Para cuando entregaron el boletín de calificaciones del segundo semestre, habíamos hablado a lo mucho diez veces, y siete de cada diez, fueron para pedirme una lapicera, y yo siempre te pasaba la misma lapicera, y siempre me la entregabas un poco más mordisqueada de lo que ya estaba, y me seguías pidiendo perdón por eso, y yo seguía diciéndote que no importaba. También, tus calificaciones habían bajado, pero no pareció importarte mucho. Al parecer tenías otras cosas de las qué ocuparte.
Tu estado de ánimo, por ejemplo.
Una vez ambos llegamos temprano al salón de clases, estábamos solos. Mi corazón empezó a latir.
Sabes, quizás mentí cuando dije que no sentía ninguna babosada romántica.
Me sentía nervioso, y quise explotar cuando te acercaste a mí juguetonamente, con tu misma aura de niña de siempre.
—¿Qué escuchas, Yoongi? Siempre te veo con audífonos: me pregunto qué escuchas.
¿Tú, me veías a mí? ¿Tú, te preguntabas qué gustos tenía? Me sentí feliz: me notabas, me mirabas, me pensabas.
Como costumbre: no dije nada y sólo actúe: te pasé un auricular. Lo miraste por unos segundos, seguramente preguntándote en qué oreja iba, la mayoría del tiempo eras despistada. Finalmente te lo pusiste en el oído izquierdo, arrimaste una silla junto a la mía y te sentaste muy cerca de mí.
Por unos momentos creí que hasta podías escuchar mi corazón chocando contra mi pecho. Estaba emocionado.
Yo estaba escuchando «John», de Lil Wayne con Rick Ross, mientras la canción sonaba tú apoyaste tu cabeza en mi mesa y me quedaste mirando. Me puse incómodo y volteé hacia otro lado, no quería sonrojarme. Sin embargo, creo que lo hice. Tú reíste un poco, y seguiste escuchando la canción.
—Sé inglés —me dijiste. Se me calentó la garganta, porque la letra de la canción no era precisamente «sana»—, bueno, no importa. Es Lil Wayne, ¿verdad? Al otro no lo reconozco, pero a Lil sí, mi hermano lo escucha mucho.
—Ah... —vi que tus auriculares colgaban de tu cuello—, ¿qué escuchas?
—No creo que te guste —nuevamente reíste. Me pasaste un auricular y me quedaste mirando con una sonrisa.
«Mr. Simple» de Super Junior. No me sorprendí, claramente ese era tu estilo. Con sólo mirarte podía deducir qué tipo de música escuchabas. Mr. Simple ya estaba terminando, y la siguiente canción que salió no me la esperaba. En ese entonces no me sabía el nombre, solamente sé que era muy triste.
Pero ahora sé: «Mad World», de Gary Jules.
Y pude comprender un poco más de ti.