Sonya despertó en su habitación, dispuesta a ir nuevamente a la escuela. Se levantó, se bañó, se vistió, tomó sus cosas y salió de su casa para caminar hasta el colegio.
Como parte de la rutina, caminaba inmersa en sus propios pensamientos cuando Yasuna se encargó de sorprenderla por la espalda.
—¡Sonya-chan!
Se abalanzó sobre ella para intentar abrazarla, pero Sonya perturbó esa idea tomándola de los brazos y aventándola apenas sintió su tacto. Yasuna gritó como acostumbraba al recibir las agresiones de su amiga, a la vez que caía sobre la acera y se se quejaba acongojada.
—Ah, eres tú.—dijo serenamente Sonya mientras se acercaba hacia ella para ayudarla a levantarse. Yasuna se incorporó dando leves alaridos de dolor, antes de quejarse con Sonya por haber contestado de esa forma a su "cordial saludo"
—¡Fue tu culpa!—respondió Sonya mientras soltaba los brazos de su amiga, una vez que esta se puso de pie.—¿estás bien?
Yasuna asintió ligeramente confundida. Le estaba resultando extraña la forma en que su amiga se estaba comportando con ella; ayudarla a levantarse de su caída en lugar de dejarla ahí botada y dirigirse a sus clases estaba fuera de su actitud cotidiana. Sonya también se percató de su actitud, y se preguntó el por qué de esa muestra de solidaridad, ¿por qué se había decidido por ayudar a su amiga tan espontánea e inconscientemente?
—Fue una casualidad—pensó para sí misma.—Supongo que desde que la saqué del pozo aquél día he aprendido a ser más considerada con ella...
Realmente había pasado un día desde que Yasuna consiguió llegar de cierta forma a la sensibilidad de Sonya, haciendo que la ayudara a salir de ese pozo de tierra en el que ambas habían caído, y donde Sonya estuvo a punto de hacer a un lado a su amiga, dejándola atrapada ahí por quién sabe cuánto tiempo. Sonya intuyó que desde momento había aprendido a ser más solidaria y empática con ella; haber sentido pena por oír llorar a una persona a quien ya estaba acostumbrada a ver feliz, revoloteando por las aulas escolares riendo y regocijando. Desde ese momento, Yasuna había conseguido llegar al corazón de Sonya, y la había hecho compadecerse de ella. Sonya pensó que aquella muestra de apoyo no había sido por otra cosa mas que aquello, y ambas continuaron el camino hasta llegar a la escuela.
Al llegar a la clase, se sentaron en sus bancas y esperaron al profesor, quien como de costumbre, estaba llegando tarde. Sonya estaba con la barbilla sobre su mesa, pensativa y con la vista al frente. De pronto, sus ojos percibieron dos pequeñas títeres de madera sostenidos con finos hilos blancos, bajando hasta posicionarse sobre la mesa, frente a sus ojos. Sonya vio despistada que tenían las mismas prendas y facciones que ella y Yasuna. Los muñecos comenzaron a bailar impulsados por los mismos cordones, mientras la persona que los controlaba imitaba una alegre melodía en dos tonos de voz: uno grave para el que tenía parecido con ella, y uno más agudo para quien tenía similitud con Yasuna:
—Danza, danza, danza, en el bosque de abedul—cantó intentando acoplar en él ambos tonos de voz.—Danza, danza, danza, en el bosque de abedul.
—¡Vamos al lago!—cantó en el tono agudo.—¡Vamos al lago, vamos al lago del atún! ¡vamos al lago del atún!
—¡Yo no quiero, yo no quiero!—cantó con la voz grave—¡Yo no quiero ir allá, yo no quiero ir allá!
Sonya no demoró en hartarse de aquella canción improvisada (y muy mal compuesta, ¿quién le dijo a Yasuna que el atún vive en los lagos?). No hacía falta mucha imaginación para dilucidar quién estaba -literalmente- moviendo los hilos. Y sin mucho interés levantó la vista y vio a Yasuna cantando con una mirada pícara, mientras agitaba las manos para hacer bailar a los títeres. Estaba sentada de rodillas sobre su propia mesa, la cual había aproximado a espaldas de Sonya para poder asomar encima de su cabeza los muñecos.
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Kill me baby: La amplitud de cambiar. (Yuri)
FanfictionSonya ha entrado en un punto de inflexión con respecto a su amiga Yasuna; está comenzando a verla de una manera más sensible, está cambiando su perspectiva sobre ella, está empezando a sentirse atraída. Se está enamorando de ella.