Sonríele

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Me dirigí a la vida con cuentos agrios.
Me prometí echarle un poco de dulce antes.
Pensé que si quería el mundo sería mío,
Que todo me entraría como dos guantes.

Ahora me sirve un plato frío, congelador
Con otro encima para no contaminarlo.
Todo en su interior era para mí.
Furia, amor, melancolía, terror...

Dicho me senté seguro y valiente,
No tenía nada que temer, sabía que
Lo lograría sin dudar, fuese lo que fuese,
Sonríele a la vida, que ella solo enseña dientes.

Sin objeción alguna levanté la sorpresa,
Cuya me iba a compañar toda mi vida y,
En forma de recuerdo, una promesa.
Bien cuerda, Bien servida.

Ahora llevo casi una cuarta parte y,
Empieza a ser frustante ese trago,
Intento evitarlo, pero se empeña.
Quiere dejar todo un estrago.

Un estrago pretencioso de ser agrio.
Un agrio presumiendo de ser dulce.
Un dulce tentador por ser tu boca.
Una boca que grita y no tiene cuerdas.

Ese cajón sin abrirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora