Capítulo 2. Un asesino en serie.

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Foto: Ester

Era sábado, cerca de las cinco de la tarde, estaba con mi padre en el centro comercial, me separé de él nada más entrar, era una costumbre en mí, me gustaba perderme y mirar todos los objetos de las estanterías, pensar en ellos y meditar a cada paso que daba, solía desaparecer un par de horas hasta volverme a encontrar con mis padres, curiosamente siempre acababa encontrándolos sin tener que llamarlos, supongo que tenía un buen sentido de la orientación o mucha suerte.

Ya llevaba unos minutos dando vueltas, solía recorrer la sección de juguetes, miraba con ilusión las bicicletas y agarraba algún libro leyendo sus contraportadas.

Después de hacer todo eso, empecé a caminar sin rumbo fijo, me di cuenta de que estaba cerca de la sección de congelados, pensando en mis cosas, mirando al infinito, cuando entonces, a lo lejos me pareció ver una cara conocida, me acerqué más para descubrir quién era y entonces pude ver a aquella chica tan deslumbrante (o al menos para mí) que me hacía tiritar de nervios, Alice, me quedé totalmente congelado, nunca mejor dicho, pálido sin decir palabra, la verdad es que intentaba superar mi timidez, pero cuando me gustaba alguien parecía que mi timidez se multiplicaba por cien, me convertía en un cuerpo de huesos y carne parlante, pero sin cerebro, incapaz de conectar frases o palabras e incluso repitiendo la misma pregunta varias veces, en resumen, me volvía muy tonto.

Alice me miró y con una cálida sonrisa dibujada en su rostro me saludó:

—Hola William.

Saludé un poco tartamudeando, como ya dije era muy tímido, ella no paraba de sonreír e intentaba sacar temas de conversación conmigo, su insistencia consiguió apaciguar un poco mi timidez, poco a poco el hablar parecía mucho más sencillo, los temas de conversación iban fluyendo, una palabra llevaba a otra palabra, una frase a otra... todo fue de color de rosas. Hablamos bastante ese día e incluso nos tomamos unas fotos, mis ojos salieron rojos en todas las fotografías, algo a lo que no le di mucha importancia.

—«Será algún efecto raro de la cámara», pensé.

Fue un día grandioso para mí, Alice se despidió con un abrazo y un beso en la mejilla, sentí sus brazos desnudos rodeando mi espalda, no era cualquier abrazo, era uno de esos abrazos que dicen cosas sin tener que hablar, en el caso de Alice, aunque no podía leer su mente, sentía que su abrazo era un pequeño te quiero, algo curioso de ella era que, aunque sus brazos y manos eran cálidas como un café en invierno su beso era tan frio como un cubito de hielo en la playa, era algo sorprendente, el cómo era capaz de emular ambas sensaciones con diferentes partes de su cuerpo.

Dos días después, un lunes, llegó el instituto, había disfrutado bastante poco del fin de semana, siempre fui de los que pensaban que los fines de semana deberían de ser más largos, durar unos 4 días mínimo. Ester todavía no había llegado de sus grandiosas vacaciones, no me dijo donde iría, solo que durante su ausencia no la llamara, supongo que era normal, cuando las personas se van de vacaciones lo hacen para desconectar de su rutina y lo último que quieren es atender mensajes o llamadas, ya me contaría los detalles cuando volviera.

Brayan ya me estaba esperando junto con Víctor al lado del portón negro, me presentó a su novia llamada Estefanía, una chica de ojos azules, pero no tan bonita, pero eso no tenía importancia, Brayan era un chico con una media de una semana en cada relación, así que esa chica no le duraría mucho, después entramos a clases y Brayan que se sentaba a mi lado me preguntó:

—Oye William, ¿has visto las noticias? Hay un asesino por este barrio.

La verdad no solía ver mucho la televisión, pero esa noticia era tan popular que había llegado a mis oídos antes de que Brayan me la comentara.

MONSTER #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora