Capítulo 7

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Cuando se despertó miró la hora en el móvil. 5 de la mañana. Shaiming se dio vuelta e intentó seguir durmiendo, pero el hambre se lo impedía. El chico bostezó y se levantó de la cama, encendió la luz para ponerse una camiseta y salió de su habitación. Se alumbraba con la linterna del móvil, y caminó hasta la cocina.

 Al llegar, encendió la luz y fue hasta la nevera. Estuvo un rato mirando pero nada le convencía, así que miró en los armarios cercanos. Encontró paquetes de ramen instantáneo, y supuso que serían de los que allí trabajaban. Shaiming nunca se había puesto a pensar en que esa gente también comía, así que se sorprendió al ver cuánto había. Como tenía bastante hambre cogió dos paquetes y fue a por una olla donde cocinar. Obviamente, tuvo que buscar, no tenía ni idea de dónde guardaban en esa cocina las cosas, pero mucho menos sabía cómo hacer ramen. Buscó la manera en internet y se sintió muy idiota al no saber algo tan lógico y fácil de hacer. Pocos minutos después estaba sentado en la mesada con un gran bol de ramen instantáneo. 

El chico se puso a pensar en cuánto hacía que no comía estando tranquilo. Estaba tan acostumbrado a ir de un lado para otro, que había días en los que solo tenia una comida. 

Cuando se acabó el bol, sin saber si era porque aún tenía hambre o porque estaba disfrutando ese momento tranquilo, se hizo un paquete más.

—Tendría que decirle a la asquerosa que lleve a Wu a un restaurante de ramen —dijo él mientras removía los fideos. En ese momento, Shaiming recordó que Nana había evitado que su padre le pegara, y él se había sorprendido mucho. Era la primera vez que alguien que no fuera su hermano le defendía de cualquier cosa—. Si me odias —dijo el chico mientras cogía fideos con los palillos—, ¿por qué me defendiste? Ahora estoy en deuda contigo. 



Misaki y Nana se habían quedado dormidas en el sofá viendo una película, cosa muy normal en ellas. Se habían tapado con una manta que prácticamente cubría únicamente a Misaki, y fue el frío lo que despertó a Nana. Se acomodó como pudo, ya que era difícil teniendo a su mejor amiga prácticamente sobre ella, pero al final consiguió sentarse. Se frotó los ojos y tardó un poco en darse cuenta qué estaba pasando. Nana sonrió y le pegó en el culo a Misaki, que se despertó de un susto.

—¡Oye! —exclamó Misaki—. ¡Te dije que no me despiertes así! —Nana rió.

—¿Por qué? Es diver —Misaki bufó.

—¿"Diver"? ¡¿"Diver"?! Te voy a patear el culo, a ver si es diver —Nana se levantó rápido del sofá y salió corriendo por el pasillo—. ¡No te puedes escapar de mí, mujer, sé dónde vives!

Las dos corrieron hasta la habitación de Nana, y aunque ella intentó cerrar la puerta, Misaki tenía más fuerza, así que consiguió entrar. Misaki cogió los peluches que tenía Nana sobre una estantería y empezó a tirárselos. Cuando se quedó sin cosas para tirarle y se reía de que su amiga estuviera rodeada de peluches, se acercó a la cama y se sentó.

—Yo quería levantarme pronto para estudiar, pero ahora no podré porque me entretienes —Nana soltó una risita.

—Ya, seguro que te apena dormir más —hubo un momento de silencio hasta que Nana se acostó en su cama—. Ayer hice algo extraño —Misaki la miró.

—¿Qué rompiste? —Nana rió.

—He dicho extraño, Misaki, ¿desde cuándo es extraño que yo rompa algo? —Misaki asintió un par de veces.

—¿Entonces?

—Uhm... Defendí a Shaiming. 

—¿Tú... defendiste a ese idiota que tanto odias? —Nana asintió despacio y abrazó un perro de peluche—. ¿Por qué?

No Es Necesario OírDonde viven las historias. Descúbrelo ahora