Capitulo 9 Mi ángel guardián

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Nunca había estado en un lugar así. Por lo tanto me era imposible dormir, no porque no quería hacerlo, claro que quería, había sido un día agotador, sino más bien porque no podía. Tenía la esperanza de en cualquier momento caer dormida, pero toda la noche mantuve los ojos cerrados, por lo tanto cada momento veía todo lo que ocurría, ni un segundo me dormí, toda la noche estuve viéndolo todo. Y me sentía agotada, pero mi cuerpo no lo estaba.

A media noche mi padre encendió el auto, para volver a el trabajo a tiempo, noté lo mal que había dormido por culpa mía y me decidí a que cuando volviera lo obligaría a dormir en mi cama.

Mi tía y su familia se fue en la mañana, mi abuela se despertó en ese momento, para darles algo de comida para llevar, y para cuando decidí abrir los ojos ellos aún seguían camino a su destino. Mi padre en esos momentos ya se hallaba trabajando en la ciudad.

No sé cómo será mi vida ahora, antes siempre iba al C.H. y después ocupaba mi mente en los videojuegos de karate, boxeo, guerras y también de agilidad, cuando me cansaba tomaba un libro, incluso a veces, cuando me aburría de lo anterior o mejor dicho me dolían los ojos, me concentraba en mi aspecto, aquí no hay videojuegos ni libros en los que pueda distraerme, sólo tengo a mi abuela, y la cabaña.

¿Qué voy a hacer ahora?

No pienso pasármela arreglándome. Pero al menos es algo con lo que podría empezar el día hoy.

Me vestí lo mejor posible, me peiné muy bien y tal vez incluso podría decir que le di un poco más de color a mis labios, para cuando estaba haciendo esto último mi abuela tocó la puerta, luego sin esperar respuesta la abrió para asomarse.

–¡Vaya!– dijo asombrada, me hizo sentir un tanto avergonzada –¡qué linda estás, Katherine!
–Gracias– respondí amable y tímida.
–¿Puedo pasar a tu camerino?– trataba de jugar conmigo, supongo que intentaba más que nada hacerme sentir cómoda en su presencia.

Me hizo reír un poco. Asentí sonriente y ella pasó, se sentó en la cama y me sonrió de igual manera.

–Bueno, preciosa– dijo sobando un poco sus rodillas – ya que es algo tarde para el desayuno, ¿te gustaría...– pensó un momento en qué palabra decir –desalmorzar?

Cuando dijo esa palabra, que en realidad nunca la había escuchado pero sabía exactamente lo que significaba, mi estomago rugió. Mi abuela soltó una risita.

–Supondré que eso fue un sí– se levantó y caminó hacia la puerta –ponte algo más cómodo, yo te estaré esperando en la cocina.

Se fue.

Hice lo que me había dicho y bajé, no era nada difícil obedecer sus ordenes si las pedía de esa manera.

La comida que cocinaba ella era muy deliciosa, y la bebida estaba muy fría siempre, cosa que me encantaba.

Yo no acostumbro a hablar mientras como, mi padre y yo siempre nos dedicamos a masticar y mirar a la comida, no hablamos para nada.

Pero al parecer mi abuela sí lo hace.

O tal vez lo hacía porque no sabía mucho de mí.

–¿Qué te parece?– me preguntó animada, con esa sonrisa de esperanza que puso en el rostro ayer en la noche, sinceramente me gustaba mucho, era como si tratara de reflejarme esperanza.
–Está bueno– le sonreí.
–Me alegra que te guste, tienes gustos parecidos a los de tu papá– toma un poco de su bebida –supongo que es normal, porque él te crió.

Asentí para no parecer descortés, pues no sabía qué decir.

–¿Te importa si te pregunto...– hizo una pausa –porqué tu mamá ya no está?
–Ella falleció, en un accidente de auto, yo...no recuerdo mucho de eso.
–Lamento preguntar– dijo al notar que su pregunta me afectaba.
–No, casi nunca hablo de ella, está bien.
–Bueno, pero podríamos hablar de eso después, por el momento podrías preguntarme algo a mí.
–No soy buena haciendo preguntas.
–Está bien, entonces yo te contaré de tu abuelo.

Katherine, la ladrona [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora