DÉCIMO NOVENO CAPÍTULO

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Cuando llego a la cafetería del instituto pido una tostada y un café, normalmente pediría un cola cao, pero hoy necesito estar bien despierta.
Antes de darle el primer sorbo al café suena mi móvil, espero que mi padre tenga buenas noticias.
Llamada: Papá.

+¿Si?
- Buenos días hija, voy al grano que estoy en el trabajo, le comenté a Ángela lo del piso y me dijo que su sobrino vive en un piso de estudiantes, con otro chico y otra chica, y que le sobra una habitación.
+¿En serio?
-Si, dice que le llamaba ahora.
+ Vale, con lo que sepas, me llamas.
-Hecho, ¿ Qué tal has dormido ?
«Pues tuve una pesadilla y salí antes de casa para ver a la bruja»
+Bien, bueno tengo que ir al insti, te quiero.
-Yo también.

Quince minutos después estoy en la puerta del inti, con un cigarro en la mano, dando caladas largas e interrumpidas.
Sé que dije que lo dejaría, pero cuando he terminado de desayunar me sobraba tiempo, he visto la máquina y... bueno necesitaba uno.

Las tres primeras horas he tenido exámenes. La verdad es que me han salido bastante bien.
Voy camino de la biblioteca cuando vuelve a sonar mi móvil y me desvío por la puerta de los módulos.

Llamada: Papá.

+¿Habéis averiguado algo?- pregunto nada más descolgar el teléfono. Saco el paquete de tabaco de la mochila, me enciendo uno y le doy una calada, me apoyo en la pared y me relajo un poco.
-¿ Has vuelto a fumar? Bueno supongo que todo esto te está superando.
+ Sí papá, entonces...¿Tengo piso o no?
- Si, te paso el número y ya quedáis vosotros ¿Vale?
+ Vale, te quiero papá y gracias por todo.
- Yo también hija yo también.

Cuelgo y reviso el teléfono hasta que recibo el mensaje de mi padre con el número de Marco, el sobrino de Ángela.
« Será mejor que entre a coger un buen sitio para el examen y le llame luego» digo para mi.
Me termino el cigarro y entro al último examen, el de inglés, lo hacemos todo segundo de bachillerato en un mismo aula.
Observo la sala desde la puerta y veo a Mac en primera fila, por suerte hay un sitio libre a su lado.
+ Hola - lo saludo en un susurro, la única respuesta que recibo es el sonido de su respiración agitada, por los nervios, supongo.
+ ¿Te pasa algo? -insisto.
- Que si me pasa algo... ¿ En serio lo preguntas?
Me mira por primera vez desde que me senté. La profesora entra y explica como será el examen.
« Sé por qué está así, se que sentía algo por mí, al igual que yo por él, y lo único que he hecho ha sido restregarle por la cara que nunca tendremos nada, debería haber pensado más en él que en mí, en como se sentía. Lo mejor será que me aleje de él, de todos, pero hasta que no acabe el curso no podré hacerlo...»

Por fin termina el examen, decido llamar a Marco y dependiendo de lo que me diga me voy a casa o entro en las dos últimas clases.

Voy a la cafetería, pido otro café y llamo a Marco. Suena varias veces y cuando estoy a punto de colgar, lo coge.

Llamada: Marco.

-¿Si?

+H-hola, soy....soy la hija de Sergio.

-¡Ah! Sí, el pago del piso ya lo he hablado con tu padre, podrás venir cuando quieras.

+Mmm... vale, recojo mis cosas y esta tarde voy, ¿me podrías pasar la dirección por mensaje?

-Por supuesto, avisame cuando estes de camino, adiós- y colgó.

«Tengo que darme prisa, cogeré lo esencial y saldré pitando. Pero... ¿cómo me llevo mis cosas? La moto la tengo que dejar.... por mucha pena que me de... ¡qué cojones! la moto la pagué yo, me tiré dos veranos trabajando sin parar para pagarla ».
En cuanto a llevar mis cosas... se lo tengo que contar a María, seguro que ella me apoya, tengo que hacerla prometer que no le contará a nadie donde voy.
          Mensaje: María.

+ tumbona provisional?
-claro
-donde?
+ cafetería

Ya no responde; a los tres minutos entra y se sienta en el taburete de mi izquierda.



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