Capítulo 6

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Nana observaba a su mejor amiga, que estaba sentada frente a ella, desayunando. Misaki, que intentaba ignorar la mirada de la chica, se estaba poniendo cada vez más nerviosa.

—¡Ay, Nana, ¿qué quieres?! —exclamó la chica, haciendo que Nana se riera.

—Tengo interés por tu nueva amiga —Misaki rodó los ojos.

—Ya te lo he dicho todo.

—Bueno, en realidad todo no... —Nana enarcó una ceja.

—Sí, es guapa —Nana soltó una carcajada.

—¡Yo la quiero conocer! —exclamó la que aún estaba despeinada—. ¿Vendrá hoy a hacer el trabajo? —Misaki asintió.

—Pero no llegarás a verla —y menos mal, porque serías capaz de soltar cualquier salvajada—, siempre vuelves cerca de la hora de cenar. Además, yo me preocuparía más por lo que te puede esperar hoy en casa de Wu, después de tu pelea con su hermano ayer.

—¿Me lo tenías que recordar? —Misaki sonrió—. Eres una zorra.

—Y la única persona que te aguanta, no te olvides. Aaay, no, espera —Misaki volvió a sonreír— que ahora tienes un nuevo amigo precioso hecho de porcelana china.

—Cállate —dijo Nana, antes de acabarse lo que quedaba en su tazón de leche y cereales de fresa.

—Solo he dicho la verdad: Wu es guapísimo.


Estando en el coche que la llevaría a la casa de los Zhang, Nana estaba algo inquieta. Suponía que Shaiming le había contado su versión de los hechos a su hermano, y le preocupaba que Wu se enfadara con ella.

—¿Le puedo hacer una pregunta? —le preguntó al hombre que iba conduciendo.

—Por supuesto.

—Supongamos que alguien hace enfadar a Shaiming, ¿qué pasaría? —el mayor tardó en contestar.

—¿Por qué iba alguien a enfadar a Shaiming?

—Tal vez porque hizo algo malo, y cuando la otra persona se lo echó en cara, comenzaron a discutir.

—Bueno... Para empezar, muy valiente hay que ser para discutir con Shaiming, y después... Si esa persona trabaja para los Zhang, le podrían despedir o amenazarle con hacerlo. De todas formas, eso es algo que solo podrían decidir los padres. Bueno, eso creo yo. —Shaiming dijo que intentó que me despidieran, pero no lo consiguió, así que sus padres no estaban de acuerdo... Él no tiene la suficiente autoridad...

—¿Y si fuera Wu el que se enfadara con alguien?

—Vaya, ese ya es un tema distinto.

—¿Por qué?

—Los señores Zhang cuidan mucho a Wu. Aunque, la verdad es que no me imagino a Wu enfadado. Las chicas de la casa lo adoran —el hombre se rió—. He oído hablar a algunas y lo consideran un ángel. En fin, qué sé yo, sí es verdad que parece una buena persona.

—¿Te puedo hacer la última pregunta?

—Por supuesto, ya estoy acostumbrado a ellas.

—¿Cómo te llamas?

—Takuya.

—¿Quieres que te llame por tu nombre? ¿No me dirás tu apellido? —el hombre volvió a reír.

—Nos vemos todos los días, así que puedes llamarme por mi nombre, Nana —la chica sonrió.


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