Era tan solo el quinto día de clases, y yo ya no lograba concentrarme.
La voz de la profesora de Historia parecía estar arrullándome más que dictándome clases. Mis párpados me resultaban más pesados con el paso de los minutos, así también como mi cabeza, que apenas podía sostener con mi puño y el codo apoyado en la mesa; y es que no había dormido nada anoche.
No me molesté en seguir intentando mantenerme despierta, pues de todas formas acabaría por dormirme. Utilicé mi cuaderno como cojín y hundí mi rostro en él, inhalando el aroma a papel nuevo y cubriendo mi descarado acto con otro libro que coloqué de forma perpendicular al que me servía de almohada, por más que tuviera la total certeza de que nadie me notaría.
Mis ojos se cerraron y la imagen del mismo joven que me había quitado el sueño la noche anterior volvió a dibujarse en mi mente.
...
El estruendoso sonido de la campana indicando que las clases habían finalizado me despertó.
Suspiré.
De mala gana, ordené mis pertenencias, me eché mi bolso al hombro y salí del aula.
Quería seguir durmiendo, pero no podía. Tenía cosas importantes que hacer.
Caminé lentamente hasta visualizar el gimnasio, lo rodeé hasta llegar a la parte trasera -zona por donde prácticamente nadie andaba- y me acomodé en el suelo, mientras que con un pequeño trapo que había traído especialmente para esta tarea eliminé la tierra acumulada en el vidrio de aquella pequeña ventana, que me permitiría poder apreciar desde un buen ángulo la práctica del equipo titular de baloncesto de Teiko, sin la necesidad de ingresar en el mismo y arriesgarme -por más que las probabilidades fueran casi nulas- a ser notada.
Una vez todo listo, procedí a observar.
Los chicos ya se encontraban entrando en calor corriendo alrededor de la cancha. Un pelirrojo se encontraba a la cabeza seguido de un joven miope de cabellera verde, un moreno de cabello azul, un enorme pelimorado, un rubio, y, por último, él.
No representaba una sorpresa para mí que fuera el último, pues desde que lo vi en las prácticas el año pasado he sabido que no es muy fuerte comparado con los demás integrantes del equipo.
Precisamente por esa razón me llamaba la atención. A pesar de no poseer las mismas habilidades físicas que los otros, jugaba en partidos como titular. Siempre daba su mejor esfuerzo, siempre trataba de mejorar.
Por eso, conforme las gotas de sudor caían de su frente, sus celestes cabellos se movían al vaivén de sus piernas, y su pecho subía y bajaba de manera precipitada mientras hacía el intento de alcanzar a los demás en aquella carrera, mi corazón más rápido latía.
Desde hacía meses deseaba con todo mi corazón poder alentarlo algún día gritándole desde las gradas: "¡Haz tu mejor esfuerzo!". Pero sabía que eso no sería posible, pues de tan solo imaginarme dicha escena, me sentía desfallecer y mi cara se ponía más colorada que un tomate, además, yo con suerte podía hablar en voz alta, ¿acaso tendría el valor suficiente como para gritar?
La respuesta era no, por supuesto.
¿Qué clase de valor puede tener una chica que en lugar de hacerle frente a la persona a quien sus ojos observan con cariño y admiración desde hace mucho tiempo, decide dejarle notas en donde ni siquiera especifica su propio nombre?
Ninguno, claro está.
La cobardía forma parte de mí desde que nací.
***
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Atte: alguien como tú ~ |Kuroko Tetsuya|
FanfictionÉl definitivamente no era de esos chicos que te sacaban un suspiro provocado por su imponente y llamativa apariencia apenas lo veías. De hecho, ni siquiera estaba segura de si alguien podía verlo. Parecía ser invisible ante los ojos de los demás. P...