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«Quizá debí atarme a ti de una y mil maneras, para que el día que dejarás de estar a mi lado no doliera tanto si no tengo un alma y corazón al que sanar. Para que pudieras saber que siempre te he pertenecido y que nunca te dejaré de amar.»
- Nam Joon -
Es absurdo vivir con el arrepentimiento de ciertas decisiones. Todas pesan en algún momento. Aunque quizá unas más que otras.
Se recriminó a si mismo caminando entre las calles de Seúl sin rumbo aparente.
Observó a su alrededor intentando buscar una pista, una señal de que todo este tiempo había sido una cruel y amarga pesadilla.
Agachó la cabeza mostrando una sonrisa irónica en su rostro.
No era un sueño o pesadilla. Era la realidad, una que dolía y pesaba cada vez más con el paso del tiempo.
Ejerció presión sobre sus labios y elevo el rostro al cielo deteniendo sus pasos.
Si pudiera retroceder el tiempo, si tan sólo pudiera volver atrás y hacer las cosas bien. Quizá todo en este momento sería diferente.
Sólo quizá ella estuviera a su lado y serían felices.
Una sonrisa lastimera adorno sus labios y sus ojos dejaron fluir de nuevo aquellas lágrimas que se negaban a abandonarle.
La había dejado marcharse a pesar de recibir aquel mensaje. Debió suponer que Holly cumpliría su palabra, aunque no creía en su momento que ella desapareciera sin dejar rastro alguno.
El cielo se encontraba nublado y las primeras gotas de lluvia se dejaron caer sobre su rostro fundiéndose con las gotas saladas que emergían de sus lagrimales.
Ya habían pasado cinco años desde que Holly había desaparecido de su vida. Cinco en los que no dejo de pensar en que su vida habría sido otra con ella a su lado.
¿Dónde se encontraba? ¿Seguía viva, cierto? ¿Le seguía amando cómo él a ella, verdad?
Se recargó sobre una pared cerca y suspiró con pesar. Colocó su rostro de nueva manera mirando hacia el frente y observó con detenimiento el local frente a él.
Ropa femenina se encontraba expuesta a través del cristal. Mucha de ella tan parecida a los gustos de Holly.
Aun recordaba cuándo Seok le había dado la noticia sin querer. Jamás olvidaría el día que el tiempo se detuvo y su corazón dejó de latir.
[...]
Laspuertas de su oficina fueron abiertas abruptamente.
- ¡¿Dónde está?!- Bramó un Jin furioso.
Nam Joon elevo el rostro para mirar a su compañero de trabajo que se atrevía a irrumpir el silencio de su oficina.
- ¿De qué hablas? - Cuestionó con tranquilidad ante su interrupción.
