Aquellas navidades kibum había cumplido cinco años y sus padres tomaron la decisión de ir a Incheon a pasar las fiestas navideñas.Las calles estaban repletas de nieve aquel tres de enero y eso era algo que al pequeño rubio le encantaba.
Entro junto a su madre al centro comercial viendo todo muy contento.Era un niño sano, fuerte y feliz. A su corta edad defendía el color rosa como el mejor de todos los colores y no dudaba en enfadarse con su padre cuando este bromeaba defendiendo el azul.
A diferencia de otros niños el ya sabia que era un doncel pues sus padres veían aquello como lo que era, algo normal y al el preguntarlo simplemente le habían explicado que estaba en lo cierto. Al saber que algún día podría dar vida igual que su madre tomo la decisión de usar vestidos para verse mucho más lindo. Le encantaba que la gente le mirase y decía que las faldas y vestidos le hacían más feliz que los pantalones. Se sentía más hermoso.
Cierto era que cuando llegaban aquellas bajas temperaturas no deseaba nada más que sus pantalones, eso sí, mayoritariamente rosas y si podían ser con estrellas mucho mejor.Emocionado al estar en una ciudad distinta observaba todo con curiosidad. Era un niño que se fijaba en los detalles, para el todo importaba.
A kibum le escantaba el pollo por lo que al llegar al KFC arrastró a su madre a este insistiendo que debían comer allí pues a su padre, el cual se reunirán en menos de cinco minutos con ellos, también le gustaba. La señora Kim no tubo más remedio que aceptar aquello y entre risas ir tomando asiento y llamando a su esposo para comunicarle donde almorzarian en aquel primer día en la localidad.
Kibum corrió al parque de juegos el cual era bastante grande. Al entrar en este se dio cuenta que sólo había un niño de ojos grandes y cabellos negros. Sonriendo se acercó a el meneando el vestido que llevaba sobre sus pantalones.
-Hola, me llamo Kibum ¿y tu ?
-Minho.