Jane bajo del micro y corriendo se lanzó a los brazos de su madre. Parecía nena de cinco años y le encantaba. Se abrazaron fuertemente mientras ambas reían. La gente probablemente las miraban raro.
—Te he extrañado demasiado, Jane— le dijo su madre mientras besaba su frente. —Te has tardado en volver, ¿qué te tenía tan entretenida?
—Empecé unas clases de pintura— explicó Jane.
—Pero si eres pésima con éso. Desde chiquita que no te sale un dibujo bien
—Ay, Estelita— resopló Jane—no vine aquí para que me reproches lo mala que soy en ciertas cosas.
—Lo sé, pero extrañaba pelearte.
Se volvieron a abrazar y comenzaron a caminar. Subieron al coche gris y partieron hasta la casa que Jane siempre llamó "Hogar".
A lo lejos ya se podía visualizar su destino y comenzaba a sentirse aliviada. Estaba lejos de aquel sentimiento de confusión. Pero no fue hasta llegar y bajar del auto que pudo respirar con tranquilidad.
Rozó con la yemas de los dedos las rosas, las paredes de piedras, la puerta de madera y por último la gran foto familiar que se encontraba en la entrada. Y sonrío al ver en ella a su madre, padre y una Jane muy pequeña.
— Lo extraño— susurró Estela detrás de ella.
— Yo también— dijo Jane — Aveces creo escucharlo, sentirlo en los silencios.
— Tu padre estaría muy orgulloso de ti, aunque no sepas dibujar.
Se escucharon risas y ambas partieron a la cocina.
— ¿Té de manzanilla? — preguntó su madre y ella sólo asintió con la cabeza.
Estaba en su hogar, lejos de Jules y le gustaba.
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Pintame. |COMPLETA|
Short StoryJane, quiero que seas tú quien inspire mis pinturas, y si me lo permites, quiero que tu cuerpo adorne mi habitación, que tu pelo café se desparrame en mis sábanas blancas, que tu risa retumbé por mis oídos y que sólo tú inundes mi alma. ...