somos la sección cuatro y siempre somos pocos, uno o dos, tres cuando mucho, o eso creo.

He intentado hablar con Cody, pero es como hablarle a tu eco, la conversación se repite y se repite.

Llevo una semana y cada vez nos miran más raro, me decido a terminar con eso y trato de alejarme de Cody, me quedo en la sección cuatro, pero él se queda conmigo, está comenzando a hartarme.

—La segunda prueba es básicamente una especie de observaciones, yo solo debo de prepararlos para que cuando sea el momento su don se revele...
—Parece que soy la única que le presta atención a Miguel— digo susurrando.
—¿Qué quieres decir? —susurra Cody.
—Seré directa, deja de mirarme así.
—¿Así cómo?
—Solamente deja de mirarme, ¿quieres?
—Sólo, te miro porque, me gustan tus ojos.

Me está poniendo nerviosa.

—Me alegro, ahora por favor olvídalo.
—No puedo.
—¿Porqué no?
—Es que...
—Cody, presta atención a la clase por favor— dijo Miguel.
—Lo siento, Tío.

Después de ese día no pude evitar pensar en lo que me diría, ¿Acaso es que todo lo que dice me dejará pensando?, le gustan mis ojos, a mi no.
El loxar no me ha cambiado mucho desde la ultima vez, aunque noté que había rebasado a mi Padre, habría notado que no soy idéntica a mi Madre si tuviéramos fotografías de ella en la casa, la extraño mucho, creo que no la había extrañado tanto desde que murió, deseo escuchar su voz otra vez, quiero que me cante para dormir como lo hacía cada noche, me resulta difícil dormir por la omni visión, si no fuera porque me desmayé aquel día, no recordaría su voz, intenté cantarme a mi misma ya que mi voz se parece a la de ella, pero no es lo mismo.

Y nunca lo será.

No desde el loxar, constantemente sueño con ese día, veo a esa chica en frente de mí y pasa a mi lado, luego descubro que se llevó mis ojos y estoy ciega, no logro ver nada hasta ver a Cody con sus ojos azules como el cielo, con su seria mirada y luego yo soy la que se cae al suelo, pero él me ignora, sigue caminando hasta la puerta sale del lugar y la cierra, dejándome en la completa oscuridad de nuevo, para descubrir que estoy cayendo en el abismo, despierto justo después de sentir el suelo y descubro que me caí de la cama, después llega mi Padre preguntándome que ocurre.

Es difícil saber con claridad que es lo que le pasa a Cody, a estado tratando de decirme algo. Pero luego cambia el tema. Mi curiosidad aumenta, mis dudas crecen, no logro encontrar la mejor manera de decirle que me lo diga de una vez por todas, mi paciencia se agota, no creo soportar la presión de todo junto, la prueba, Cody, mi Madre y el sueño.

Según nos ha dicho Miguel, debemos mantenernos hidratados, eso ayuda a que el loxar termine más rápido, pero no estoy segura de que quiera que siga avanzando.

Aún no logro acostumbrarme a la omni visión. Pero a veces no basta con abrir los ojos para que deje de verme a mí misma. Debo acostumbrarme, sentir menos, olvidar a la que antes fui. Pero recordar que nunca fui igual a mi madre.

Debería ser fácil hablar con una persona que vez cada día.
Podría comenzar por decirle a mi Padre, le diría "Papá, necesito...decirte algo". No, nunca le he platicado cosas así.
Quizá a Miguel. Pero el simple hecho de pronunciar su nombre me hace sentir extraña.
Tal vez a Cody, tal vez debería de intentar ser menos reservada, él lo ha intentado, será difícil. Podría decirle "Hola, hace unos días trataste de decirme algo, ¿te acuerdas?" Posiblemente no. Mejor sólo diré "Hola" y esperar a que él continúe...pero luego qué me dirá, posiblemente "Hola" ¿y luego qué le diré yo? Rayos, ¡Estoy comenzando a crear una conversación en mi cabeza! ¿tan sola estoy?

Al día siguiente bajé por la trampilla y descubrí que estábamos solos, me acerqué silenciosamente a él, estaba dibujando un colibrí, no sabía que dibujaba tan bien, el dibujo estaba prácticamente terminado, sólo le daba más efecto. Me acerqué un poco más para admirar su trabajo y enseguida cerró la libreta, tan fuerte y rápido que me asustó.

—No sabía que dibujabas tan bien— dije con más optimismo del que quería.

Él se sonrojó.

—No es verdad.

Ignoré su comentario de modestia.

—¿Desde hace cuánto dibujas así?
—Dibujo desde que tengo catorce.

Cody solo tenía doce años. Lo miré extrañada, estaba a punto de decírselo. Pero no hizo falta.

—Quiero decir...cuatro.
—Aaa— hubo una pequeña pausa mientras pensaba qué decir —pues...me gusta.

No sabía que más decir. Me senté a su lado, en la otra silla.

—Gracias.

Miré la libreta cerrada en que estaba dibujando el colibrí, pero él la guardó.

—¿Puedo ver...
—No.

Su respuesta fue grosera.

—Okey, lo siento, trataba de...

No sabía como decirlo.

—De...que fuéramos amigos— logré decir.

Él me miró por unos segundos, que me parecieron minutos.

—Lo siento, pero..no soy muy bueno con las amistades...
—Yo tampoco. Pero...creí que...eso nos hacía tener algo en común. Pero ya veo que no.

Me aparté un poco con la silla y suspiré, mi primer intento de socializar. Y el ultimo. Al menos con Cody. Apoyé mis brazos en el escritorio y oculté mi rostro, pensaba en tratar de dormir, ya que era la única forma de olvidar lo incomodo que había sido hablarle.

—Por favor. No llores.

Levanté la cabeza y lo miré.

—No estoy llorando.
—Ah, yo creí...
—No, estoy bien. Aunque no debería de importarte si llorara o no, deberías de aprovechar que no estoy mirando para seguir dibujando.

Sin querer estaba levantando la voz. Pero él no dijo nada. Lo seguí mirando sin pensar en nada.

—Ahora sí estás llorando.

Acercó su mano hacia mí y me limpió una lagrima que había salido sin que lo notara. Yo me quedé inmóvil, estaba avergonzada, porque detestaba que el enojo me hiciera llorar, simplemente no supe qué más decirle, así que no dije nada. Sólo podía seguir mirándolo, bueno, en realidad quería cubrirme la cara, pero si lo hacía él seguiría molestándome.

Sacó su libreta y la abrió, comenzó por la primera pagina.

—No es la primera libreta que uso para dibujar, pero me alegra que te gusten mis dibujos.

El primer dibujo era un ojo azul, igual a su ojo izquierdo.

—La tengo desde el segundo día de clases. Así que no son tantos dibujos.
—Guau, al parecer has practicado mucho tu omni visión...
—Sí— dijo muy nervioso, aunque parecía estar emocionado.

El segundo dibujo se lo salto, pero supuse que no lo había notado.

—Te saltaste una hoja.

Ahora fue él quien se congeló. Luego de unos segundos reaccionó y cerró la libreta de golpe. Por segunda vez.
No supo que decir. Así que no dijo nada.

—¿Sabes? No somos tan diferentes.

Le sonreí. Él me miró. Que tonto se veía. Luego sonrió y me dijo:

—Que bonito sonríes.

No supe qué decir, solamente dejé de sonreír. ¡Me pone tan nerviosa!
Él comenzó a reír y sólo le dije sin pensar:

—Que lindo te ríes.

Él siguió riéndose, y yo no pude evitar sonreír por un instante.
Creo que incluso me ruboricé.

Katherine, la ladrona [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora