Estaba con los brazos estirados y una pierna fuera de la cama. Poco faltaba para que fueran las ocho de la mañana, pero ella seguía durmiendo sin preocupaciones. Totalmente tranquila.
—¡NANA! —gritó Misaki, asustando a la chica y consiguiendo que abriera los ojos de golpe—. ¡EL SEÑOR UESUGI ESTÁ AQUÍ! —Nana tardó unos segundos en darse cuenta que era viernes.
—¡Es viernes! —le gritó la chica a su amiga—. Hoy no —bostezó—, es el día... —cerró de nuevo los ojos e intentó dormirse otra vez.
—Nana —reconoció la voz al instante.
—Gen, hoy no es el día. Me dijiste que sería el sábado, ¡y hoy es viernes! —el hombre abrió la puerta y cruzó los brazos—, ¿cierto? —él asintió.
—Cierto. Pero los Zhang han decidido que quieren conocerte hoy —hubo un momento de silencio, hasta que ella se sentó de golpe en la cama.
—¡Hoy!
—¿Por qué crees que estaría yo aquí, si no? Nana, prepárate, tenemos una hora para salir —ella volvió a bostezar y se puso de pie. Se frotó los ojos y miró de arriba abajo al mayor.
—¿Me tengo que arreglar tanto como tú, Gen?
—Mientras parezcas una mujer formal, estará bien —ella asintió y sonrió. Salió de la habitación, con el señor Uesugi detrás.
—Misaki —dijo la chica cuando llegó a la cocina—, ¿qué has hecho para desayunar? —Nana se sentó frente a su amiga, y ésta rodó los ojos.
—Querrás decir qué me he hecho para mí —Nana infló las mejillas—. No me pongas esa cara, no pienso hacerte el desayuno.
—¡Aaay, Misaki! —Estiró los brazos y apoyó la frente en la mesa—. ¡Creí que me querías! Además, tengo prisa.
—¡Si tienes prisa, levanta tu culo de la silla y hazte el desayuno! —Nana se puso una mano en el pecho y miró a su amiga, ofendida.
—Es porque me acabé el yogur, ¿verdad? —Misaki no le contestó.
—Nana, tenemos que darnos prisa —le dijo el mayor, y la chica asintió.
Al acabar su enorme bol de cereales de fresa, fue a su habitación para coger la ropa que ella creía que era la correcta, y se fue a la ducha. Mientras tanto, Misaki y Uesugi la esperaban en el salón.
—Oiga, señor Uesugi —dijo la más joven intentando que ese silencio incómodo se fuera—, ¿cómo ha conocido a esa familia china?
—¿Nana no te lo contó? —Misaki negó con la cabeza—. Oh, bueno, verás, yo siempre he ayudado al señor Zhang con sus negocios en Japón. Llevo trabajando para él... unos veinte años.
—¡Veinte años! —exclamó la chica—. ¡Pero si es la edad que tenemos nosotras! —el hombre le sonrió y asintió—. Pero, ¿y de qué conoce a Nana? Lo único que me ha dicho es que os conocéis desde hace muchos años -el mayor rió.
—¿En serio? ¿Solo eso? —Misaki asintió—. Yo fui al instituto con su madre. Y como vivíamos cerca, nunca perdimos el contacto, así que se puede decir que conozco a Nana desde que nació. Y como sé que no tiene suerte con el trabajo, cuando me enteré que los Zhang se mudaban a Japón, pensé en ella y en Wu.
—Claro, ella tiene experiencia en el lenguaje de signos por su abuela... —Uesugi asintió.
—Supongo que le irá bien, al fin y al cabo, Wu estudió aquí durante tres años, así que controla el japonés.
—Y, dígame, señor Uesugi, ¿cómo es esa familia? Porque si tengo que esperar a que Nana me cuente algo, dudo que consiga sonsacarle más que sus nombres —Uesugi se volvió a reír y asintió, dándole la razón a la chica.
ESTÁS LEYENDO
No Es Necesario Oír
Teen FictionLa familia Zhang, una de las más ricas de China y conocida por ser dueños de la famosa marca de coches Chery Automobile Co., se muda a Kioto para seguir allí con los negocios del señor Zhang. La familia necesita a alguien que se encargue de Wu, el j...