Capítulo 3

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Sonó el timbre varias veces, y como Nana se dio cuenta que Misaki no se iba a levantar, salió de la cama como pudo y fue dando tumbos por el pasillo. Al llegar a la puerta, miró por la mirilla y bostezó. Se dirigió a la habitación de su mejor amiga y entró.

—Eeeh —dijo Nana frotándose los ojos—, en la puerta hay dos tipos que han venido a por ti —Misaki se dio vuelta y miró a la chica con solo un ojo abierto.

—¿Quiénes son?

—No lo sé, pero van con traje, así que quizás son de la universidad —Misaki bostezó y estiró los brazos.

—Puede ser, ahora voy... —se levantó de la cama y estiró los brazos mientras bostezaba. Nana se tiró sobre la cama—. Oye, vete a la tuya.

—No, está muy lejos —Misaki volvió a bostezar, se puso una sudadera, y salió de la habitación. Igual que había hecho Nana unos minutos antes, miró por la mirilla. Abrió la puerta y asomó la cabeza.

—Buenos días, ¿les puedo ayudar en algo? —preguntó la chica.

—¿Es usted la señorita Takemaru? —preguntó uno de los hombres, y Misaki negó con la cabeza—. Oh, vaya, es que verá, venimos a buscarla a ella —Misaki observó durante unos segundos a los dos hombres, y cerró otra vez la puerta. Se dirigió a su habitación, entró, y se acostó en su cama.

—Nana —le dijo Misaki a su amiga mientras se volvía a tapar—, te vienen a buscar a ti —en ese momento volvió a sonar el timbre.

—¿Mmh...? ¿Por qué? —preguntó Nana mientras se frotaba los ojos, y Misaki bostezó.

—Yo qué sé. Pero, por favor, ve, o nos acabarán fundiendo el timbre —Nana obedeció. Salió de la habitación y abrió la puerta de la entrada.

—¿Señorita Takemaru? —Nana asintió, y ambos hombres le sonrieron—. Venimos a buscarla.

—¿A mí? ¿Por qué? —Ella abrió totalmente los ojos—. Oigan, si es por lo de aquel tipo, yo les juro que no le compré nada —los dos hombres se miraron confundidos—. Yo pasaba por ahí, pero no le compré nada malo, lo juro.

—N-no, creo que se está... —dijo el que parecía más joven—, confundiendo —ella levantó una ceja—. Trabajamos para la familia Zhang, y hemos venido a buscarla para que pueda pasar el día con el señor Wu.

—¿Eh? ¿Ahora? Pero si es sábado, ¿no debería ir más tarde? ¿Tengo que pasar allí el día?

—Nosotros simplemente cumplimos las órdenes. No le podemos dar más información —la chica rodó los ojos—. Así que, por favor, si fuera tan amable de arreglarse, para que podamos irnos, se lo agradeceríamos mucho.

—Sí, claro —dijo ella, y estuvo unos segundos mirando a los dos hombres trajeados—. ¿Se van a quedar ahí, o quieren pasar? —ambos negaron con la cabeza, y ella se encogió de hombros—. Bien, pues... en un rato saldré —los dos asintieron, y la chica cerró la puerta.

Nana se duchó, se vistió, y entró en la habitación de Misaki, que estaba dormida. Como no quería despertarla, fue a la cocina y le dejó una nota delante de su taza diciéndole dónde se había tenido que ir.


—Oigan —les dijo la chica estando ya en el coche—, ¿esto será así siempre? O sea ¿me vendréis siempre a buscar?

—¿Dispone usted de algún vehículo? —le preguntó el más joven mirándole por el espejo retrovisor, y ella negó con la cabeza—. Entonces sí, tendremos que venir a buscarla todos los días.

—¿Y me llevaréis de vuelta a casa? —el hombre sonrió y asintió. Pues me podríais haber traído a casa ayer, joder, que aún me duelen los pies, pensó—. Oh, por cierto, ¿por qué tengo que ir tan pronto? Wu me dijo que podía ir cuando quisiera, así que pensaba ir a la misma hora que ayer...

No Es Necesario OírDonde viven las historias. Descúbrelo ahora