Estaba mirando los dibujos que colgaban en las paredes mientras que Sky se hacía un tattoo en la espalda.
Necesita hacerme algo con significado, algo que me recordara por todo lo que tuve que pasar. No por ser masoquista, sino para nunca olvidar todo eso.
Creo que un ancla estaría bien.
Para recordar cómo seguí adelante, sin dejar que la agonía me arrastrara con ella. Cómo, a pesar de todo, me aferré a la esperanza. Era algo bonito, sencillo y con un gran significado.
-Ally, ¿ya decidiste qué te vas a hacer? –me pregunta Ash cuando llega a mi lado.
-Síp, un ancla –respondo.
-Qué bonito. Yo me decidí por un panda.
-¿Un panda? –pregunto riendo.
-Adoro los pandas, tengo una seria obsesión con ellos –dice sonriendo.
No conocía mucho a esta chica, pero ya la adoraba.
(...)
Me arremangué el brazo izquierdo dejando a la vista la parte interna de la muñeca.
Decidí que ahí me quería hacer el tattoo. Visible, pero tampoco tanto.
-¿Lista? –pregunta Ash.
-Hazlo ahora, antes que me arrepienta –respondo riendo.
-No duele tanto como parece, créeme. Después de un rato te acostumbras –dice Sky guiñándome un ojo.
De la nada, siento un dolor en el brazo. Como si miles de agujas se clavaran en el mismo lugar, pero Sky tenía razón, no duele tanto como parece.
Después de unos minutos me acostumbro al dolor y observo mi muñeca. El tattoo está quedando genial. Es chiquito, así que no tarda mucho en terminarlo.
(...)
-Ya quiero que empiece – me murmura Ash al oído mirando la pantalla.
Estábamos las dos solas en mi cuarto viendo un maratón de The Walking Dead. Sky no se pudo quedar porque tenía muchas cosas que estudiar.
La entiendo, Diseño Gráfico no es una carrera muy fácil que digamos.
Saco la vista del televisor y giro a ver a Ash.
-¿Que empiece?¿Que empiece qué? –pregunto confundida.
-Oh, ya sabes, la pelea para el puesto de líder –dice sin darle importancia, todavía con la vista clavada en la televisión.
-¿Pelea para puesto de líder? – digo -¿De qué estás hablando?
Esta vez, Ash sí saca la vista de la pantalla para mirarme, soltando una pequeña risita.
-¿No lo sabes? –responde –Bueno, como sabrás, en toda fraternidad hay un/a líder. En ésta fraternidad, una persona no puede estar en el puesto más de 3 años y este año es la nueva elección.
Le hago una seña con la cabeza, para incitarla a seguir hablando.
-Es tan importante como la guerra de fraternidades. Es una tradición, una especie de ritual. Un día determinado, todas las chicas votan a alguna para el puesto y lo ponen en una pequeña caja ubicada en el salón, que se queda ahí durante 24 horas, finalizado el tiempo, la sacan y las que más votaciones tienen, pelean para el puesto de líder –Sonríe diciendo lo último –Es muy emocionante, en verdad.
-¿Y qué significa concretamente "pelear para el puesto de líder"? –pregunto burlonamente. Lo último que necesito es ver cómo un grupo de chicas pelean a muerte para un estúpido puesto.
-Hacen retos. Retos de todo tipo, como cuántos chupitos podes tomar en una noche hasta cuántos corazones podes romper.
Espera, ¿qué?
Ni que estuviéramos en un show de rompecorazones.
-¿Y qué pasa si una se rinde? –digo ya más interesada en el tema.
-Oh querida, en esa pelea no podes rendirte. Si salís en la votación, tenés que participar sí o sí porque sino te echan de la fraternidad. Hace 3 años atrás, una chica se fue llorando del lugar porque le habían hecho una broma muy pesada y dijo que se rendía. Nunca más nadie la volvió a ver –murmura lo último como si fuera el rumor más jugoso que haya escuchado.
Dios, ¿justo ésta fraternidad tenía que elegir?
Tengo tres opciones:
a- Me quedo aquí y corro el riesgo de tener que pasar por todo tipo de humillaciones.
b-Me quedo en la residencia y corro el riesgo de tener que estar encerrada entre cuatro paredes con una rubia oxigenada.
O,
c- Tirarme de un acantilado.
La verdad, ahora que lo pienso, la última no sonaba tan mal.
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Bad Boys vs. Bad Girls
Humor¿Qué mejor manera que empezar la universidad con una guerra de fraternidades? Esto me pasa por meterme donde no debo. No. De hecho, es culpa de ese imbécil por meterse en mi camino. No es mi culpa que se le cayera todo encima. O tal vez un poco...