Mi nombre es Mara Carbone, mi vida se puede resumir en una palabra de cuatro sílabas "ridícula".
Soy conocida como un ser despreciable y una rata de biblioteca, pero tranquilos, no quiero causar lastima, eso no va conmigo, creo que yo he elegido ser la persona en la que me he convertido, eso de fenómeno radica en mi problema de soportar al resto de los gorilas adolescentes.
Mi personalidad es antipática y rara, e incluso algunos me dicen loca, pero yo lo llamo ser diferente, plantear mi punto de vista y ser yo misma sin aparentar, ni presumir de nada.
En este momento estoy de camino al tan reconocido instituto Santa Teresa, el cual para mí no es más que un sombrío lugar en donde se reúnen niños ricos de la ciudad.
Sigo sumida en mis pensamientos y cuando menos me lo espero caigo en un charco y no es uno pequeño, es gigante, de esos que dejan la lluvia de noviembre, tanto que me deja totalmente empapada.
— ¡¿Podría ser peor?!—gruño a la nada.
Un señor que va pasando me mira como si fuera una loca.
— ¡¿Nunca ha visto a alguien hablando solo?! — sí, definitivamente parezco una loca.
Sigo mi camino. La verdad no me importa llegar a clase toda mojada, nunca me ha interesado si me veo bien ante los demás.
Entro y todos se me quedan viendo como si fuera parte de algún show. Y al final del pasillo se encuentra la persona que más me odia en el mundo.
Ni yo sé que le hice a la estúpida de mi prima para que me deteste tanto.
—No sabía que dejaban entrar desechables al instituto —dijo mi querida prima Lola.
—Pues si dejan entrar tontas como tú, ¿por qué habrían de prohibirle la entrada a un pobre desechable?—dije retándola.
—Eres tan repugnante, además de ser una huérfana buena para nada.
—Creo que en lo de buena para nada te estas refiriendo a ti misma. Deberías pensar antes de hablar... Oh, lo siento se me había olvidado que tu mente está en blanco y que tu cerebro está subdesarrollado—hablé esta vez yo y, justo cuando ella iba a responder la interrumpí — lo siento debo llegar a clase— y luego de eso fuí al aula en donde el profesor daba un largo monólogo acerca de lo horrorosa que es su vida, como si nos importara, suficiente tengo con la mía.
Algunas veces me podía defender, pero eso solo pasaba cuando me decían huérfana. No saben lo horrible que se siente que te estén echando eso en cara, pues ese es mi punto débil, cada vez que me dicen así sale mi fiera interior y me hago inmune a todos sus insultos. Aunque en realidad interiormente estoy a punto de salir corriendo y llorar como una nena.
Para mi desgracia no soy tan fuerte como quisiera serlo.
La clase transcurrió con todos murmurando cosas y de vez en cuando escuchaba mi nombre, pero preferí no malgastar mi tiempo en ponerles cuidado.
Al fin sonó la campana y era hora del descanso.
Fui directo al baño ya que lo único que hago es hacerme lo más alejada posible de todos estos monos adolescentes, aquí me quedo a leer uno de los libros que me inspiran.
Se podría decir que esta es mi rutina de todos los días.
Luego de unos minutos en total silencio, alguien entra al baño y toca directo en el que estoy sentada, decido abrir, tal vez el resto estén ocupados y la persona tenga alguna emergencia. Pero cuando abro, frente a mí está Alex, el hijastro de mi tía. Con sus perfectos ojos azules mirándome con una media sonrisa.
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Estúpido amor
Novela JuvenilMara Carbone es una adolescente antipática, solitaria, ermitaña, y por supuesto, que no cree en el amor. Sus razones: - Vuelve seres irracionales e ilógicos a los humanos. - Te hace vivir en una efímera ilusión. - Te aleja de lo real. Pero, ¿Qué pa...