Cruces de miradas

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Llegue a mitad de semestre, a mi madre la habían transferido al hospital de Grove Hill, pueblo no muy grande pero si muy lejos de donde vivíamos. No podía negarme, siempre hago todo lo que ella pide para que sea feliz. Mi susodicho padre nos abandono cuando yo tenía once años, por un puesto de trabajo de elite. Desde entonces no confió en el sexo opuesto. Cuando dicen que se necesita una figura paterna en la vida de un niño, es cierto. Fue difícil los primeros años, pero me acostumbre, al fin y al cabo no lo necesito. Llegue a mi adolescencia sana y salva gracias a mi madre, y con sana y salva me refiero a que no quedé embarazada, ya saben, las adolescentes de  hoy están un poco promiscuas y las madres cuidan a sus bebés, y su flor de virginidad hasta el final.
Llegué a mis 17 años sin tener un novio, ni un amor platónico, ni si quiera se besar. Bueno eso último es mentira. Lo hice con uno de los chicos mas sexis del equipo de Fútbol de mi antigua secundaria, fue de lo mas excitante, hasta me hizo creer que le gustaba, pero resulta que solo era una apuesta que le habían hecho sus compañeros por haber perdido un campeonato. Estúpidos gigantes come anabólicos.

-Puedo faltar el primer día por favor?-le dije a mi mamá entre sabanas.

-Claro que no! A demás no es el primer día de clases, es TU primer día en una nueva escuela.-abrió las ventanas de par en par dejando entrar el sol que me ilumino hasta la parte mas oscura de mi atormentada alma. A veces soy algo dramática.

-¿Quieres matarme verdad?

-Ya levantate Lucille y prepárame el desayuno. Me daré una ducha. Es tu castigo por lo de las galletas con chocolate. - me quito las sabanas y las arrastro por todo el pasillo haciéndome caer encima de las cajas de mudanza que seguían al lado de mi cama. Resulta que mi mamá tiene un serio problema alérgico con el chocolate y si lo come le salen ronchas en toda su piel y se pone tan blanca como la leche. Yo sin darme cuenta una noche tome sus galletas de la cocina en vez de las mías, y ella se las comió. Al otro día parecía una banana con manchas rojas por todos lados. No pude contener la risa como por dos horas, y ella juró vengarse. Creo que la venganza llegó.

-Escuela secundaria de Grove Hill. ¿Luce pintoresca verdad? -

-No se ve mejor que las otras - dije con tono sarcástico

-Se buena Lucille, tal vez aquí tengas tu primer novio - me miro con una sonrisa burlona.

-Claro! Así nos mudemos de nuevo y tenga que inventar alguna excusa para que los demás no piensen que me fui porque estaba embarazada - cerré la puerta del auto y le Sonreí irónicamente por la ventanilla. Si, unas chicas engreídas de piernas largas inventaron que me mudé de la ciudad por estar embarazada. Por dios, ni si quiera tenía con quién.

A penas entré me perdí totalmente, era un corredor bastante largo. Me quede observando la vidriera con fotos de alumnos que habían fallecido. Fue tétrico y sentí algo raro.

-Usted debe ser la señorita Stone. -Pegué un brinco del susto.

-Emm, si señor. - dije algo rápido.

-Es un placer, mi nombre es John. Director de la secundaria Grove Hill. Me alegra que haya llegado tan temprano en su primer día - resulta que todavía faltaban veinticuatro minutos para que comiencen las clases. Así es, era la única persona ahí, era increíble que no haya llegado nadie.

-Si, emm, no es problema - dije mientras observaba todo el edificio.
De repente suena la campana y el pasillo comenzó a llenarse de golpe. Mientras yo miraba todo el director seguía hablándome, no había escuchado una palabra de lo que me dijo

-Entonces entendiste todo?- me miro con una sonrisa en el rostro. No había escuchado nada.

-Si, si. Claro. Gracias - Me hice la que había entendido todo. Se fue y desapareció en medio de una multitud de jóvenes. Lo bueno fue que me había dejado en mi casillero. Me apoye en el y suspire profundo, mire hacía arriba y me dije a mi misma ,vamos no puede ser tan malo. Me relaje y gire hacia mi derecha para ir a buscar mi primera clase y un chico súper alto se me apareció de frente y me hizo tirar todo el coraje que había juntado en unos segundos. Se disculpo y se fue riendo. Agache la cabeza y me seguí dando ánimos mentalmente. Y entonces subí la mirada, y ahí estaba. Alto de tal vez un metro setenta o mas, cabello despeinado, piel morena, con una camiseta manga larga blanca y roja con dos botones al frente que resaltaban su piel y sus brazos marcados, el ancho de sus hombros y estoy segura que debajo hay unos buenos abdominales, y sus ojos, color café, una mirada atractiva, seductora y profunda. Me quede paralizada mirándolo, y el a mi. Por un momento hasta me olvidé donde estaba. Afloje mi cuerpo, tiré todos mis libros y ahí entré en la realidad de nuevo. Me agache para juntarlos rápidamente, y cuando me paré, ya no estaba.
Camine por todo el pasillo doblando por todos lados hasta encontrar la clase de economía. En el largo trayecto no dejé de buscarlo. No lo encontré, fue frustrante. Entre tarde a la clase. Todos se me quedaron viendo.

-Bienvenida, llega algo tarde señorita...-

-Stone, Lucille Stone. - dije cuando reaccione.

- Por favor tome asiento señorita Stone. - me señalo un lugar vacío. Camine hacia el lentamente y me senté. Todo un silencio el salón, que hasta se podía escuchar mi respiración y sentirse mis nervios. Comenzó la clase y todo se puso normal, hasta que sentí una mirada sobre mi. Gire mi cabeza y lo vi. Estaba en mi clase, por dios, ¡estaba en mi clase! Hizo una mueca, dios que mueca más sexy. Quede boba mirándolo hasta que me di cuenta que yo no me enamoro, y no siento nada por ningún chico, al menos no amor. Al terminar la clase fui de nuevo a mi casillero, deje mis libros y al cerrarlo me encontré con un rubio esbelto, ojos claros y una sonrisa majestuosa, era hermoso. Y gay. Era mas que obvio porque de la mano lo acompañaba un morocho de ojos verdes con labios gruesos. Porque los gays siempre son tan lindos?

-Linda chaqueta.- me dijo el rubio.

-Gracias, em....-

-Soy Danny y el es Antuan. - señalo a su sexy novio.

-Mucho gusto chicos - les di la mano sonriendo y con una mirada de agradecimiento porque hasta el momento no había hecho amigos.

-No pudimos evitar ver como cruzaban miradas con el capitán del equipo de lacrosse - me miraba con una cara como insinuando, te pillamos picarona.

-¿Capitán? ¿de que cosa? Lacró que? - pregunte toda confundida a Danny. Ambos se miraron y se rieron bajo.

-Lacrosse cariño, es un juego rápido entre dos equipos de diez jugadores cada uno que usan un palo con una red para pasar y recibir una pelota de goma con el objetivo de meter goles embocando la pelota en la red del equipo contrario- dijo Antuan todo de corrido, casi sin respirar.

-No te creas que lo sabe todo- me dijo Danny mirando a Antuan- es una definición que saco de wikipedia para un trabajo que pidió el entrenador.- Antuan lo miro seriamente y golpeó su brazo suavemente. Era obvio que eran parte del equipo.

-Ella no necesitaba saberlo. - lo mire tiernamente y le Sonreí, aunque solo estaba esperando el momento en que me digan el nombre del capitán del equipo. Que me parecía totalmente fuera de lugar conmigo, así no era yo.

-Como decía, que haces este sábado chica nueva?- preguntó Danny. -Ir a mi casa y recordar como este día fue un desastre - dije apoyando la cabeza en el casillero. -No decaigas cariño, hay cosas peores, ven con nosotros! Iremos al Carsson club- no sabia porque vinieron de repente y se hicieron mis amigos, pero tenia que preguntárselos. -Porque son buenos conmigo? Es decir solo invitan chicas a clubes así como así? Porque soy la nueva, no me conocen, podria ser una loca asesina y matarlos a ambos- dije sarcásticamente -Danny me tomó por los hombros - o prodiamos ser nosotros los locos y secuestrarte o porque sabemos que ser nueva es tan difícil como decirle a tus padres que eres gay, al principio cuesta, luego es mas fácil y te aceptan - solté una carcajada.- Esta bien, me convencieron. - me llevaron a un tour por todo el edificio contándome su vida de adolescentes gays.

Al final no me dijeron el nombre del morocho de ojos cafés. En la vuelta a mi casa totalmente nueva, me perdí. Así es, no sabía donde estaba. Me baje del autobús seis cuadras antes. Camine hasta encontrar a mi mamá parada en la puerta con una taza de café y su cara de preocupación mirando a un punto fijo.

-Estas perdonada porque aquí todas las casas son casi iguales - me golpeo en las nalgas la muy divertida. Entramos y cerro la puerta gritando sigues castigada.

Llegar a mi habitación era tristisimo, había cajas por todas partes y las paredes manchadas con varios colores de prueba. No sabía si pintar o no, poes nunca nos quedamos mucho tiempo en ningún lugar.
Me acosté encima de mi propia miseria de mugre que no era mucha pero tenía pereza de levantar, entonces solo la deje a un lado de la cama y no pude dejar de pensar en el. Hermoso morocho de ojos cafés. Tenía algo que me atraía inevitablemente, parecía del tipo egocéntrico con mucha popularidad, del tipo que yo jamas me fijaría, pero él, él llamó mucho mas que mi atención. 

Entre el cielo y la tierra con élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora