Suspiro en un abismo de color rosa.

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Tengo quince años, ¿vale?
Los cumplí hace unos días, un hermoso día por cierto, pero ese no es el verdadero punto.

El verdadero punto es que no me conozco, ni soy como las personas que quería imitar cuando estaba más pequeña y me planteaba un futuro utópico a "los quince años".

Se supone que los quince es una edad muy importante en la vida de una chica, o por lo menos aquí en Latinoamérica (en Norteamérica, se traduce dieciséis). No he hecho nada por mi vida y me siento muy fatal.

A veces siento que no estoy cumpliendo con mi misión, por la que estoy viva, ¿y si el viento llevó mis pétalos a otra dimensión? ¿Y si un dinosaurio me apartó de mi camino? No vale, ni tan fantástico, pero hay algo que sé: no sé que estoy haciendo.

A veces me rio por eso, muchas carcajadas sin sentido al vacío rosado de mi existencia pero a veces me dan ganas de llorar.

Mi papá cuando los cumplí me dijo, justo después de soplar la enigmática vela que al parecer rompe la barrera de los años, que mi vida iba a cambiar, tal vez mañana.

Y aunque han pasado ya más de 34 días, no veo mi cambio. Quizás estoy esperando mucho en poco tiempo o quizás no estoy viendo lo que realmente pasa.
No sé si esto les sucede a ustedes, porque podría estar ocurriéndoles (¿así se dice? me siento bruta). ¿Nunca les ha pasado que se ven al espejo y no ven más que... lo que crees de ti? Nunca ves lo que realmente eres, ¿y qué soy?

Me siento justamente como Alicia, al cambiar de tantas formas (grande, pequeña, larga, diminuta, numerosa y serena, ¿esas siquiera son formas?). No sé quién soy. Y me da miedo haber cambiado.

--Rayos y centellas--suspiré--Y yo que quería ser como Usagi Tsukino--.




Con mucho afecto y sasón.
Bambi.

Melancolías del caballete de van GoghDonde viven las historias. Descúbrelo ahora