V: Perspectiva.

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Primero despertó Yasuna. Se encontraba inmersa soñando en blanco cuando abrió mínimamente los ojos. Su vista era todavía borrosa, permitiéndose apenas ver el difuminado matizado de colores rústicos, de los cuales no podía aún distinguir a qué objeto pertenecían. Sin percatarse todavía de su posición, se tomó la libertad para estirarse, retorcerse y volver a relajarse boca arriba sobre el sitio donde durmió; estaba dispuesta a despertar, pero no a levantarse (después de todo, casualmente aquél era día de descanso, no iría al colegio). Transcurridos algunos minutos, sus sentidos se despertaron del todo, así como la percepción de su entorno. Yasuna se dio cuenta de que no había despertado precisamente en el mismo lugar sobre el que durmió, pues aquella superficie no se sentía para nada como su almohada. Palpó la superficie de lo que fuera aquello azotando su mano contra ella, buscando a su manera el tacto de una cobija, o un colchón. No obstante (y más allá de lo que anticipaba sentir), sintió en forma encorvada una superficie que tuvo que estrujar y apretar en repetidas ocasiones (y terminar de despertarse, de paso) antes de reconocerla como un brazo ¿el brazo de quién? Antes de responderse esa pregunta, Yasuna sintió (ahora que se encontraba mayormente despierta) que su cabeza estaba posicionada sobre el pecho de una mujer, reconociendo la anatomía femenina sosteniendo su cabeza. Ahora solo le quedaba girar la cabeza, elevar la vista y mirar quién estaba ahí; apenas lo hizo reconoció el rostro de Sonya.

          —¡Aaah-aaaah!.—gimió.

     Dio un sobresalto a la vez que se apartaba nerviosa de ella. Pese al brusco movimiento que había hecho, Sonya no despertó, apenas movió la cabeza mientras estrujaba la mirada. Yasuna se le quedó viendo unos instantes, sentada de rodillas.

          —Tiene el sueño muy pesado. —pensó girando la cabeza, cubriéndose la boca con la mano y reflejando su esfuerzo por no reírse.

     Dado que Sonya no estaba dando indicios de querer levantarse, y viendo que ya era una hora muy considerable para despertarse incluso en un día libre (1:00 pm), Yasuna convino, desde sus profundos y confusos pensamientos, que era la ocasión indicada para despertarla a su manera: Se puso rápidamente de pie, y se sentó en el sofá donde ella iba a dormir en un principio para pensar en una "bromita" adecuada para despertarla sin morir en el intento, habiendo olvidado que para ese día Sonya ya no se sentía capaz de agredirla a voluntad. Divagó en su mente unos momentos más hasta que se le ocurrió algo. Sin considerar su cautela, volvió a aproximarse con ella  paray posicionar sus dedos  mediose e índice sobre su cuerpo y simular una pequeña caminata con ellos, intentando hacerlo de una manera suave y apenas perceptible; Yasuna quería hacerle creer (cuando su mismo tacto la despertara) que tenía un insecto caminando sobre ella o algo por el estilo.

     Después de recorrer su cuerpo sobre su pijama se dirigió a su nuca (estaba durmiendo de lado, con la cara opuesta a la ubicación de Yasuna). Pero de pronto, sintió que se estremecía de la manera en que uno hace al moverse mientras duerme. Sonya cambió la posición de su cabeza, terminando con ella viendo  hacia su lado opuesto y por lo tanto, a Yasuna. Aunque siguiera dormida y no pudiera verlo con esplendor y claridad, Yasuna (quien hasta entonces había empezado a formar una cara  hilarante que preparaba para el momento en que la asustara) no se sintió capaz de seguir por su causa; quedó atrapada viendo el rostro impasible de su amiga.

          —So... Sonya-chan.—la miró con asombro. 

     A pesar de que ella había estado anteriormente con Sonya muchas veces en situaciones que implicaban estar cerca de cara a cara, aquella fue definitivamente la primera en la que se tomó el tiempo para admirar la belleza en su rostro, aquella belleza que extrañamente nunca se había tomado el tiempo para admirar. La fina mirada en los ojos de Sonya, sus mejillas lisa, los flequillos de cabello que atravesaban mínimamente su frente, sus pestañas cuidadas, sus facciones pequeñas y respingadas... ¿siempre había sido así de hermosa? Yasuna se preguntó en ese mismo lugar por qué no había visto anteriormente la belleza en su amiga; consideró que se debió a que en el pasado no la veía como algo más que una compañera para sus infantiles juegos, pero extrañamente desde la noche anterior apenas había despertado su atracción hacia ella (aunque en ese entonces la había interpretado más como morbo de verla semidesnuda)

Kill me baby: La amplitud de cambiar. (Yuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora