Capítulo 10

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Misaki observaba seriamente a Nana mientras desayunaban. La chica llevaba un rato en silencio, perdida en sus pensamientos. Nana, que conocía a su mejor amiga mejor que a ella misma, sabía que, en cualquier momento, podía soltar una barbaridad.

Nana miró la sopa de miso de su mejor amiga.

—Se te va a enf... —en ese momento, Misaki cogió la cuchara y le dio en la cabeza a Nana—. ¡Ay!

—¡Nana! —exclamó Misaki.

—¡Misaki! —le contestó ella, y Misaki sonrió.

—¿Qué tal con el hermano mayor de Wu?

—Pues mal, como siempre. Además, se llama Shaiming —Misaki soltó una risita.

—Uy, si sabes como se llama y todo... —Nana suspiró.

—Misaki, ¿has dormido? —Misaki negó con la cabeza—. ¿Muchos exámenes? —Misaki negó con la cabeza otra vez—. ¿Trabajos? —Misaki volvió a negar—. ¿Entonces? —Misaki se echó hacia delante, preparada para soltarle a Nana su gran secreto.

—Nana, estoy enamorada.

—¡Misaki! ¡Wow, me alegro mucho! ¿De la chica esa de tu universidad? —Misaki se acomodó y asintió.

—Es perfecta. Todo en ella es perfecto. No sabía que existían personas tan maravillosas en el mundo, pero sé que ella es... es como... como si estuviera hecha para mí, ¿entiendes? —Nana asintió—. No sé si alguna vez te has enamorado, pero es una sensación tan bonita... Ah, oye, ¿alguna vez te has enamorado, Nana? —Nana negó con la cabeza.

—No. Es más, tampoco quiero hacerlo. 

—¿Por qué?

—Porque los hombres son imbéciles. Misaki, ¡tú tienes suerte, no te gustan los hombres! Pero yo estoy bien jodida. ¿Qué hago si me enamoro de un imbécil? ¿Y si además es el hombre más imbécil del mundo? ¡Cuánto sufrimiento! Creo que paso.

—Pero... uhm... ¿y si un día te enamoras? Incluso del hombre más imbécil del mundo. No sé, supongamos que pasa, ¿qué haces? Todas las canciones de amor te recordarán a él, y te darán asco las parejas que veas por la calle, aunque en el fondo te gustaría estar igual con él. ¡Y te pondrías roja cuando esté cerca! Y... no sé, tendrás muchas ganas de abrazarle y de no soltarle... ¿Y sabes qué es lo peor? Que esto te puede pasar incluso con la persona más estúpida del mundo.

—Quizás tenga suerte y no existe semejante tipo —Misaki asintió.



Shaiming había llegado antes de lo previsto a la sala de reuniones, así que estaba entretenido dando vueltas con la silla. Se detuvo cuando empezó a sentir que el café del desayuno se empezaba a mover de una forma muy desagradable.

Miró su reloj y bufó. Aún faltaba una hora. Shaiming estaba tan acostumbrado a estar ocupado, que tener un pequeño momento de tranquilidad, le desesperaba. El chico tenía que hacer algo esa hora.

Se puso de pie y se acercó a una de las ventanas de la sala. Kioto era una ciudad muy bonita vista desde una planta 17. Shaiming pensó que podía caminar un poco y desconectar bien, así que cogió su chaqueta, que estaba en su silla, y salió de la sala para dirigirse al ascensor.

Shaiming saludó a las personas que se encontraba bajando un poco la cabeza, sin darles importancia. Los trabajadores estaban acostumbrados a él, así que ese simple gesto les sorprendió. Una vez fuera, se detuvo a los pocos pases de la puerta. Quería caminar, claro, pero ni siquiera conocía bien la zona en la que estaba. Entonces, Shaiming cayó en que no sabía nada de esa ciudad. No sabía dónde estaban los lugares importantes o un mínimo de historia. Las únicas partes que conocía eran gracias a Nana.

No Es Necesario OírDonde viven las historias. Descúbrelo ahora