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01: « ¡Llegue puntual! »
Octubre ha llegado hace poco y con ello, una de las celebraciones que la mayoría de los ciudadanos aman: Halloween, ¡no puedo creer lo rápido que ha pasado el tiempo!
Ahora mismo, me encuentro en casa de mis padres, decorando su jardín delantero con un esqueleto mecánico. Ellos se han inscrito a la competencia anual así que desean hacer un gran trabajo trasformándolo en la casa más tenebrosa del pueblo.
—¿Crees que los niños se asustaran? —pregunto papá.
Presiono el botón y el esqueleto salta hacia adelante, soltando un chillido tenebroso. Una sonrisa aparece en mi rostro al ver mi obra maestra al fin completa.
—No lo dudo. Los hará correr a todos —me reí emocionado—. Pero, recuerda activarlo solo cuando los jueces se encuentre aquí, no antes ni después o nadie vendrá a pedir dulces.
Papá asintió y se fue en busca de mamá para que viera nuestro trabajo. Mientras tanto, yo fui hacia la cocina para lavar mis manos, tengo que irme.
—Creo que ganaremos con esa cosa. Solo falta las tinieblas.
Me reí al escuchar a mamá. Acomode mi gorro de lana y salí nuevamente. Los encontré fascinados al ver su nueva horrible casa. Espero que ganen.
—Agrégale más cosas —sugerí—. Bueno, me retiro. Un placer ayudarlos como siempre, ¡pero me deben cien dolares!
—¿Te debemos...? —mamá me miro—. ¡Te dimos la vida, niño malcriado!
Papá soltó una risa. Y yo hice una mueca por el regaño, ¡ahora ni se puede bromear! Y antes que las cosas empeoren más, me despedí.
—Los amo —les di un gran abrazo a ambos.
—Saluda a Vania —dijo mamá—. Y vengan pronto.
—Mañana vendremos a cenar —le recordé—. Nos vemos. Cuídense.
Camine hacia mi auto y me monte en este. ¡Ah, mis hermanos...! Me he olvidado de ellos, pero que bah, igual los volveré a ver mañana y los próximos días.
Por lo menos, estaríamos aquí dos semanas. ¿La razón? El director actual —y reconocido— de nuestra universidad en Jackson, en el estado de Misisipi, ha muerto. Entonces, en su honor, no habrá clases. Vania y yo no tuvimos mejor idea que venir a nuestro pueblo natal.
Las calles están tranquilas, ¿cómo no amar este lugar? Perfecto para volver... ¡ah, ahí está!
—¡Hey, Cody! —lo llame y el giro su cabeza tipo el exorcista—. Amigo, no hagas eso, te vas a romper.
Este lanzo una pequeña grosería y se acerco. Se subió en el asiento del copiloto.
—Gracioso —dijo, agregando un poco de humor—. ¿Cómo te va? Mis padres quieren matarme.
