Capítulo 53: Larga vida a la Reina

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Emma contuvo el aliento y contó hasta diez. "Estas preparada, puedes hacer esto" con un rápido y decidido giro, quedó en frente de Rumpelstilkin. Tenía la misma expresión diabólica en el rostro, la misma piel de cocodrilo, la misma gélida mirada; sin embargo, lucía un elegantísimo traje real, Emma estaba casi segura de que lo había robado del Castillo. Sostuvo la mirada durante unos segundos mientras alzaba lentamente la espada, la colocó justo debajo de su clavícula mas este no pareció inmutarse. En su lugar, profirió una corta pero punzante carcajada

-Baja eso querida, antes de que te hagas daño- Emma aumentó la presión de la espada, y por un momento, tuvo la sensación que había sorprendido al poderoso Rumpelstilkin, estaba claro que no la veía capaz de matarle, demasiado débil, demasiado "buena"

-Tú eres muy poderoso- Dijo la Princesa sin soltar el arma -Salva a mi padre- El Cocodrilo volvió a reír

-No puedo hacer eso, querida, no puedo resucitar a los muertos-

-¡Él no está muerto!- Acto seguido de pronunciar aquellas palabras, se dio cuenta de que había chillado demasiado e hizo un esfuerzo por controlar su tono de voz -No todavía-

-Pero lo estará- Añadió el hechicero -"Aegroto, dum anima est, spes esse dicitur"- Emma parpadeo perpleja

-¿Que significa eso?-

-Es latín- Explicó este con aires de superioridad -"Se dice que para un enfermo hay esperanza mientras haya vida"- Rumpel mostró una sonrisa que envió a Emma un escalofrío por todas sus articulaciones -Y aquí, querida, ya no queda ni un ápice de vida, la has vendido, has hecho un trato con el demonio, y lo vas a cumplir-

-No pienso lanzar la maldición- El Brujo volvió a reír

-Oh, sí lo harás, y cuando lo hagas tal vez consigas salvar algo de vida- Por un momento, Emma aflojó la presión que ejercía sobre la espada

-¿La vida de mi padre?- El Cocodrilo negó con la cabeza

-La vida de tu Reino- La chica torció la cabeza confundida, "No le hagas caso" decía su voz interior "Está jugando contigo". Sin embargo, cuando Rumpel le ofreció observar por la ventana, esta no pudo rechazarlo. Se desplazó, sin separarse de su prisionero, con el filo de la espalda reposando sobre su corazón, y echó un vistazo. No sabía exactamente qué esperaba encontrarse, pero aquello hizo que casi dejase caer la espada. El Palacio era una confusa mezcla de fuego y sombras corriendo de un extremo al otro con arcos, flechas y otro tipos de armas. Estaban intentando atravesar las murallas, y la Guardia de Hans les atacaban desde las ladroneras, era difícil distinguir nada pero estaba claro que les superaban en número. Agudizando la vista, Emma se percató de que no solo había figuras humanas: Luchando a su lado o incluso portándoles como si montasen a caballo se hallaban sombras menos conocidas y humanas, Emma se llevó las manos a la boca, dejando caer la espada, al darse cuenta de que se trataban de lobos.
Al percatarse de lo que acababa de hacer, intento agacharse para recuperar el arma, pero ya era demasiado tarde, Rumpel la había apartado con un gracil giro de muñeca, enviándola hasta el otro extremo de la sala, la tenia arrinconada

-Mirales, luchando por una Princesa que no está dispuesta a ayudarles-

-Lanzar esa maldición no les puede ayudar, tan solo te podría ayudar a ti- Rumpel volvió a reír, Emma sintió un escalofrío incluso mayor

-Eres tan ingenua, esa maldición es tu herramienta para detener la batalla-

-A lo mejor no quiero detenerla- Dijo Emma con una determinación que no creía sentir en realidad -Tal vez crea que podemos ganar-

-No hace falta ser un poderoso hechicero para percatarse de que eso es imposible- Emma se mordió el labio, maldiciendo en sus adentros ya que en el fondo, sabía que tenía razón. Pero no, no podía rendirse

Dos barcos en la noche {CaptainSwanAU}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora