VI

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Los días transcurrían como siempre, soleados, lluviosos, nublados, uno que otro tormentoso, las lecciones con Ka Koubun eran igual; aburridas, con ese complejo amenazante que tenía, de lo que pasaría si no cumplía como se deben las cosa, saber distinguir entre lo que se puede y se debe hacer. Lo único diferente era el cómo pasaba el resto del día, Kougyoku, pasó de estar sola a estar en la compañía de Judar, que después de varios días que pasaron juntos, empezaban a convivir de otras maneras más variadas. Entre ellas estaban el que de repente invadiera la habitación de la princesa, que durmiera junto a ella casi todas las noches, claro, no había problema siendo apenas unos niños, por eso nadie decía algo al respecto, al contrario, muchos veían al pequeño como alguien realmente inquieto y travieso, les convenía que se mantuviera en orden gracias a la princesa.
Aparte de que ya habían acostumbrado a almorzar juntos, incluso jugaban de vez en cuando a las escondidas, Judar la molestaba cuando ella visitaba su jardín, encontrándose con uno que otro insecto puesto ocasionalmente por cierto niño mañoso. También solía contarle historias, que sin que lo imaginara Kougyoku, las entendería con el paso de los años, a veces desmentía cosas que su asistente tanto le repetía, aparte de asustarla con historias que él se inventaba sólo para ver su rostro lleno de miedo y que no pudiese dormir, otras ocasiones más especiales eran cuando el muchacho mostraba su magia, que ahora la controlaba mejor gracias a una varita que se le otorgó durante esos días, era detallada, con una gema la cuál parecía ser un rubí incrustado en la parte superior de esta, combinando con sus ojos y personalidad de él.

Ella a pesar de eso, de escuchar a las sirvientas hablar a sus espaldas de cómo ser capaz de soportar a tal persona, esuchar que sólo era el juguete de entretenimiento del oráculo. A ella no le importaba realmente, gracias a eso, había sido capaz de desenvolverse un poco más, sin inclinarse mucho a cómo llegaba ser, en cuánto a su lado cruel y arrogante, eso lo dejaba de lado, al menos eso quería creer, ya que hasta en situaciones el ha mostrado consideración hacia ella, no de la forma que normalmente se espera, sino a su manera y quiera o no eso le daba esperanzas de que si poseía un lado bueno. Ya se había acostumbrado a su presencia sin siquiera darse cuenta de ello.

Llegó el día, a Judar finalmente se le encomendó su primera misión como magi del Imperio, estaba un poco desconcertado, ya que a veces se sentía irritado de tener que seguir las órdenes de la Organización, si hacía las cosas era por que él así lo quería, a la joven princesa le cayó como una roca tan pesada sobre la espalda la partida de su "compañero" , no lo sabía muy bien, pero empezó a creerse las palabras que se habían dicho la primera vez que él se metió a su habitación... Ese "vas a extrañarme"rondaba por su cabeza de vez en cuando.
Al menos tuvo oportunidad de preguntarle lo debido; el tiempo que se irá, a dónde iría y lo que posiblemente haría. Él con el presente de que no lo entendería no vio molestia en contárselo. Parece ser que lo enviaron a un lugar llamado Parthevia, quizá por motivos de afiliación u otras cosas más clasificadas, el tiempo, lo más seguro que un periodo prolongado, quizá unos cinco o seis años, él sólo se quejaba de lo aburrido que podría ser y que ni iba a poder molestarla, de vez en cuando recordándole lo que haría al llegar. Ella inconscientemente le deseaba suerte y que regresara con bien y como respuesta sólo se burlaba de ella, pero ella empezaba a distinguir sus muestras de preocupación, pero no podía negar que aún se sentía intimidada por él y su mirada realmente penetrante.

A la hora de irse ella lo observaba por la puerta, asomándose por éstas, viéndolo con esos sujetos de túnicas blancas y caras cubiertas que por cierto le causaban cierta sensación de desconfianza, más por uno que no había visto; uno de máscara negra y cabellos verdes, siendo de un semblante oscuro y esos ojos rojos, algo que se le hacía familiar en ocasiones. Extendía su brazo con un poco de temor, en señal de despedida; el cuál el respondía con un gesto burlón y fastidioso como había sido hasta ahora, todo mientras salían del palacio en lo que parecía ser una alfombra voladora. Ella la siguió corriendo hasta donde pudo hasta quedarse viendo el vasto cielo azul, los próximos años le resultarían largos, hasta llegaba a sentir tristeza, ¿acaso extrañaba al fastidioso de Judar?

Ojos Crueles, Corazon Amable[Magi] -SUSPENDIDA TEMPORALMENTE-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora