II

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Fujimoto estaba entre asustado y confundido luego de asegurarse de que aquello no fuera un sueño o una alucinación ¿Quién era ese y de dónde había salido? Por su apariencia Fujimoto podía decir que era un... Humano ¿Joven? No sabría calcular que tanto, y no lo haría, lo verdaderamente importante allí era como había llegado eso allí ¿Que debía hacer con él? ¿Lanzarlo a las profundidades? Fujimoto se sujetó la cien – Bueno... Calma... Piensa... Piensa... ¡Ya se!

El mago marino tomó al chico de cabellos rubios por debajo de los hombros y lo arrastró hasta ponerlo en la silla donde dormía; acomodarlo en ella fue ciertamente complicado, ya que a pesar de parecer delgado el muchacho se escurría hacía los lados y Fujimoto tuvo que probar varías poses antes de obtener estabilidad, luego fue por uno de sus antiguos y bien preservados libros, hacía años no trataba con humanos, por ende no sabía qué hacer en ese tipo de situaciones, si había un protocolo o algo lo desconocía... Sus textos milenarios eran su única salvación.

"Mi siento pesado... Me duelen todos los huesos... ¡Estúpido Calcifer! ¿Como se le ocurre dejarme caer? Mi hermoso ser sufre"

Howl abrió sus párpados con marcada lentitud debido a lo pesados que los sentía, intentaba enfocar algo de lo que estaba a su alrededor para ubicarse, se estiró escuchando como algunos de sus huesos sonaban por todo el tiempo en una misma postura... Definitivamente debía hacer ejercicio más seguido, pensó. Se sentó recto una vez hubo acabado de estirarse para frotar sus ojos y ver que... No estaba en el castillo ambulante.

Quiso gritar por explicaciones, pero la ansiedad que residía en la probabilidad de haber sido secuestrado por la Bruja del Páramo atasco su garganta. Trato de levantarse para salir pero la suma de sus piernas débiles con la humedad del suelo hicieron que cayera de bruces formando un estruendo considerable.

Fujimoto, quién hasta entonces se encontraba absorto en su lectura se asustó por aquel ruido tan repentino. Corrió hasta llegar a la sala y confirmar que el extraño había despertado y escuetamente de pie apoyado de la mesa maldiciendo en voz baja... Era un poco incómodo de oír para alguien tan conservador como Fujimoto – Lenguaje, por favor.

El joven se quedó en un silencio absoluto al oírle parado a unos metros de él... Le pareció un viejo colorido con cara de amargado de lo más extraño, nada que ver con el oscuro estilo de la Bruja del Páramo, pero sin descartar la posibilidad decidió ser cauteloso y educado, eso solía dejar buena impresión – Lo siento, no era mi intención caer sobre tus cosas. Me presento, soy el mago Henking ¿Podría usted decirme, por favor, dónde me encuentro?

¿Mago? ¿Acaso era como él? ¡No podía! La Madre Naturaleza no le habría concedido algo tan íntimo a otro... ¿Cierto? – En mi casa.

– ¿Y su casa está?

– Bajo el mar.

La cara del muchacho se descompuso en una mueca curiosa – ¿Eh? No bromee, por favor.

– hablo muy en serio, estás bajo el agua en estos momentos.

Howl, quién seguía sin creerle realmente a aquel viejo, soltó la silla un poco menos tembloroso para pegarse a la ventana, pero al tocarla noto que era una burbuja muy resistente y, extraña e inexplicablemente, se sintió en casa – ¿Eres un mago?

A Fujimoto le desconcertó un poco la manera en la que le brillaban los ojos a aquel muchachito, evocaba lejanos recuerdos – Madre Naturaleza lo nombra así.

– Sé que ya lo dije pero... Yo también soy un mago.

– Lo recuerdo claramente, joven Henking.

– Tú... ¿Trabajas para la bruja del Páramo? – El sujeto no le había impedido acercarse a la ventana, que por lo que Howl calculaba era muy fácil de romper, por lo que no parecía que tenerlo cautivo fuera su objetivo.

Nueva oportunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora