Dos barcos en la noche {CaptainSwanAU}

Capítulo 55: Venganza y honor

-¡Emma! ¡Cuidado!- Grito Killian desde la otra punta del adarve, la chica dio media vuelta alzando la espada en alto, pero antes de poder atacar a la figura que se cernía sobre ella, esta se agachó y corrió hasta el otro lado. Emma corrió tras él pero por mucho que hubiese practicado con Garfio seguía sin disponer de los dotes de un guerrero de la Guardia Real. Entonces se acordó, tal vez no fuese una guerrera pero era Emma Swan, y Emma Swan poseía una habilidad mucho mejor. 

Alzó la mano, de la cual brotaban chispas doradas, justo cuando el hombre se lanzaba hacia Killian; y notó como la energía fluía en ella. Una cascada de luz que fue a parar a su atacante, inmovilizándole en el sitio. Este observó sus pies confuso, sin embargo, al alzar la cabeza, su expresión todavía fue más desconcertante. El hombre había perdido todo color de su tez, y tenía los ojos abiertos como platos, Emma frunció el cejo, dio media vuelta para ver que era eso que contemplaba con tal inquietud, y casi dejó caer la espada. 

Desde lo lejos, entre las grises nubes que vaticinaban tormenta, asomaba un humo violeta que avanzaba amenazante. Emma no lograba ver nada más allá de la nube morada, todo parecía un torbellino, como si un tornado se hubiese tragado la tierra; y pronto les iba a engullir a ellos también. 

El soldado de la Guardia Real emitió un ruido de sorpresa y dolor, y cuando Emma se giró este ya se encontraba tirado en el suelo con una mancha escarlata extendiéndose por su armadura. Detrás suyo, Garfio blandía la espada con una mano temblorosa; su mirada azul estaba fijada en el torbellino cárdeno que se abalanzaba sobre ellos

-La maldición está llegando- Espetó Emma mientras empujaba a Garfio hacia las almenas -Es ahora o nunca- Garfio paró bruscamente justo frente a la puerta de entrada al Castillo

-¿Sigues pensando en matar a Hans? Emma, si no detenemos la maldición, pronto todo eso dará igual-

-¡No se puede detener!- Gritó la chica mientras meneaba las manos teatralmente. Después le arrebató el fardo a Garfio, guardo en este la corona de su padre, su corona; y extrajo una daga plateada con la empuñadura azul cobalto, en su filo se reflejaba la resplandeciente luna -Mi padre tenía una daga como esta cuando yo era una niña- Afirmó con tono melancólico -Me contó que con esa arma ganó su primera batalla; cuando parecía que todo estaba perdido, se acordó de que la tenía guardada, apuñaló al jefe del batallón, y se hizo con la victoria. Me dijo que de haber sido yo un varón me la habría regalado, pero que mi madre no aceptaría que su pequeña princesita la tuviese. Así que me prometió entregarmela en secreto cuando yo cumpliera 28 años- Emma tragó las lágrimas que luchaban por salir al exterior cada vez que hablaba de David -Jamás llegó a dármela- Se secó los lágrimas en un tosco intento por mantener la compostura- Voy a  para matar a Hans; me da igual si una maldición se nos lleva a todos al mismísimo Infierno, me da igual si jamás me acuerdo de que lo hice, ese bastardo se pudrirá, tiene que hacerlo, no puede ser de otra manera- Garfio asintió firmemente y guardo la espada en su funda

-Entonces voy con usted, su Majestad-

No tardaron más de cinco minutos en acabar con todos los guardias que se fueron interponiendo en su camino hacia la torre del homenaje; Emma cada vez dominaba mejor sus poderes, eso ayudaba. Sin embargo, una sensación de intranquilidad le cubría las articulaciones.

-Quédate fuera- Indicó esta al pirata mientras limpiaba la sangre fresca de su espada. Preparándose para irrumpir ahí mismo y acabar con Hans de una vez por todas

-Ni hablar, voy a ayudarte-

-Killian- Emma se acercó y le coloco la palma de la mano en su mejilla, acariciándola lentamente -Aprecio tu ofrecimiento, pero esto es algo personal entre ese cabrón y mi familia- Garfio le dedicó una media sonrisa, Emma las echaba de menos, últimamente no tenían demasiadas razones para sonreír. Entonces sonrió de vuelta, acercando la mano al pomo de la puerta -Si necesito ayuda, chillaré-