3.-Mis últimas lágrimas. (Sirène)

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Desde que llegué al campamento -hace dos días- dormí en la cabaña de Hades, aunque al inicio a Percy no le hizo gracia la idea; pero al final le di la excusa de que no podía ir a la cabaña de Poseidón sin ser reconocida, además de que la cabaña de Hermes estaba hasta el tope -lo cuál era cierto-.

Pude haberme quedado en la cabaña de Hécate e incluso Quirón me ofreció quedarme allí, pero me negué alegando que en tal caso, tal vez algún hijo de Atenea lograría saber quien soy y mi procedencia -ya que dejaría demasiadas pistas-. Además, no creo que logre encajar en el campamento. Yo vine únicamente por la misión que me encomendó Hades. Nada más termine mi objetivo, me iré a Venecia, a dónde siempre quise ir.

Iba a paso lento hacía el comedor, cuándo choqué accidentalmente con una chica rubia.

Le ofrecí la mano luego de haberme levantado, ya que después de haber chocado, ambas terminamos en el suelo.

Me tomó la mano y la ayudé a pararse. Era de estatura media, un poco más alta que yo; de ojos grises calculadores y cabello rubio. No parecía mala persona.

-Perdón, iba distraída.- Me disculpé a penas quedó de pie.- Soy Sirène Cervantes.- Le tendí de nuevo la mano junto con una sonrisa y la estrecho devolviéndome la sonrisa.

-No importa, no te ví. Soy Ann..-De repente, nos vimos interrumpidas por un grito por parte de Percy Alias Poisson Jackson.

-¡Hey chicas! ¡Annie, Sire!- Gritó Poisson a penas llegó con nosotras. (N/A:Sirène le puso de apodo Poisson a Percy, que significa pez en francés).- Veo que ya se conocieron.

La chica y yo nos miramos extrañadas, cuándo lo comprendí.

-Espera, ¿tu nombre es Annabeth?- Le pregunté a lo que ella asintió.- Ah, perdón cuñada, Percy comenzaba a divagar cada vez que me hablaba de ti.- Termine a lo que Annabeth sonrió y miró a Percy con cara de "¿Por qué no me lo habías dicho?", el cuál se sonrojó.

Annabeth iba a hablar cuándo se vio interrumpida por mi hermano.

-Annabeth, ella es Sirène, mi hermana. Sirven, ella es Annabeth, mi novia.- Nos presentó Poisson.

Le regalé una sonrisa a Annabeth. Me la correspodió y me jaló a una abrazo. Termino pasando lo mismo que con Percy, a lo que me disculpé.

Caminamos juntos hacia el comedor.

-Hermanita, tienes que pensar que quieres comer y beber, siempre y cuándo no sea alguna bebida alcohólica, y luego tirar la mejor parte de la comida a la hoguera, para hacer una ofrenda, una petición o las gracias a algún Dios. Les gusta el olor.- Me explicó Percy al ver mi cara de confusión y mi sueño fruncido al ver los platos vacíos.

Agarré un plato y un vaso, para luego pensar en aquellos patos que servía cuándo trabajaba en el bar. Terminé decidiendo servirme un poco de pato, rodajas de zanahoria, puré de papa y agua.

Caminé hacía la hoguera, saludé a la Diosa Hestia y tiré un poco de pato y puré.

-Hestia, Hécate y Hades; señor gracias por dejarme quedar en su cabaña.- Dije, para luego ver como se quemaba todo y desprendía un olor agradable.

Caminé con mi plato y vaso hacía la cabaña de Hades, ya que si me quedaba a comer en el comedor levantaría sospechas.

Iba a medio comedor cuándo una luz apareció encima de mi cabeza, volteé hacía arriba e inevitablemente me pálida como el papel y dejé caer mi comida.

Tenía un maldito tridente y una antorcha entrelazadas que desprendían un brillo aguamarina y morado.

Todos estábamos en shock, a excepción de Annabeth, Percy y Nico. Quirón tenía una expresión neutra y preocupada.

Antes de que pudiese reaccionar, yo ya estaba corriendo en dirección al bosque.

Cuándo perdí los gritos de Annabeth, Percy, Nico y Quirón, me dejé caer en la hierba bajo la sombra de un árbol.

Recuerdos de como dejó de ser un padre para mí, su expresión sombría y decepcionada de su rostro y por último como alejaba a la única persona por la cuál vivía y convertí mi vida completamente para poder salvar, Gaspard Cervantes, mi hermano.

Lágrimas que no lograba contener rodaban por mis mejillas.

No. No podía dejarme pisotear, mucho menos por culpa de mi propio padre. Me sequé las lágrimas y me hice una promesa a mi misma bajo aquel árbol.

No volvería a derramar ninguna lágrima.

Mi Pequeña Gitana (Nico Di'Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora