Capítulo 8: Sonrisa

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Un rayo juguetón de luz se asomó por la puerta, dejando entrar un olor delicioso de desayuno y despertando a la castaña.

-Mi niña, despierta. El desayuno está listo.

La voz maternal de la reina fue un melodioso sonido mañanero. Su voz al inicio dejó atónita a la protagonista, pues sentía que aún estaba en un sueño.

Todo aquello que había ocurrido ayer fue real. Esto es real. Todo es tan real.

La castaña se levantó de la cama, despeinada y con aspecto de aquellos personajes de ficción llamados "Zombies".

Toriel sonrió al ver a su hija y salió de la habitación, para darle espacio para que esta se alistara.

La castaña se dirigió al cuarto de baño, a un lado de su habitación. Se lavó el rostro para quitarse aquel intenso sueño que la poseía.
Al terminar, volvió a su habitación, y esta vez de su mochila sacó una polera similar a la que casi siempre tenía.
Era de color azul oscuro con lineas blancas. Se colocó aquel sueter y luego unos pantalones vaqueros, sus zapatos eran los mismos de ayer: Unos zapatos al muy estilo minero.

Pasó un cepillo de manera rápida por su cabello, después de todo, este no era tan largo y para ser sinceros, a ella le daba pereza peinarlo adecuadamente.

Al terminar, salió de su habitación, siguiendo el camino del aroma hasta el comedor.

Al llegar se encontró con el responsable de aquel olor tan delicioso.
En la mesa se encontraba un plato con waffles y algo de chocolate caliente.
Frisk no tardó en dirigir sus pasos hacia la mesa y contemplar tal obra maestra gastronómica.

Toriel sonrió al ver tal expresión de asombro y alegría infantil. Eso le hizo sentirse más segura de que su pequeña castaña no había cambiado tanto, a pesar de los años.

Frisk se dispuso a dar un bocado, sintiendo la consistencia dulce y hogareña de su comida.

Cuando ella se encontraba en el orfanato, casi siempre desayunaban lo mismo: Lunes y miércoles huevos, Martes y viernes yogurth de fruta, jueves y sábado Sandwiches, y el domingo algo de cereal.

Toda aquella comida era tan rutinariamente horrorosa, además de que no parecía estar hechos con algo de cariño. Incluso, en una prisión habría más ambiente hogareño en la comida que en su orfanato.

Frisk se alegró de haber salido de allí. Nunca perteneció realmente allí para llamarle "hogar". Solo era un lugar en que desgraciadamente tuvo que mantenerse hasta los 17.

-¿Te gusta? -preguntó Toriel, mirándola con una tierna sonrisa mientras la castaña devoraba su comida.

Frisk tragó. Por un momento se había perdido en sus pensamientos, ignorando a la peliblanca.

-Si, madre. Es...es delicioso.

-Me alegro -pareció aliviada-. No sabía si te gustaría por lo que traté de hacerlo lo mejor que pude.

Frisk sonrió. Toriel era tan amable.

-Madre, ¿no vas a comer? -preguntó.

-Oh, no. Yo ya desayuné -contestó-. Por cierto querida, date prisa. Pronto vendrán por tí.

Le avisó con una sonrisa.

Frisk casi olvidaba por completo de su salida con Undyne y Papyrus. Así que asintió, trató de comer lo más rápido que pudo y corrió hacia su habitación.
Toriel miró con impresión la gran rapidez en que la castaña había devorado el desayuno, para luego sonreír.

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⏰ Última actualización: Nov 23, 2016 ⏰

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