Creyendo en tener la posibilidad de escapar, de vivir otra vez, de empezar todo de cero; pero como a todos, aparece aquello a lo que llamamos "Destino", siempre presente para cambiar nuestro camino y jugar con el.
Aquí se relatará la historia de N...
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Nath
Observaba a través de la ventanilla el pavimento de la carretera moverse a gran velocidad. Los ojos comenzaban a picarme levemente por la falta de sueño y necesidad que mi cuerpo exigía de hace horas, sin embargo me negaba descansar en este momento ya que debía estar atento para no pasarnos de nuestro destino. Sumando que la molestia tanto de mi espalda como mi trasero, a consecuencia de estar sentado durante mucho tiempo, indicaba que me terminaría de fusionar con el asiento en cualquier momento.
Solté un suspiro de agradecimiento cuando logré ver el letrero de NorthHills, no faltaba mucho para llegar a la siguiente parada.
¿Cómo llegué a esta situación? Pues es una larga historia. En resumen, como todos los demás, tuve una familia conformada por mis padres, Naty y yo. Teníamos nuestras discusiones y disputas como cualquier otra familia común y corriente, aún así manteníamos una relación estrecha.
Pero no todo podía ser perfecto, de una manera que pasó totalmente desapercibida para todos, nuestra vida comenzó a desmoronarse.
Papá se ausentaba debido al trabajo, no era para darle tantas vueltas al principio es decir lo vimos entendible las veces que llegaba cansado o se le olvidaba algún evento familiar, sin embargo cuando vimos que el padre que conocíamos se desvanecía fue tarde. Y en cadena a esto, mamá comenzó a agarrarse de la mano con el alcohol como un medicamento para la depresión que asumimos fue a causa de Anthony Thompson -mi viejo por si no quedó claro-
Después una cosa llevo a la otra y ocurrieron bastantes sucesos de los que prefiero evitar hablar, y para cuando me di cuenta, la palabra "familia" no se volvió más que una mentira en la que no podíamos seguir creyendo al igual que una fachada que no se podía mantener.
Sin embargo durante esos tiempos oscuros no estuve solo, tenía a mi melliza Naty. Entre nosotros manteníamos una hermandad profunda y el apoyo mutuo fue suficiente para enfrentar nuestra realidad.
Ahora mismo me encontraba sentado en el autobús con su presencia dormida a mi lado. Los árboles iban aumentando a cada minuto, dándome a entender que no estábamos lejos de llegar.
—Naty, ya casi llegamos—susurré mientras la movía delicadamente.
—Mmmh...—mientras se removía del lugar sus ojos se empezaron a abrir dejando a la vista sus gemas celestes.
