Capitulo 11 Terror en el tejado

23 4 0
                                    

Me encantaba ver las plumas en mi cuello, me hacían sentirme acompañada, con esperanza, era un detalle de ella para que me recordara que aún creía en mí, fuera o no una pura.

Y me hacía feliz el pensar eso.

Mi padre llegó en la noche, me vio y sonrió, como la sonrisa de esperanza que me daba mi abuela cada día, así pude darme cuenta de que ellos se parecían mucho, pero mi él no sonreía todos los días, supuse que con el tiempo podría hacerlo, tal vez no siempre, pero esperaba verlo así más seguido.

Aprendí mucho de mi abuela, casi siempre subíamos al tejado.

Lo primero que aprendí de ella es a estar equilibrada, nunca entendí porqué no empezamos por subir a una banqueta a girar o dar volteretas, nos veríamos algo tontas, pero prefería verme así a arriesgarme tanto, aunque nunca me atreví a decírselo...

Al parecer todo eso es más sencillo con alas al entrenar, subíamos al tejado y ella en todo momento mantenía sus alas extendidas listas para cualquier cosa, después de enseñarme cómo debía hacerlo era mi turno de intentarlo.

Para comenzar, debía bajar de la chimenea de un salto, equilibrarme en lo más alto y puntiagudo del tejado, caminar hasta el otro extremo y volver al mismo lado, ¡todo eso sin caer! Porque si caía no solamente no iba a lograrlo, sino que también era muy probable que al caer me rompiera algo...o peor, y si lograba salir ilesa de la posible caída debería intentarlo de nuevo y esas dos cosas eran las que me aterraban.

Obviamente intente dar excusas.

"Creo que estos zapatos no son los adecuados", "el tejado está muy caliente"...etc, etc.

–No tengas miedo, no pasa nada– fue su respuesta a todas mis excusas.

"Claro", pensé "como tú sí tienes alas".

–Yo estaré cuidando de que no caigas– recordé que ella era el ángel de la guarda que había vuelto para cuidarme, me perdí en esos pensamientos otra vez, pero ella me sacó de estos –descuida, todo va a salir bien– sonrió.

Solté un suspiro de resignación.

–Está bien– y salté, lo cuál casi provoca que resbale, pero mi abuela estaba ahí y me sujetó de los brazos para evitarlo.
–Acomoda tus pies en el tejado– obedecí –avanza con cuidado– di un paso al frente, obviamente fijándome muy bien en dónde colocaba mi pie, pero fue complicado porque temblaba mucho y estaba sudando –intenta hacerlo sin miedo– eso era algo complicado de hacer –tú puedes– me animó a avanzar, éste paso lo di con más decisión y seguridad que el anterior, pero aún así seguía siendo muy inseguro –eso está mucho mejor, ahora hazlo más rápido– intenté hacerlo los siguientes dos pasos seguidos, no fue tan difícil y como tenía su apoyo en mi brazo no fue tan difícil, por desgracia su siguiente orden me desconcertó y di el tercer paso en falso provocando que casi resbalara.

–¡¿Qué haga qué?!– pregunté, tal vez había escuchado mal.
–Que no mires el techo...
–¡¿Pero así cómo voy a ver...!?
–Confía en mí y hazlo.

Y tuve qué hacerlo, miré las nubes y el azul del cielo y por mi distracción mi siguiente paso fue aún peor que el primero, caí sentada en el tejado, dolió un poco, pero ya sabía que pudo haber sido salido aún más malo que eso.

–Usa tu pie para ubicarte– y eso hice, me fue considerablemente mejor.

Los siguientes pasos no estuvieron tan mal y al volver a la chimenea podría decirse que ya me equilibraba decentemente.

Lamento que sea tan corto, es que he estado ocupada por los exámenes finales, pero pronto llegarán las vacaciones 🎉

Katherine, la ladrona [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora