Capítulo I: Jonathan Bort

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Durante mi escasa existencia, he crecido acumulando demasiadas preguntas y obteniendo pocas respuestas.

Cuando tenía seis años, por ejemplo, me surgió cierta duda: si al morir vamos al "Cielo", y no existe paraíso tan perfecto como el "Cielo", ¿no es mejor simplemente matarse ahora y no tener que esperar hasta que la muerte llegue?

Desde luego, la escandalosa pregunta impresionó a mis padres. Hasta la fecha, no sabría decir si de manera positiva o negativa, pero algo puedo decir con certeza y es que los impresionó. Desearía recordar su respuesta, pero apenas tengo el vago recuerdo de que alguna vez hice tal interrogante. Me atrevo a decir que fue la simple respuesta de un par de amorosos padres católicos, tratando de explicar a su hijo que provocarse la muerte no está bien.

¿Por qué los seres humanos no somos capaces de volar?, ¿existen los duendes?, ¿algún día la gravedad dejará de funcionar?, ¿en verdad amamos a las personas?, ¿tendré éxito en la vida?, ¿existe algo genuinamente eterno?, ¿alguna cosa de todo lo que estamos forzados a hacer en esta vida, realmente tiene algún valor?... Esas y otras preguntas más, arrastro conmigo en esta caótica trayectoria.

Imagino que la posible respuesta que mis padres me dieron en aquella ocasión, fue que no es nuestra tarea decidir cuándo dejar este mundo, sino la de Dios; y en el momento en que alguien tome esta acción por su cuenta, se consideraría como suicidio; y ya que el suicidio es un pecado, automáticamente, el "Cielo" no es más una opción.

Mamá, papá, a donde voy ustedes no estarán...

Me llamo Jonathan Bort, tengo 21 años y pronto me suicidaré. Quizá no hoy y tal vez no mañana, pero uno de estos días, definitivamente lo haré.

Ese día puede ser cualquiera, así que, si tiene que ser ahora, que sea con una buena canción.

"Vístete de gala, para cenar estrellas..." [1]

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[1] 424. "Gala". Oro (2012). 



Un suicido casi perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora