Primero quiero advertirles algo e introducirles un poco de historia.Este apartado tiene un montón de palabras ofensivas, del vulgo y de índole crítico. No se sientan ofendidos, no es para ustedes sino para una persona que me hizo sentir muy mal por dos años.
Sí, por dos años completos.
Resulta que cuando tenía yo unos once años un amigo llamado (vamos a esconderle el nombre porque me creo la gran CIA) Percy.
Percy me encantaba, movía mi piso, fue mi segundo amor y me tenía y traía más que loca.
A mi mejor amiga también le gustaba, y claro yo lo ignoraba porque no lo sabía muy bien. Entonces estábamos así, listo.La tragedia llegó cuando este chico se LE DECLARÓ A MI MEJOR AMIGA, TAMI.
Bien, y Tami como niña emocionada y no la culpo vino y me vino a decir que él le había dicho que le gustaba.
Yo lloré, lo admito. La llamé y lloré.
Mi voz estaba rota, mi corazón hundido, mi pecho dolía y pasé por esas cosas estúpidas que pasan las chicas cuando les rompen el corazón.Repito, tenía once años. ¿Qué sabía yo de la vida?
Tampoco sé casi nada ahora, pero en ese entonces no sabía en absoluto.
Así fue hasta que tiempo después decidí quitarme el peso de encima y le dije:
Percy, me gustas.
¿Y saben qué me respondió? Me gustas también. Quiero darte un beso.
Yo grité, así:
AHHHHH
Y como la tonta estúpida imbécil y perra que era, le dije que yo también quería que me diera un beso.
Hasta planeamos fecha.
Y entonces llegó el gran día, perfecto y maravilloso, en que daría mi primer beso.
Con un beso de amor soñé, y un príncipe que me lo de.
Pero me lo dio una rata, ¿qué se hace?
Nos escondimos en un rincón cerrado del colegio y allí me besó, un pico. No sabía besar.
Tami nos vio sin darme cuenta, y se fue corriendo (o eso supongo). El cuento es que cuando salí la encontré llorando y esta bella mujer me empujó contra el suelo y me declaró la guerra.
Mi mejor amiga, hermana de otra madre, me declaró la guerra.
Y yo no hice más que llorar a gritos porque estaba enojada ya que yo no sabía que ella no lo había olvidado y yo no sabía lo que era Percy entonces.
Pero al final del día no aguantamos, y nos abrazamos fuertemente. Fue como una promesa, mi niña me había perdonado la traición (o eso creía yo).
Percy y yo nos hicimos novios, noviecitos. Esos de juego que no más hacen miraditas y piquitos a escondidas.
Esos de los que presumes porque sí.
Eso era para mí. Pero para él, siendo un año mayor y creyéndose la gran verga, no era así.
Mi mejor amiga, por otra parte, me ignoraba y se iba cada vez que quería hablar con ella.
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Melancolías del caballete de van Gogh
RandomAquí yacen como cadáveres los enredos de una mente efímera. (estado: cansada de poetizar todo)