Zoro

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Nota: Esta parte comienza paralela a la anterior narrada por Law.

Nunca sabré si me gustan más los combates o las fiestas de celebración de después. Ambas cosas me dan cosas muy diferentes, pero las dos son divertidas a su manera. Además hay otra cosa que tienen en común, y es que ninguna es igual a otra anterior. Vale, sí todas las fiestas son celebraciones y blah, blah, blah, pero siempre varía la gente, el entorno o el motivo del festejo, y lo mismo en una batalla. En realidad, después de nuestra victoria en Dressrosa y la reciente celebración solo se me ocurre una cosa que pueda mejorar el día; el sexo. Me pregunto si Robin estará ya durmiendo.

Como no hay mejor manera de saberlo que comprobarlo, me dispongo a ello. El problema es que no tengo ni idea de qué habitación tiene Robin, así que abro la primera puerta que me encuentro.

-¡Eh!- Se queja una mujer desde el interior de la habitación.- ¿Es que no te han enseñado a llamar, imbécil?

-¡Hola, Zoro!- Me saluda mi semidesnudo capitán mientras Nami se tapa con las sábanas. Qué más dará, si ya me conozco lo que tiene.

-¿Habéis visto a Robin?- Pregunto, haciendo caso de mis propios intereses.

-¡Lárgate!- Me grita la bruja pelirroja. Le hago caso pero solo porque Luffy niega con la cabeza.

-Que lo paséis bien.- Añado justo antes de cerrar la puerta. Mientras me alejo oigo refunfuñar a Nami, y no voy a negar que me hace gracia.

Las siguientes dos habitaciones son un fracaso, en una solo hay dos tipos durmiendo y la otra directamente está vacía. Suspiro. Tal vez sea mejor buscarla en las salas comunes en vez de invadir la privacidad de todo el barco.

Todo sería más sencillo si hubiesen construido el navío con un orden lógico, me ha costado horrores encontrar la salida a la cubierta. Para colmo, ya casi no queda gente aquí, y no hay rastro de la mujer. Vuelta a empezar.

Al fin, deambulando por el barco, doblo la esquina de un pasillo con una única puerta y la veo salir de lo que supongo que es el almacén.

-Kenshi-san.- Me saluda con su elegante tono de voz.

-Mujer.- Digo entre sorprendido y agradecido por encontrarla.- ¿Dónde te habías metido?

-¿Me estabas buscando?- Noto un trasfondo de superioridad y satisfacción en su voz, y a pesar de que eso me molestaría en cualquier otra persona, en ella me pone.

-Puede ser.- Esto le agrada. Le cierro el paso poniendo una mano en la pared, con el brazo estirado.- ¿Puedo preguntar dónde vas?

-Iba a preguntarte si quieres que nos bebamos esto.- Dice levantando una botella de sake que no había visto que llevaba en la mano. Ahora entiendo por qué estaba en el almacén.

-¿Los dos solos?- Pregunto, dándome cuenta de su plan, que es aún mejor que el mío. Me permito cambiar la mano con la que me apoyo en la pared a su cintura.

-Solo si a ti te apetece.- Dice con una voz embriagadora. Deslizo mi mano desde su cintura hasta su culo, lo agarro con fuerza y la aproximo a mí.

Ella me sigue el juego, pasa directamente a besarme, con necesidad, con fuerza, con lujuria. Por supuesto, correspondo todo eso, pero me veo obligado a detenerlo para arrebatarle la botella de la mano. No quiero soltarle el culo, así que me las ingenio para abrirla con la boca. Le ofrezco ser quien beba primero mientras escupo el tapón al suelo.

El beso que sigue sabe a alcohol. Esto enciende mi sed y soy el siguiente en dar un par de tragos.

De repente se me ocurre algo que pasa a ser mi nueva fantasía. Hago caminar marcha atrás a la mujer hasta que queda contra la pared mientras la beso como quiero, ella se deja llevar.

Tres son multitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora