Efímero (Respuesta 7).

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Cuando por fin me contestó, me percaté de que la cantidad de palabras de su mensaje consistía en el mismo número de días que había demorado en responder: tres.

Tres días. Tres vocablos.

Lo lamento mucho.

Atte: Kuroko Tetsuya.”


Pero aquel papel llevaba estampadas muchas más cosas que sólo lo que podía leerse en tinta. Cosas que no necesariamente eran palabras, y palabras que no necesariamente debían ser escritas.

Era puro camuflaje.

Un mensaje efímero que no lo era.

Repasando lo que saltaba más a la vista: su letra, me di cuenta de que, comparada a sus anteriores respuestas, había cambiado bastante. Esta vez se veía tan perfecta y prolija que parecía haber sido hasta ensayada. Como si hubiese tomado clases de caligrafía momentos antes de tomar la pluma, o como si le hubiese llevado horas perpetrarla en el papel, esmerándose en cada línea.

Sin embargo, la clave se hallaba en el punto, aquel pequeño trazo que carecía de una figura, amorfo. Aquel punto (que determinaba que el mensaje estaba lejos de ser efímero) que podía haber sido lo de menos o incluso hasta tachado como un error para cualquiera, llegó al punto de conmoverme tanto que mis mejillas se tiñeron de carmín a la vez que me robaba una fugaz sonrisa.

Lo imaginé sentado, quizás en la biblioteca escolar o en el escritorio de su cuarto (realmente no importaba mucho el entorno que lo rodeara), con su palma derecha acoplada a su mejilla y su codo apoyado en la mesa, el ceño levemente fruncido y sus oceánicas orbes clavadas en una hoja en blanco de su cuaderno, mientras tamborileaba los dedos de la mano contraria a la que sostenía su rostro con expresión concentrada en la mesa. De pronto deja salir un suspiro casi inaudible y echa un vistazo a su alrededor, deteniéndose en aquellos intentos fallidos de respuestas ahora convertidos en meras bolas de papel que luego acabarían en la basura; y el inexpresivo de Kuroko Tetsuya quiere dejar de serlo por un momento y siente que debe decir más cosas de las que puede. Y tras unos largos minutos de meditación termina por sucumbir ante su incapacidad y toma la pluma una vez más, escribe aquel trío de palabras ya conocidas con sumo cuidado y delicadeza demorándose un minuto en manuscribir cada una. Entonces llega el momento del punto final, pero nuevamente la duda lo ataca y en lo que reflexiona desesperado su mano comete alevosía y se mueve por sí sola y el punto se estropeó porque punto ya no es, sino un guión.

Ahora irritado, hace el ademán de arrugar el cuarto intento de respuesta, pero se contiene en cuanto su vista repara una vez más en aquellos intentos fallidos. Decide entonces dos cosas: la primera, que ahora sí sucumbirá ante lo que evidentemente no es capaz: decir mucho; y la segunda, que aunque no se encuentra del todo satisfecho con esta última nota, será la definitiva de igual manera.

El papel ya está arrugado, pero no le importa.

El punto está estropeado, pero tampoco interesa.

Las palabras se negaron a salir de su cabeza y no pudo escribir tanto como hubiera querido, pero ya tampoco es relevante, porque Sora-san lo conoce, y porque lo hace sabe que comprenderá que él es Kuroko Tetsuya. Y Kuroko Tetsuya es una sombra, y las sombras no pueden decir mucho porque están condenadas a una vida taciturna.

Y es cierto, Kuroko-kun, no podemos decir mucho, pero podemos sentir más que nadie. Y usted sintió demasiado, tanto que no pudo plasmarlo en vocablos.

Y a causa de su letra tan perfecta, de su punto amorfo y de su papel arrugado yo me siento muy feliz, porque la primera me transmite paz, lo segundo me dice que su mensaje no quiere acabar allí, y lo tercero termina por confirmármelo a la vez que me hace llegar su frustración y preocupación por no poder consolarme por haberme quedado huérfana a los siete años.

Usted sintió demasiado tras enterarse de aquella trágica noticia, y ahora yo siento demasiado porque mientras no hacía más que ponerme contenta porque finalmente me haya respondido con un mensaje efímero que a la vez no lo es, lo he sentido pasar detrás mío.

Mi cuerpo entero comenzó a temblar en medio del pasillo de la escuela.

Su aroma a vainilla es inconfundible, y me hace sentir demasiado, así como sus pasos inaudibles para los demás, pero severamente sonoros para mí.

Entonces el timbre que indica el final del receso suena y guardo el pequeño papel en mi bolsillo, no sin antes acunarlo con ambas manos y sonreírle por última vez. Y concluyo por caminar toda temblorosa hacia mi salón de clases, en dirección opuesta a donde usted se ha marchado, sintiendo demasiado.

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¿Hay alguien aquí con vida? Ahre.

Son las 3 de la mañana, y acabo, literalmente, de terminar de escribir esto, por ende si hay errores ortográficos y/o gramaticales agradecería que me los hicieran notar.

Me disculpo infinitamente por la tardanza, pero me excuso a mí misma diciendo que es mejor tarde que nunca, y que además, tampoco tenía inspiración hasta que me llegó hace un par de dìas cuando comencé a escribir este capítulo.

Si todavía siguen habiendo personas que leen esta historia, quisiera de todo corazón que comentasen qué les pareció ;^), y de paso, agradecerles por su paciencia.

Muchos besos ✌

Atte: alguien como tú ~ |Kuroko Tetsuya|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora