Prólogo

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Escribir con el corazón roto era lo que más la inspiraba, sintiendo ese arrollador dolor el pecho y conteniendo sus lágrimas que, muy a su pesar, sabía que acabarían saliendo de sus ojos. Cuánto tiempo llevaba ya prometiéndose a sí misma y a sus seres queridos que pasaría página. El chico en cuestión era un caso perdido, demasiado serio en ocasiones, demasiado gracioso en otras, capaz de hacerte feliz a ratos, el causante de hacerte sentir mal a diario. Él era un chico fuera de serie, para los demás era un chico normal y corriente pero para María era más que eso, él lo era todo, sus bromas pesadas, sus chistes malos y su cara cuando se alteraba por su culpa. Él era el causante de su dolor y, sin embargo, era tan adicta a él que era imposible sobrevivir sin sus insultos y tonterías varias. María le había dicho lo que sentía y él simplemente se preocupó sobre el por qué estaba bloqueado, mas ignoró el hecho de que ella le había dado lo más valioso que tenía: su corazón. Puede que ella no fuese la chica más guapa del mundo, puede que no fuese ese tipo de chica popular a la que se supone que él aspiraba, pero era ella, así de tonta y alocada, tímida con quien no conoce y un torbellino con sus amigos de confianza. Ella no era una completa marginada, tenía su grupo de amigos que iba creciendo poco a poco pero tal vez para Daniel solo era esa chica estúpida a la que pedirle los deberes o a la que molestar cuando se aburre. Así era como lo veían las amigas de María pero había algo que hacía que ella se sintiese especial, tal vez era por las miradas que ambos se daban en clase, o por las notitas que él en ocasiones le mandaba, era tal vez el hecho de que él le hubiese hablado a su madre de María, el hecho de que no quisiese ser ignorado por ella, o tal vez eran solo ilusiones de María, teoría que parecía ser la más acertada por el momento... ¡Oh, vamos! A quién quería engañar, Daniel no estaba a su alcance, era un chico que iba y venía y si bien a veces mandaba algunas "señales", ¿por qué no se atrevía a dar el paso? Es algo que no tenía sentido pues él era directo en muchos otros aspectos.

Aprendiendo a no quererteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora