Capítulo 4. Una noche trágica.

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Estaba todo oscuro. No había absolutamente nada ni nadie, solo el vacío y una voz que me saludó.

—Hola

—¿Quién eres tú? —pregunté

—¿Ya no te acuerdas de mí William? Me conociste cuando tenías 7 años.

—Esa chica, esa niña, ¿eres tú la voz en mi cabeza? —pregunté asombrado.

Era ella, aquella chica que conocí con 7 años, la niña que narré al principio de este diario. Apareció frente a mis ojos en mis sueños, era preciosa, aquellos ojos azules y ese pelo tan dorado, sin embargo, aun recuerdo que tenía algo diferente, físicamente era la misma salvo por un pequeño detalle, su rostro estaba bien, su carita no tenía ninguna quemadura.

—Tu rostro, esta perfecto —le dije mientras cariñosamente le acariciaba la cara. —¿Por qué? Debe ser que en mis sueños te quiero imaginar así.

Ella sonrió mientras apoyaba su cara en mi mano y con sus pequeñas manitos tocaba las mías.

—No siempre tuve mi rostro quemado, William —me dijo ella tiernamente.

—¿Espera qué? Pero... cuando yo te conocí ya tenías la ca...

—Shh, no estoy aquí para recordarte cosas que ya has olvidado. Estoy aquí para advertirte.

—¿Advertirme de qué? —dije algo confuso.

—No de qué, de quién William, ten cuidado, ella oculta un secreto igual al tuyo, yo lo sé.

—¿Secreto? ¿Qué secreto?

Ella dejó de hablar, su voz suave y dulce no me contestó más esa noche, pero mi sueño prosiguió.

Estaba solo, en el mismo callejón donde me había intentado golpear Óscar. A lo lejos vi una silueta, no le podía ver bien el rostro, porque estaba todo muy oscuro, así que me acerqué a él, y entonces lo vi, él era yo... Sonriendo tétricamente. Pero su voz, su voz era parecida a la mía, pero no era igual, sus palabras estaban llenas de ira y furia. Podía sentir su rabia al escucharlo.

Se acercó a mí y susurrándome al oído me dijo:

—Ya era hora de que me conocieras William.

A continuación, me desperté alarmado, asustado y sudando. Estaba atemorizado, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Intenté tranquilizarme, lo que acababa de soñar solo era algo producido por mi incontrolable imaginación.

«Ha sido solo un sueño, nada más que un sueño», pensé.

Desayuné lo de siempre, me vestí bastante rápido y me dirigí a clases. El autobús escolar, como de costumbre, llegó cinco minutos tarde, Ester no estaba en el sitio de siempre, después de la bronca que tuvimos ayer era lógico que no quisiera verme, había sido un día duro para ambos, supuse que cuando se le pasara volvería todo a la normalidad.

Entré por el portón negro de mi instituto y observé el panorama, a la entrada estaba Óscar y un poco más adelante mi amigo Brayan, para entrar a clases tenía que pasar frente a frente de Óscar, lo peor de todo, es que, en primer lugar, él no estaba solo y, en segundo lugar, parecía que me estaba esperando.

Pasé por su lado, pero uno de sus amigos me agarró de la camisa, conseguí zafarme, pero ese pequeño instante le dio tiempo a Óscar para que se colocara enfrente de mí y no me dejara pasar.

—¿Qué quieres Óscar? —le pregunté exasperado.

—¿Crees que puedes hacerte la de chulo y salirte de rositas? —me preguntó Óscar enfadado.

MONSTER #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora