El patio exterior de la Escuela Secundaria Teiko se encontraba repleto de una multitud de ruidosos e inquietos estudiantes, típica de todo primer día de clases. Los chicos que ingresaban por primera vez como alumnos oficiales de ésta escuela se veían desorientados debido a la cantidad excesiva de gente por todas partes y a las numerosas mesas dispuestas en sitios al azar, con coloridos y llamativos carteles y volantes, incitándolos a unirse a algún club que fuera de su preferencia. Por el contrario, los que ya estaban en su segundo o tercer año caminaban más relajados y con sus respectivos grupos de amigos, platicando animadamente sobre las actividades que realizaron en sus vacaciones; mientras que otros se hallaban aún en la búsqueda de sus amigos, tarea que se tornaba bastante dificultosa entre tantas personas.
El ambiente emanaba un aura de juventud pura.
Y allí estaba yo, encorvada y patética, escondida detrás de uno de los tantos árboles del lugar, esperando con ansias el momento en que él cruzase por aquella entrada.
Lo había extrañado durante todas las vacaciones. Aunque en realidad no sé cómo me atrevo a decir que lo extrañé si ni siquiera lo conozco, pero eso no quita el hecho de que su recuerdo rondó por mi cabeza la mayor parte del día durante todo el receso escolar. Desde el inicio de las vacaciones, había contado con los dedos los días que restaban para la vuelta a clases, sólo para verlo por más que fuese desde lejos, pues mi timidez definitivamente me impedía hablarle. La simple idea de hacerlo me hacía estremecer.
La primera vez que lo vi fue exactamente un año atrás, en ese entonces era mi primer año en esta escuela. Aún recuerdo perfectamente cómo mi torpe naturaleza provocó que del nerviosismo me enredara con mis propios pies y que casi me cayera, de no ser porque de un acto reflejo me aferré a la camisa de la persona que se hallaba delante mío para evitar darme de cara contra el suelo.
Cualquier persona normal se habría molestado ante la invasión de su espacio personal, pero totalmente por el contrario, él se giró y preguntó:
—¿Se encuentra bien, señorita?
Sus grandes ojos celestes se posaron en mí, y por unos segundos, perdí la noción del tiempo. Lo único que hice fue recorrer cada parte de su rostro, mientras que el melodioso y suave sonido de su voz retumbaba en mi cabeza.
Su piel era pálida, poseedor de una nariz y boca pequeñas, así como también de unos finos labios. Todo eso, sumado a aquellos intensos e impenetrables ojos color de cielo levemente cubiertos por algunos mechones de su cabello de igual color que su mirada le otorgaban la apariencia de un ángel.
Difícilmente pude articular palabra.
—S-sí, ¡lo siento! —rápidamente me incorporé sobre mi cuerpo y me alejé de él corriendo lo más rápido que mis pies (principales causantes de toda esta vergonzosa situación) me permitieron, impidiéndole contestar, a la vez que un inevitable rubor se apoderaba de todo mi rostro.
¿Acaso ésto era el famoso fenómeno nombrado en los cuentos de amor llamado "amor a primera vista"?
Un sudor frío recorrió mi frente y mi espalda al verlo ingresar por esa puerta. La impresión que me causó el volver a verlo hizo que mis piernas comenzaran a temblar, y que mi corazón incrementara el ritmo de sus latidos. Un color rojizo se hizo presente en mis mejillas, y, aunque no podía verme en aquel momento, estoy segura de que mis pupilas se dilataron.
Avanzaba a paso firme entre la gente como si ya se supiera el camino para ingresar al interior del establecimiento de memoria, con la vista sumergida en las páginas del libro que sostenía con su mano izquierda. Evidentemente lo que sucedía a su alrededor no era de su importancia, pues en ningún momento apartó sus ojos de aquella pequeña obra.
Sigilosamente lo seguí, hasta que entramos en el lugar. Entonces, escondiéndome detrás de una máquina dispensadora de bebidas, me dispuse a esperar deseosa -y muy nerviosa- su reacción al llegar a su casillero y encontrar el mensaje que había dejado previamente allí para él.
Durante las vacaciones había decidido que, ya que jamás podría hablarle frente a frente, de alguna manera no desaprovecharía este nuevo ciclo escolar y me comunicaría con él, así fuera a través de pequeñas notas en las que dejaba grabada con mi temblante pulso lo que sentía por él, por más que lo que quedara escrito en ellas no fuera exactamente una declaración de amor.
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Atte: alguien como tú ~ |Kuroko Tetsuya|
FanfictionÉl definitivamente no era de esos chicos que te sacaban un suspiro provocado por su imponente y llamativa apariencia apenas lo veías. De hecho, ni siquiera estaba segura de si alguien podía verlo. Parecía ser invisible ante los ojos de los demás. P...