3.5

416 36 1
                                    

Dos horas mas tarde..

Abrió los ojos y se encontraba en la misma habitación de hotel, pero esta vez el joven se había ido dejándole una nota que decia: Nos vemos luego nena, la habitación esta paga hasta mañana si quieres quedarte.
La tomó y lanzó al suelo, a su lado estaba el dinero que le había cobrado junto con un extra que decía taxi, se levantó de la cama donde fue al baño y metió a la ducha; el agua recorría su cuerpo impuro, por su cabello rubio, le dieron unas ganas inmensas de llorar, se sentía presa del miedo, presa del sexo y de aquel vacío que recorría todo su ser, en ese instante quiso desaparecer pero sabía muy bien que tenía que ser fuerte, no dejar que la mala vida le consumiera el alma, no sabía como lo haría pero de una manera u otra saldría de ese bajo mundo, donde nada bueno le podría pasar.
Unos meses atrás.
-Marta? Donde estas?.
Victoria y su colega de bar habían salido a una finca lujosa, con varios hombres de mucha influencia, guardaespaldas por doquier con armas de todos los tamaños posibles, y otras chicas desconocidas se encontraban en la piscina festejando con trajes de baño muy chiquitos cuerpos esculturales con todo echo y victoria que era natural, hermosa figura bellos senos sin nada echo todo como dios la trajo al mundo, aquéllas mujeres bailaban sensuales tomaban licor, se reían y dejaban que los hombres de aquél lugar las tocaran, victoria sentía miedo, no veía a marta por ningún lugar habían llegado juntas, se había ido con un hombre pero le parecía extraño que no le dijo nada, tomó una copa tranquila sentada en las piernas de un hombre moreno de buen físico y ojos negros oscuros, profundos como quién no le importa la vida de los demás, el joven la miraba fijamente mientras victoria sentía ganas de correr.
-eres hermosa.
Le decía mientras acariciaba su rostro, victoria disimulaba todo el miedo que tenía de morir en aquél lugar, no sabía donde estaba marta y eso la ponía aún mas nerviosa.
Paso un rato tranquilo todos festejaban y comían, las chicas bailaban mientras victoria solo observaba. El joven que la eligió no la dejó ponerse de pié, la tomaba de la cintura y de manera delicada acariciaba su espalda. La tomó por el brazo levantándose y dirigiéndose a una habitación lejana de todo bullicio, todo parecía distinto elegante con jacuzzi gigante y una paz increíble como podía haber un lugar así en medio de tanto alboroto? Si lo había y era aquella habitación, recordaba su burbuja y aquél lugar parecía uno, el joven le pidió que se parara al frente de el tranquila y ella obedeció, no se movió ni siquiera lo intentó, tomó su vestido y bajó el cierre dejando que cayera suavemente por toda su silueta hasta el suelo, des abotonó el bracier con aquella ternura que hace mucho no sentía, bajo su panty suavemente y rodeando sus caderas con los brazos le dio un beso tierno en el vientre; la condujo a la cama con sabanas rojas pasión y olor a lavanda.
-quedate allí.
Le dice el joven yendo hacía el fondo donde encendió unas velas aromáticas, se dirigió a las mesitas de noche que se encontraban de lado y lado de la cama, encendió unas lamparitas al estilo medieval y se sentó a su lado.
-estira las manos.
Le pide sutilmente, ella obedece y respira profundo, mira sus manos tratando de mantenerse quieta y aunque estaba nerviosa lo logró, no se movió solo imaginaba que estaba caminando por una playa desierta a media noche, podía imaginar las olas romper a la orilla de la playa, imaginaba sentir esa brisa fría del mar y a la vez relajante; imaginaba la sensación de la arena húmeda bajo sus pies y la tranquilidad que sentía, sus ojos volvieron a la realidad y allí estaba con las manos extendidas y aquel hombre extraño que la poseía, le ató las manos juntas y la ayudó a acostarse de espaldas.
-sube las manos.
Ella lo hace enseguida sin titubear y se relaja, le ata las manos con una cuerda fina atada a la cama y le dio una nalgada fuerte seguida de una caricia suave y otra vez, victoria sentía ganas de llorar pero no podía hacerlo tenía que ser sumisa, sabía la fuerza que tenia dentro y en ese momento no podía echarse a morir, decidió disfrutar lo que estaba viviendo al fin y al cabo había decidido esa vida que implica todo lo que se refiera al sexo, nunca puso trabas y aunque era la primera ves que un sadomasoquista la tocaba lo veía como una nueva experiencia y dejó de pensar, su cuerpo se concentró en sentir placenteramente todo lo que le hacían y fue mas fácil de llevar, tomó aire y el joven prosiguió.. Tomó un látigo pequeño con una mano y la azotó.
Auch. Salió involuntario de su boca y siguió, el segundo, luego el tercero, el cuarto hasta que contó hasta diez, victoria sentía ardor y a la vez ganas de ser penetrada; respiró profundo y no dijo nada, el joven se sentó a su lado y le puso una venda en los ojos obstaculizandole la vista en lo absoluto, sintió como se levantó y su ausencia por un minuto, cuando mas tranquila estaba sintió una especie de plumas suaves recorrer su espalda, no pudo evitar abrir las piernas y aquella cosa suave acarició su sexo entre piernas, nalgas, unos gemidos leves salieron desde lo mas profundo de su ser y en un segundo se excitó, aún sentía el dolor de los azotes pero ahora se hacían mas agradables, placenteros en ese instante victoria Maria desapareció, solo estaba su esencia flotando al rededor de si y su piel echa sensación, ya no había miedo ni dolor menos dudas, sólo estaba ella la fuerte y segura de si misma que siempre luchó por estar de pié, su demonio brincaba de alegría al saber que Victoria estaba siendo libre, libre de todo lo que cargaba en su consciencia libre de si misma y sin darse cuenta lo sintió húmedo y cálido dentro de su sexo, la sensación de su pene con preservativo dentro la hacía estallar, el tomó sus nalgas con rudeza levantando y dándoles un azote fuerte entrando muy al fondo con odio e ira como alguien que odiaba verdaderamente su existencia, la tomó por el cabello fuerte y ella no podía verlo, solo sentía las embestidas que entraban rápidamente y su sexo estallar de placer, llegó al éxtasis como jamás en la vida había podido llegar y el detrás de ella, sintió como una luz recorría su cuerpo completo y la paz se adueñó de ella; por un momento sintió que lo amaba y calló devastada en la cama el se levantó y delicadamente quitó la cuerda que le ataban las manos, luego la venda de los ojos dejándola libre y literalmente lo era, estaba libre de ella misma de lo sola que estaba libre de todo mal.

Tu Muñeca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora