1. Más verde que al geranio de mi madre

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Me recogí mi larga melena dorada en una coleta mientras pensaba en el castigo que me llevaría después de esto. Suspiré y apoyé la cabeza en la fría pared de hormigón que estaba a mis espaldas. Mis padres me iban a matar, eso lo tenia claro... ¿Las consecuencias? Eso ya no tanto. Saltarme un par de clases y tirar de alarma de incendios era una cosa, coger el coche de mis padres y largarme a media noche a una fiesta universitaria con mi mejor amiga, era otra muy distinta. Si había algo que mis padres veían imperdonable era la mentira, y esta vez yo había metido la pata hasta el fondo.

-Venga ya Liv, no sé ni porqué le das tantas vueltas, ya verás que un par de horas ya estamos fuera- Dijo Gaby poniendo los ojos en blanco. Todavía llevaba puesto el vestido negro ajustado de la noche anterior y el pelo recogido en un alborotado moño, con mechones castaños que le caían por delante de la cara. Me fijé en que llevaba rato jugueteando con una de sus múltiples pulseras, era un tick suyo, lo hacia siempre que estaba nerviosa.

-Para ti es fácil decirlo, tus padres se olvidarán de todo esto en un par de días. Yo en cambio tendré suerte si no muero asesinada cuando se enteren, sobretodo ahora que estoy sacando notas tan bajas...- Suspiré. – De esta no me libro ni de broma.

Cerré los ojos y me senté en el suelo abrazando mis rodillas, ¿Cómo habíamos llegado hasta allí? Si me hubieran dicho hace unos años que a los 17 acabaría pasando una noche en el calabozo, hubiera puesto la mano en el fuego por desmentirlo. No me malinterpretéis, no soy ninguna loca revolucionaria que esta en contra del mundo, en absoluto. Soy una adolescente normal y corriente con una mejor amiga un tanto... diferente. Conozco a Gaby desde que nací, y mas que una amiga, para mi es como una hermana, sin embargo, somos completamente opuestas en todo. Por eso, cuando me llamó aquella noche rogándome que la acompañara a aquella fiesta, me negué en rotundo. Pero a pesar de ello, de alguna manera incomprensible consiguió convencerme para que me arreglara y saliera de casa con las llaves del BMW de mi padre. Y bueno, el resto ya os lo debéis imaginar.

-Recuérdame que no vuelva a hacerte caso en nada, nunca mas.- dije llevándome las manos a la cabeza.

-Di lo que quieras, pero la noche de ayer valió la pena. ¿O no?- Respondió Gaby alzando una ceja.

Al escuchar sus palabras me saqué uno de mis tacones y se lo lancé desde el otro lado de la habitación. -Eres imbécil- Dije mientras se me escapaba una sonrisa.

–Para ti si que valió la pena, a tus padres todo esto les es completamente igual y encima por fin conseguiste a tu tan deseado Lucas- Dije poniendo los ojos en blanco.

De repente Gaby empezó a sonreír como una tonta al recordar todo lo sucedido la noche anterior. Ella siempre había sido toda una rompecorazones con los chicos, pero con Lucas era diferente, ese chico le gustaba de verdad. Llevaba años hablándome de él y ayer por fin la había besado, y si, claramente me alegraba por ella, pero definitivamente no era algo por lo que acabar en un calabozo.

-¿Olivia Turner?- Dijo una voz desde fuera mientras oíamos el tintineo de las llaves abriendo la cerradura.

Me incorporé y miré a Gaby confundida mientras me colocaba bien el vestido que llevaba puesto. Un hombre vestido de uniforme entró en la celda con cara de pocos amigos, era el mismo policía que nos había arrestado unas horas antes.

-Han venido a recogerte.- Dijo haciendo un gesto con la cabeza hacia la puerta.

Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Tragué saliva y respiré hondo, no estaba muy segura de lo que podría encontrarme allí afuera, y definitivamente no tenia ganas de comprobarlo. Me aparté el pelo de la cara y me ajuste la coleta mientras Gaby gesticulaba un "suerte" en voz baja.

Dos de corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora