1.- Alumno nuevo

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Me paso la tarde haciendo los deberes y leyendo, salvo por una hora que tengo que ir a clases de lengua.

No es que vaya mal. Al principio sí, iba como el culo. Pero unos años después es mi asignatura preferida.

De camino a casa me encuentro con Laurel y su hermana, saliendo de una tienda de chuches. Muy pocas veces me topo con ellas.

La profesora es muy maja. Todo el mundo (menos yo) conoce a su hija. Si es tan buena persona como su madre seguro que nos llevaremos bien.

La hora pasa deprisa. No hacemos otra cosa que sea corregir deberes o apuntar fallos para no repetirlos.

Ya en casa me tumbo en el sofá y enciendo el televisor. Pongo la NBC, ya que no hay nada más interesante en este momento.

Aparece una imagen del último referéndum de Donald Trump, de modo que apago y me pongo a leer.

Después de la cena leo un rato más y me voy a dormir.

A la mañana siguiente me despierto una hora antes. Tenemos examen de matemáticas, las cuales odio.

Cada vez que tengo examen me levanto una hora antes para estudiar un poco.

Estoy muerto de sueño (casi literalmente) pero me levanto de la cama. Media hora después bajo a desayunar.

-Buenos días, hijo -me saluda mi padre.- ¿Qué tal llevas el examen?

-Si te digo que mal, te da un infarto; si te digo que bien, no me crees. A sí que... ¿Qué quieres que te diga?

-Alaaa va. Que las mates tampoco son tan difíciles.

-Habla por tí -le suelto, y me siento en un taburete a comer. ¿No podría tratar el examen de eso?

De camino al instituto me encuentro con una persona capaz de hacer que el mejor día de tu vida pase a ser un auténtico infierno sólo con hacer acto de presencia, de modo que doy un rodeo.

Llego justo al examen por dar una vuelta más larga que de costumbre. Faltan quince minutos, sí. Pero si no estoy ahí al menos veinte minutos antes no lo considero llegar puntual.

-Hola -me saluda Laurel al entrar por la puerta.

-Buenas -respondo.- ¿Tu hermana?

-Mala

-Vaya...

-¿Qué tal llevas el examen?

-Mal.

-Qué raro... Jejeje

Subo a clase, preparado para suspender estrepitosamente. El profesor pasa lista y nos da el examen.

Por alguna extraña razón los astros se han alineado para que las preguntas sean relativamente fáciles.

Acabo el examen de los primeros. Cuando le entrego el examen al profesor me me vuelvo a mi sitio y me pongo a leer.

Suena el timbre. Toca otra hora de matemáticas; ahora daremos algo nuevo e ininteligible.

-Chicos, guardad los libros -me sorprende el profesor. Guardo el libro y el archivador en la mochila, feliz de no sufrir entre tanto logaritmo.- Hoy tenemos un alumno nuevo -se vuelve hacia alguien que hay en la puerta. - Pasa.

Entra un chico. Es algo más bajo que yo, y es el chico más mono que he visto en mi vida. Tiene pinta de ser atrevido y majo. Y sí. Es muy guapo.

-Preséntate, por favor -le pide el profesor.

-Hola, me llamo Albert Jacobsen, tengo dieciséis años, y llegué ayer de Pasadena, en California. Y... Eso es todo.

No se si es impresión mía, pero me parece que mientras se ha estado presentando no me ha quitado el ojo de encima. Yo a él tampoco.

HOLA, CRUSHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora