Capítulo 26

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Querido diario:
Habíamos llegado hace unos días y hoy era año nuevo. Había cenado con mi madre en la casa y más tarde, Kyle pasó por mí para ir a celebrar el año nuevo en casa de Megan. Estaba feliz por celebrar un fin de año con amigos.

Estábamos en el patio trasero tomando ponche y la música sonaba de fondo, todos estaban contando anécdotas y reíamos como nunca. Entonces recordé mi último año con Becky, la pasé con ella en el hospital, dirán que suena tan deprimente, pero para mí fue muy especial, la enfermera nos llevó comida y en la habitación colgamos unos adornos chinos, toda la habitación estaba completamente iluminada. Más tarde subimos a la azotea del hospital, en un papel escribimos nuestros deseos y les prendimos fuego, los pedacitos de papel se desvanecieron hasta que no hubo rastro de ellos. Unos minutos después cuando dieron las 12, prendieron fuegos artificiales y el cielo se veía iluminado de colores.

—¿Sigues aquí o ya te fuiste? —me preguntó Kyle.

—Lo siento, estaba pensando —respondí.

—¿En qué piensas? —inquirió, alcé la vista y lo miré.

—En mi último año con Becky —contesté.

—¿La extrañas verdad? —asentí.

—Okay chicos, vengan aquí —llamó Brad desde el otro lado.

—¿Es importante? —preguntó Sam quién estaba sentada comiendo junto a Matt.

—Por supuesto —le contestó Brad. Todos nos levantamos y nos acercamos a él—. Quiero que cada uno prenda un globo y pida un deseo.

—Cada año lo hacemos —agregó Megan mientras me miraba—. Es como una costumbre.

Tomamos los globos y los prendimos, cada quién pidió un deseo, lo solté lentamente y observé como se iba, el cielo se veía lleno de luces.

Más tarde, todos nos pusimos a jugar jenga, quien perdiera tenía que beber un trago de vodka, por desgracia, yo perdí dos veces, Brad tres y Kyle una, Megan y Sam iban ganando, unas horas después nos pusimos a bailar, sonaba la canción de The passenger de Iggy Pop, todos empezamos a brincar y a cantar la canción al mismo tiempo. Después de un rato, terminamos tiramos en el piso, sentía que todo daba vueltas a mi alrededor.

—¿Quieres que te lleve a tu casa? —me preguntó Kyle.

—No quiero ir a casa, no quiero que se termine esta noche —admití.

—¿Quieres ir a dar una vuelta por la ciudad? —propuso, yo asentí sonriendo.

Venía recargada en la ventanilla del auto observando la fría noche y las casas iluminadas, todo se veía tan silencioso

—¿Cuál fue tu deseo? —le pregunté.

—Si te cuento mi deseo, ¿me dirás el tuyo? —asentí—. Volver a ver a mi madre algún día.

Miré a Kyle, sus ojos se veía tristes, lo tomé de la mano y la acaricié.

—¿Cuál fue tu deseo? —me preguntó.

—Volver a ser la misma de antes —musité.

—A mi me gustas así como eres —añadió, lo miré sonriendo—. ¿Tienes sueño?

—No —respondí—. Tengo ganas de comer chocolate.

—¿Chocolate? ¿A esta hora? —asentí sonriendo.

Kyle me llevó a su casa, todo estaba tan silencioso. Fuimos a la cocina y sacó un bote de nieve de sabor chocolate. Me sirvió en un tazón y me lo extendió.

—¿Quieres? —le pregunté, Kyle estaba sentado frente a mí mirándome.

—No, estoy bien, gracias —dijo amablemente.

Comencé a observar la casa, todo estaba igual a como la última vez, regresé mi mirada a Kyle.

—¿Estás bien? —pregunté.

—¿Por qué lo preguntas? —dejé el tazón a un lado cuando me lo terminé y me acerqué a él.

—No quiero que te sientas sólo, a veces suelo ser despistada, por no decir que siempre, pero si algún día te sientes mal, triste o lo que sea, dímelo, sabes qué estoy aquí para ti.

—Gracias, pero estoy bien, y más porque estás aquí conmigo —confesó, no pude evitar sonreír—. Ven, tengo algo para ti.

Subimos a su habitación tomados de las manos, cuando entré, me senté en la cama y lo observé. Kyle sacó su guitarra y se sentó frente a mí.

—Te he escrito una canción —añadió, lo miré sorprendida.

—¿Hablas en serio? —pregunté sonriendo.

—Si —dijo.

Kyle empezó a tocar la guitarra y después comenzó a cantarla, mis ojos rápidamente se cristalizaron, ¡Era el mejor regalo que he recibido en toda mi vida!. Tan solo de pensar a Kyle escribiendo una canción o pensando en mí, era increíble. Lo miré en silencio, no podía dejar de sonreír, se veía tan lindo tocando la guitarra, amaba la delicadeza con la que lo hacía. Cuando terminó de cantar, dejó la guitarra a un costado de la cama y se sentó a mí lado.

—¿Te gustó? —preguntó.

—Me encantó, muchísimas gracias Kyle —dije sonriendo—. Es lo mejor que me han dado.

—Me alegra que te haya gustado.

Me acerqué a él, dándole un corto beso.

—Gracias —susurré entre sus labios.

Kyle sonrío y después me besó, por un momento sentí la necesidad de estar cerca de su cuerpo, quería sentirlo, quería que la ropa dejara de ser un estorbo. Kyle empezó a plantar besos en mi cuello, el calor de nuestros cuerpos se intensificaba, la ropa comenzaba a desprenderse y el deseo nos invadía cada vez más, sentía mi interior acalorarse y era muy difícil de apagar.

—Emily —me llamó.

—¿Si? —pregunté mientras podía sentir como dejaba besos húmedos por mi piel.

—Te amo —susurró.

—Yo también te amo —respondí.

Sus manos viajaban por todo mi cuerpo, Kyle volvió a besarme intensamente y mi pulso se aceleraba cada vez más, comenzó a dejar besos por mi hombro, que sentía que se me iba a salir el corazón, nos quitamos la poca ropa que nos quedaba hasta quedarnos completamente desnudos, por primera vez no me sentía avergonzada con mi cuerpo o conmigo misma.

—Eres hermosa —dijo mientras me besaba, sus besos eran suaves y al mismo tiempo intensos, él tomó mi cara entre sus manos profundizando el beso, nuestras respiraciones estaban aceleradas, empecé a dejar besos en su cuello, su piel era suave y olía tan varonil.

Ese instante sabía que estaba perdidamente enamorada de él.

Con cariño
Emily

Lo bello y triste del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora