2. Una escena sacada de una película de James Bond

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Después de un viaje de 3 horas encerrada en una especie de autobús lleno de adolescentes y niños chillones, por fin llegamos a Westcliff. Solo bajar del vehículo se me abrieron los ojos como platos, el lugar era precioso, situado en las afueras de Londres y rodeado de campos y bosques tintados de verde. Fuera habían unas mesas de madera y una fuente redonda gigante en la entrada, el edificio en sí tenia un estilo más victoriano lleno de macetas con flores en las escaleras. Y si no hubiera sido por el hecho de que me estaba congelando, no me hubiera importado explorar el resto de los jardines del colegio.

Ale y Valeria me fueron indicando donde estaba cada lugar y me acompañaron a secretaría para ayudarme con la inscripción. Mientras repartían las habitaciones, las niñas me hicieron un mini-tour por el colegio. Había de todo: pistas de tenis, gimnasio, piscina, sala de arte, pista de hielo y hasta un ring de boxeo. Realmente, no faltaba de nada.

Finalmente nos dieron las llaves de nuestras habitaciones y subimos las escaleras de mármol blanco hasta llegar a la cuarta planta. Entre jadeos y casi sin aliento abrimos la puerta blanca que daba al pasillo y rebuscamos puerta a puerta nuestros nombres escritos.

-Carolina, Freancesca, Martha, Lorenne... -Decía Ale mientras leía los nombres en voz alta.- ¡Valeria! Esta es la tuya.

Valeria corrió hasta la puerta que señalaba su amiga y abrió la puerta rápidamente mientras yo me apresuraba en seguirle el paso a Alejandra que continuaba cantando los nombres escritos en las puertas.

-Andrea, Isabella... ¡Olivia!- Dijo dando dos toques en una de las puertas.

Antes de que pudiera meter la llave en la cerradura, alguien abrió la puerta y yo me sobresalté asustada. Era una chica morena con el pelo muy corto, bastante bajita y con la piel muy blanca.

-Eh... Hola, tu debes ser...- Dije yo rascándome la nuca.

Ella se me quedó mirando confusa y me estrechó la mano.

-Sofía, me llamo Sofía.

-Olivia.- Respondí yo mientras entraba por la puerta.- Encantada.

La habitación era inmensa en comparación a la mía de California, tenia un gran ventanal al final y dos camas separadas por un enorme armario de madera. Me fijé en que mi compañera ya se había deshecho la maleta y tenia colgados un par de pósters de 'The Walking Dead' sobre la cama. El baño no era muy grande, pero estaba bien, teníamos un espejo gigante y un pequeño tocador en una esquina.

-Eres americana, ¿verdad?- Dijo Sofía mientras guardaba sus cosas en los cajones.

Asentí.

-Se te nota- Respondió sonriendo. –Solo alguien de fuera se traería tanto equipaje.

-¡Pero si solo me he traído una maleta grande y la de mano! –Dije abriendo los ojos y llevándome las manos a la cabeza.

Ella soltó una risita tímida y negó con la cabeza.- Americanos.- Suspiró.

De repente alguien picó a la puerta y yo fui a abrir deshaciéndome la trenza que llevaba puesta. Era Ale.

-¿Qué tal tu roommate?- Dijo levantando la vista por encima de mí. Me di la vuelta y vi como Sofia guardaba una caja de galletas en la caja fuerte. – Parece... simpática- Dijo mordiéndose el labio para no reír.

Puse los ojos en blanco, y cerré la puerta detrás mío. -Es bastante tímida, pero parece maja. ¿Y tu?

-No sé, no ha llegado todavía. – Dijo mientras se sacaba el móvil del bolsillo- Nos han puesto las habitaciones a las tres juntas, hemos tenido suerte.

Dos de corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora