El signo.

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Ener es un bello paraíso, ubicado al norte del sur del planeta, justo donde el sol da en su punto medio, su punto tropical, cosa que a veces me molesta ya que el clima suele variar con frecuencia. El lago de Ener es el centro de la economía, hace trescientos años de la gran guerra y todavía encontraban reliquias del mundo anterior allí inmersos, reliquias que o eran vendidos a otras tribus o apropiados para beneficio personal.

Yo me encontraba en medio del lago junto al miedoso de mi primo Azkenha, ambos en un pequeño bote un poco alejados de la orilla. El cielo se tornaba negro y el viento aumentaba su soplido.

-No te adentres tanto Taína, va a llover.

-Deberías calmarte, no voy a morir, al menos no todavía.

Dije para luego lanzarme al agua.

La luz era poca debido al oscuro tiempo, pero me era visible. Nadé en busca de aquel tesoro que hacías semana había captado mi atención. Agudice mi visión y observé con claridad aquel broche que raramente brillaba, lo toque e intente sacarlo, estaba un poco atorado y resbaladizo debido al moho que lo rodeaba. Jalé con fuerza hasta que logré extraerlo, varios pececillos nadaron en distintas direcciones, al mirar mis manos pude ver que era más que un broche, era un libro.

Igual no lo desprecié, tenía semanas soñando con esto. Subí a la superficie para encontrarme con Azkenha muerto de frío en medio de un lago turbio.

-Volvamos a la orilla- dije.

Apenas tocamos tierra el viento arrecio y un aguacero nos cayó encima, yo me detuve a mirar triste mi paisaje, había llegado mi invierno numero diecisiete.

-¡Taína!

Dijo mi tía al vernos entrar a casa empapados.

- ¿No saben lo peligroso que andar por allí a la intemperie y bajo la lluvia? Podrían engriparse- Mi tía tomó una toalla y envolvió a Azkenha- Menos mal que llegó el invierno, a ver de bueno nos puedes dar.

La llegada del invierno es crucial, en esta época las jóvenes de diecisiete años deben comprometerse para casarse una vez terminada las lluvias, cuando los árboles florezcan, ya que se supone "Es la época más fértil". Esto se debe a que hace trescientos años después de la guerra quedamos pocos habitantes sobre la tierra y lo mejor era reproducirnos cuanto antes, así que muchos aprovecharon para formar nuevas razas o incluso tratar de volver a aquellas que estaban casi extintas dividiéndose así en tribus.

Eso quedó como tradición, actualmente es innecesario el emparejamiento, se lo he dicho a mi tía muchísimas veces pero siempre se hace la sorda.

-Sube con Minea a tu habitación y arréglate, tu prometido está por venir y en la noche será el ritual.

- ¿Con qué idiota piensas emparejarme?

Si, lo se, soy muy grosera. Eso me enorgullece.

Mi tía se dio la vuelta y me fulminó con su mirada, ella era más alta que yo y gorda, se acercó a mí al punto de sentir su aliento sobre mi frente.

-Te he cuidado por diecisiete años desde que tus padres murieron, te alimenté y vestí, te eduque y te dí alojo, hoy día me debes pagar todo lo que he hecho por ti, te casaras con el pretendiente que tu tío te ha conseguido y punto.

Permanecí callada, me di la vuelta y corrí a mi habitación seguida de Minea, mi prima.

-Estarás bien, te aseguro es lo mejor, papá consigue excelentes pretendientes.

-No me interesa casarme, no todavía y no con alguien que no conozco.

-Es normal el temor Taína.

-Claro que es normal, te obligan a acostarse con un extraño.

Minea abrió los ojos, aquellos ojos negros como los míos, la había ofendido. Habían pasado ocho años de su matrimonio con Heres, un joven de la tribu de Milte, juntos habían procreado gemelos, años después debido a la mala situación económica y a lo difícil que era mantener tres bocas Heres se fue al norte en busca de un mejor empleo. Allí se desempeña como mercader y mensualmente envía una gran cantidad de dinero a la casa, hace dos años que no se ven.

Solté un bufido y me senté en mi cama ¿Que esperaba Minea? ¿Que me disculpara? Yo tenía la razón.

-Déjame sola, me voy a duchar, vuelve dentro de veinte minutos.

Minea cerró la puerta con delicadeza, yo aproveche la soledad y busque en mi bolsa aquel libro que había pescado en el lago. Con un paño le quité el moho, lo detallé con cuidado, era de color rojo un poco gastado y los bordes dorados como el broche, además de ser exactamente cuadrado y de tapa muy dura, allí se leía "Abeje". Observe el broche de nuevo y vi que la cerradura no era normal si no un pequeño agujero, una perforación mínima.

Dejé el libro sobre la ventana del baño y me duché.

Minea hizo su magia en mi, me vi en el espejo y observe aquel vestido blanco que había usado ella hace ocho años, mi piel que era del mismo color de la arena húmeda hacía contraste con el atuendo. Sobre mi cabeza colocó flores intentado sostener mi cabello que caía en mechones y no se mantenía.

-Mi vestido te queda hermoso.

-Descubre mis pantorrillas ¡No parece un vestido de novia!

-No es un vestido de novia Taína, solo es un atuendo para el compromiso, ahora baja, te están esperando.

Bajé las escaleras y ví a todos sentados alrededor de la mesa donde en medio descansaba un cofre de plata.

-Camina derecha Taína.

Dijo mi tía, yo bufé.

-Quimini dirichi Tiini- Dije por lo bajo.

-Aquí hay algo para ti- Siguió.

-¿Para mi? Wow que elogio.

-Es tu signo- Dijo mi tía.

Cada ser humano tiene magia dentro sí, es algo que nos pertenece desde el inicio de los tiempos, claro que con el pasar de los años y la llegada de la "tecnología" la magia pareció ser inútil. Ahora nos hemos dado cuenta de esto y nos hemos reencontrado con nuestras raíces, por eso cada uno tiene un "signo" con eso es posible usar la magia.

Abrí el cofre y encontré dentro una pluma de color plata, debajo de la tapa del pequeño baúl pude leer "Libertad".

-¿Libertad? ¡Vaya! Que conveniente ¿Me lo vienen a dar ahora?

-La tradición dice que se entreguen los signos cuando se vea que el joven está preparado, tu no lo estas, pero como ya te vas.

-Azkenha tiene su signo y solo tiene quince años.

-Que te puedo decir, mis hijos son muy precoces.

Taína: El misterio de la luz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora