Me sentía totalmente cegado por el placer, y eso que todavía no me mete ese gran pene que lucha por ser libre de ese skinny jean.
—J-Jimin-ah —gemí mordiendo mi labio inferior cuando esté coló su mano en mi bóxer, masturbándome.
Por más que me estaba gustando todo, hice que parara. Me coloqué justamente arriba de su entrepierna, haciendo movimientos circulares, sintiendo como se endurecía más y más.
Ahora era mi turno de hacerlo sufrir, oh sí.
La perra Min está en la casa.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.