Capitulo 10

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El auto frenó de golpe, y enseguida hizo marcha atrás, hasta llegar a Sofia.

Definitivamente, eran los hombres que le preguntaron dónde estaba la calle Boston.

De esto, Sofia se dio cuenta rápido.

-Hola de nuevo, Sofia. – Dijeron dos de los cuatro hombres que estaban arriba del auto.

Sofia se dio cuenta de algo, de que se sabían su nombre, y ella nunca les había dicho su nombre, y tampoco tenía un cartel que diga su nombre, como los que se usaban para identificar a cada chico en jardín.

- ¿Cómo saben mi nombre? -Preguntó sin decir hola.

Los cuatros hombres se miraron entre si, sabían que habían metido la pata.

-Tenemos algo para ti. – Dijo uno de los hombres, ignorando completamente lo que Sofia le había preguntado.

Se sentía insegura.

- No me interesa, por favor, váyanse. – Se notaba que estaba nerviosa, no sabía disimular nada, y menos cuando le tenía miedo a algo o cuando estaba nerviosa.

- Vamos, es algo fácil de hacer. - Dijo uno de los hombres, se notaba que estaba un poco enojado.

-No graci..

No puso terminar la oración, porque una mano le tapó la boca.

Un hombre que estaba detrás de ella, le había tapado la boca con un mano, y con la otra, le tenía los dos brazos juntos.

Intententaba gritar, pero no podía, intentaba salir, pero tenía resultaos negativos. Quería salir, hacia toda la fuerza posible, luchaba, pero lo que ganaba, es que el hombre que la estaba sosteniendo, haga más fuerza.

- Si seguís intentado salir, vas a conseguir que te pegue, y ninguno de los dos queremos eso ¿O no? - dijo el hombre que la estaba sosteniendo.

Seguía haciendo fuerzas, no le importó lo que ese hombre le dijo, movía sus piernas, su cabeza, sus brazos e intentaba gritar, era como estar en una caja pequeña por mucho tiempo.

El hombre que la estaba sosteniendo, se cansó y le puso una navaja en su garganta.

- ¿Enserio piensas que estamos bromeando? Por favor, eres una chiquita tonta.

No tardó en darse cuenta que el hombre que la estaba sosteniendo, era aquel hombre que se encontró el día que estaba apurada para ir a su cas aporque se había quedado hablando con su amiga, el mismo que le preguntó si ese llavero de unicornios era de ella, el mismo que se encontró ese día, después del entrenamiento e handball.

-Dame las vendas. – Le dijo a uno de los hombres.

Soltó sus brazos para agarrar las vendas, y rápidamente, les vendó los ojos.

La subieron al auto.

El hombre le sacó la mano que estaba en su boca, y les vendaron los brazos, seguía con los ojos vendados.

- ¿¡DONDE ME LLEVAN!? – Gritó con todas las fuerzas que tenía.

- Cállate. – Dijo uno de los hombres, y le pegó una cachetada.

Se quedó quieta y agarrándose el cachete, le había pegado fuerte.

- Mira nena esto es fácil, o te mantienes callada o te matamos, así de fácil, por cierto, mi nombre es Ignacio, pero me dicen Nacho. – dijo el mismo hombre que le había pegado unos segundos antes.

-El mío es Juan- dijo el hombre que estaba al lado de Nacho – tu mama nos debe algo, ella trabajaba para un hombre que vendía marihuana, un día faltó a su trabajo, fueros dos, hasta que no volvió más. Por eso estas aquí, le quitamos lo que más quería.

-Entonces se equivocaron. -dijo Sofia mirando a la nada, tenía los ojos vendados.

- Ya llegamos. – dijo el conductor.

- Okey Sofia, mi nombre es Marco, vamos a bajar. – dijo uno de los chicos, agarrándola de los hombros.

Sofia no quería, estaba ahí, sin moverse, se negaba a bajar del auto.

- No vas a hacerme renegar a mí, soy el más bravo de todos acá, asique no te conviene jugar conmigo. – dijo Marco, y le agarro de los pelos, y la arrastro hasta la puerta del auto.

Sofia gritaba, no quería sufrir más, pero no se dio cuenta, que esto apenas empezaba.

Siete de la mañana, sonó el despertador de la mama de Sofia, estiró el brazo, y lo apagó.

Se levantó y fue al baño, se dio una ducha larga, se puso su bata, desayunó, y empezó a limpiar la casa.

Entre el desayuno y la limpieza, se hicieron las once de la mañana, y tenía que despertar a su hija, ya se hacía tarde.

- ¡Sofia! – pegó un grito desde la cocina.

Se sentó a leer una revista de moda que le había llegado el día anterior, pero no tuvo tiempo de leerla.

Hasta que vio y leyó toda la revista, se hicieron las once y media, y tenía que ir a comprar para comer.

Se dio cuenta que Sofia no se había levantado todavía, asique pegó otro grito, esta vez mas fuerte, así escuchaba, por si acaso.

Le pareció raro, porque Sofia siempre le contestaba al segundo grito.

Entonces pensó que quizás no le contestaba porque estaba enojada, ya que ella no la había dejado salir con sus amigas la noche anterior.

- Pon la mesa, yo voy a comprar para comer, vamos a comer hamburguesas, asique no pongas ni cubiertos ni platos. – le dijo mientras se estaba poniendo una campera y abriendo la puerta de la casa.

Se fue, y caminó hasta el negocio que estaba cerca de la casa, el mismo negocio al que Sofia había ido la noche anterior a comprarle pastillas a la mamá.

Compró hamburguesas, lechuga, tomate y pan para hacer sándwiches.

Le faltaba una cuadra para llegar a su casa, justamente estaba pasando por calle Boston, donde su hija había estado la noche anterior.

Llegó a la misma esquina donde estaba su hija, justamente donde la secuestraron.

Pisó algo raro, agachó la vista, y era una cadena, la levantó y enseguida se dio cuenta, que era de su hija.

Se puso a pensar en millones de cosas.

Volvió corriendo rápidamente a su casa.

Llegó, dejó la puerta abierta, y las cosas que había comprado arriba de la mesa.

Rápidamente subió las escaleras y mientras subía cada escalón, gritaba el nombre de su hija.

Llegó a la habitación y entró lo más rápido que pudo, estaba muy agitada, nunca había corrido tan rápido así.

Entró.

Observo toda la habitación.

Sofia no estaba.

El mundo se le caía. 

La Desaparición de Sofia. [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora